“Body Architects”: la emoción más que el significado

El mes pasado, la compañía austríaco-polaca de danza Body Architects visitó El Salvador para presentar «The B-Team», una combinación de expresión corporal y musical que explora la figura del héroe masculino para deconstruirla con humor y honestidad. Durante su estadía en el país conversaron con esta revista sobre la libertad de la danza contemporánea, cómo permite a la audiencia conectarse con el artista y la mejor manera de apreciar formas de arte más expresivas que rigurosas.

Fotos FACTUM/Salvador Meléndez


Al pensar en danza contemporánea lo que suele invador la mente son contorsiones, atuendos confusos y música new age. Cuando se está demasiado acostumbrado a la regla –especialmente en el arte– apreciar algo en términos más abiertos resulta complicado. Se vuelve común perseguir el significado, como si de descifrar un código o pasar un examen se tratase. La mente se corrige una y otra vez. Y esto impide ver más allá del rigor. 

Para Body Architects, emoción mata significado. La compañía de danza fundada por Hygin Delimat –coreógrafo, bailarín e investigador polaco– se define como «extremadamente física en la expresión y dedicada a revelar la poesía en los lugares donde se intersectan las formas». Hygin Delimat hace equipo con Lucasz Czapski, Marcin Denkiewicz y Voland Szekely. Juntos presentaron su compañía en El Salvador a través de «The B-Team», un performance inspirado en las figuras heroicas masculinas de los años ochenta.

En «The B-Team», breakdance, humor físico y análisis poético se unen para jugar a armar para luego desvanecer las ideas de masculinidad y violencia  a través de un lente tan inocente como apasionado. La intensidad de cada momento, la experticia en el manejo del lenguaje corporal y la energía natural que transmite cada uno de los artistas hace del espectáculo una experiencia variada, electrizante e inquietante. Así mismo, tan variados y conocedores resultan los cuatro Body Architects en conversación, quienes comparten una visión común: el centro de la danza es la emoción pura.


¿Qué los condujo hasta la danza y las artes?

Hygin: La danza es una forma de hacer arte bastante única. No opera tanto con las palabras o la ciencia cultural. Así que, de alguna manera, permite una libertad de expresión muy cercana a la esencia humana. Aprecio eso y que esté conectada al cuerpo al mismo cuerpo. [Que esté] muy abierta a cualquier exploración en lo visual, en lo sonoro, en la parte conceptual de las artes. Para mí, la danza es, de alguna manera, muy completa en términos de expresión.

Lukasz: La mía es [una razón] más sencilla, supongo. Inicié porque mi hermano me introdujo al breakdance cuando era joven. Luego de algunos años, descubrí que era más natural para mi cuerpo aprender formas contemporáneas de danza y usar mi cuerpo así. Entonces me gustó la danza contemporánea desde el inicio y luego fui a una escuela a aprenderla.

Marcin: Recuerdo que cuando era pequeño me gustaban las actividades físicas, como las artes marciales o el judo, hasta para jugar con mis amigos. Realmente solo quería estar activo. Antes de la danza, hacía musicales. Era más comercial, más entretenimiento: estar en el escenario y hacer reír a la audiencia. Muy sencillo. Pero entré a una escuela más orientada a la danza, si bien no contemporánea. Luego entendí más sobre la danza y cómo puede expresar cosas aún sin decir palabras. Fue interesante nivelar esta idea de que puedo estar activo mientras comunico.

¿Hablás de «comunicar», pero de una forma que es más expresiva?

M: Sí. De una manera más conceptual –o simple– puedes jugar con la forma. El contenido es bastante abierto. No tienes límites establecidos. Puedo usar artes marciales o acrobacias. Puedes agregar cualquier cosa que te interese. Puedes jugar, cambiar, descubrir de todo. Tienes libertad. 

Voland, tú haces la música, pero ¿qué te atrajo del proyecto?

Voland: Fue más o menos una coincidencia pura: por llevarme con Hygin. Es algo nuevo para mí también. Estoy acostumbrado a estar en el escenario y tocar nada más, ocupar un lugar. Pero con Hygin era como: «No, no, no. ¡Tienes que hacer lo que nosotros hacemos!». Entonces tenemos calentamientos y desarrollo un rol en el acto. Solo hacer música es perfecto, pero también tengo un papel no musical. Me hizo darme cuenta de que la danza me separa de la música, pero al mismo tiempo tiene muchas cosas en común con ella: la misma energía para tocar y moverse en escena.

¿Es un reto distinto hacer música como acostumbras versus hacerla para danza contemporánea?

R: No realmente, porque también estoy muy metido en la música contemporánea. Este tipo de música no es solo sobre la armonía; es también sobre el color y la atmósfera general. De hecho, tengo más libertad de movimiento de la que tendría en un concierto de música clásica.

¿Por qué decidieron formar Body Architects?

L, M: ¡Por Hygin!

L: Bromas aparte, nos juntamos por un proyecto en Austria. En este primer proyecto no estaba Martin aún, pero teníamos distintos bailarines de Austria. Durante este camino alguien no pudo seguir con nosotros, así que trajimos a Martin al equipo y se quedó con nosotros. 

H: Body Architects es un contenedor, un lugar para reunir gente. La idea original era integrar danza y arquitectura; cómo pensar sobre danza de forma distinta, desde la perspectiva de crear espacio, mecanismos corporales y cosas así. Ahora no trabajamos solo en ese límite, vamos más allá y nos adentramos en el campo del teatro físico. Aquí ves al grupo central, pero hay otras personas con quienes viajamos para otros proyectos.

¿Qué les ofrecen, como artistas, estas formas que son más libres y expresivas para trabajar? 

H: Lo que me mantiene haciendo esto es la pasión. Esto es algo que te retroalimenta mucho; no solo mientras lo haces, no solo al ejecutarlo, sino al desarrollarte como persona. Cada coreografía, cada entrenamiento te deja más cerca de descubrirte y mejorarte a ti mismo. Esta retroalimentación tan directa puede motivarte a seguir. Sí, permite comunicación más amplia y deja un impacto en este mundo, de alguna forma.

L: Para mí, lo realmente hermoso es el momento presente. Puedo compartir este momento presente con la audiencia y es muy bonito. Cuando estoy bailando, en el escenario, la audiencia puede conectarse conmigo.

R: Es distinto cuando estoy bailando a cuando estoy creando sonidos por mi cuenta. Cuando bailo solo trato de transmitir la idea de la coreografía como mejor puedo. La coreografía me hace seguir el proceso y pensar sobre él; pensar cómo hacerlo mejor. Cuando estoy creando quiero decir algo a la audiencia. Mi estilo es ir a las emociones simples, hacer reír, hacer pensar en algo. Comunicarme. Algunos artistas prefieren irse por esta vía. Experimentan donde piensas: «¿esto se trata de esto o de lo otro?». Yo, personalmente, prefiero esta idea más simple y directa, donde la audiencia sepa y pueda interactuar y entender. Tal vez no todo es claro y entendible, pero tienen una dirección. Lo mejor es cuando la audiencia descubre algo, o le gusta mucho algo, o se ríe. Emociones reales.

Sobre «The B-Team», el acto que han presentado: ¿por qué decidieron tomar estos íconos muy machos en una era de masculinidades diversas, de otras sensibilidades?

H: Yo sigo creyendo que el acto puede tener capas más allá de la superficie. Al mismo tiempo, es una manera de lidiar con nuestras propias referencias culturales. Somos de la generación que creció con este tipo de ethos y fue la motivación para hacer que esto sucediera. ¿Hacia dónde va el acto al fina? Ya veremos… Es un camino de cómo se inicia desde esas referencias culturales y se traen a lo contemporáneo. 

La compañia de Teatro Body Architects, formada por un elenco originario de Austria y Polonia, estuvieron en La Casa Tomada, el 4 de abril de 2019, en San Salvador, El Salvador.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

¿Acaso se trata de una exploración actual de valores anteriores?

H: Somos hombres de nuestro tiempo y aun así tenemos una conexión fuerte con estos íconos. De alguna manera es contemporáneo tratar con ellos. 

También programaron una serie de talleres durante su estadía en El Salvador, ¿verdad?

L: Yo di el primer taller. Tenía mucha curiosidad de quiénes fuesen a ir a los talleres. Fue un grupo increíble. La mayoría eran bailarines de la Compañía Nacional de Danza. Nunca había enseñado a bailarines tan experimentados. Lo disfruté mucho. No tenía experiencia dando talleres antes y me sentía un poco tímido. Quería que todos se sintieran bien, cómodos, que les gustara al final. Me inspiró enseñarles. La manera en que se mueven era muy hermosa, muy abierta. Lo disfruté mucho.

En esta región puede que la gente no esté acostumbrada a este tipo de arte. ¿Qué se debería tener mente para apreciarlo mejor?

H: Creo que no deberías buscar demasiado un significado oculto. Lo que sea que te lleves de eso, lo que sea que veas, es válido. No trates de descomponerlo en alguna referencia cultural que pienses que está ahí. No lo intentes demasiado. Míralo, disfrútalo, llévate lo primero que te venga a la mente y todo estará bien.

R: No es simple, pero tampoco es tan difícil. 

¿Se trata de confiar en la intuición?

L: Sí. Cuando bailamos esperamos que la gente tenga la mente abierta, que estén presentes con nosotros. Van a ser capaces de llevarse algo. Hay bromas, hay escenas más serias. Bailamos y hacemos movimientos, como trucos o breakdance. Si la audiencia está abierta, pueden disfrutarlo.

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