Voto por rostro ¿democracia o sabotaje?

De todos son conocidas las rabietas que han desatado las sentencias de la Sala de lo Constitucional en las cúpulas partidarias, las cuales han abierto la posibilidad de que elijamos directamente a las personas que nos representarán en la Asamblea Legislativa y se erradique el feudalismo de algunos dirigentes. Ya sea en forma de voto cruzado o asignación de preferencia dentro de un solo partido político, estas modalidades de votación han generado tanto esperanzas en los ciudadanos, como incomodidades dentro de las argollas de poder de los partidos políticos. Y un gran desastre al momento de realizar el conteo por parte del Tribunal Supremo Electoral.

La Sala de lo Constitucional declaró la inconstitucionalidad del sistema de listas cerrado y bloqueado (2011) y, posteriormente (2014), se declaró contraria a la Constitución la prohibición del “voto cruzado”. En la primera sentencia se estableció que la distribución de votos a favor de los candidatos partidarios conforme al orden establecido por el partido generaba una desigualdad injustificada, ya que los primeros en la lista se verían más beneficiados en relación a los últimos. El Código Electoral generaba una violación al carácter igualitario del voto de los ciudadanos que decidían apoyar a candidatos específicos –partidarios o no–, debido a que su voluntad no se transformaría en una verdadera representación política, al estar en desventaja con respecto los votos atribuidos a la prelación determinada por las cúpulas.

Por otra parte, en el caso de la prohibición del voto cruzado, la Sala estableció que un presupuesto para considerar al voto como libre es que exista plena capacidad de opción de los ciudadanos para elegir a quien consideren que mejor les representa. Para que se refleje esa libertad, los votantes deben encontrarse habilitados para elegir entre los diferentes candidatos que permite el pluralismo político, sin que la restricción de la bandera partidaria se haga presente. En ese sentido, a partir de las elecciones de 2014, los ciudadanos salvadoreños estamos habilitados para votar por los rostros que nos parezcan convenientes, teniendo como única restricción la cantidad de diputados asignados a cada circunscripción territorial.

La reacción de los partidos políticos a la nueva modalidad de votación no se hizo esperar; se le agregó una raya más al tigre, y la Sala de lo Constitucional fue acusada de fracturar la democracia, responder a intereses de sectores específicos y atentar contra el sistema de partidos. Ninguna de las oposiciones al voto cruzado y a la eliminación de incidencia de la prelación dada por los partidos se basó en una contradicción de estas formas de votación contra los derechos de los ciudadanos, sino que los políticos se acuerparon a defender la estructura de partidocracia que ha imperado en El Salvador desde la década de los noventas. Y ante el fiasco de transmisión de datos y conteo del mismo, resurgió la acusación a las sentencias como culpables de toda desestabilización.

Y, aunque al momento de escribir esta columna todavía no tenemos resultados oficiales, lo anunciado en algunos preliminares de partidos y periodistas (gracias por mantenernos informados, LPG Datos y Edwin Segura) llama mucho la atención. Candidatos de amplia trayectoria en partidos políticos, denominados como “la vieja guardia” por el tiempo que han pasado dentro de la Asamblea Legislativa, han sido desplazados por otras personas de su mismo partido. Lo anterior ha generado descontento interno dentro de estas instituciones y traen esperanza en la lucha de sacar de la Asamblea Legislativa a candidatos sin propuestas (o en su defecto, propuestas absurdas o irreales), los viajeros, los que no se presentan a trabajar, los despilfarradores de fondos públicos y la amplia gama de impresentables que actualmente están en el puesto.

Tirarle la culpa al voto cruzado, cuando solo alrededor del 2.96 % (PARLACEN) y 7 % (Asamblea Legislativa) de quienes se presentaron a votar utilizaron dicha modalidad, o al voto preferente en un mismo partido, no es más que el viejo truco (irresponsable e inmaduro) de trasladar culpas a terceros y obviar la realidad. La actitud e ineficiencia manifiesta del Tribunal Supremo Electoral se constituye en un problema cuando los actuales magistrados todavía tienen la tarea de organizar las elecciones de legislativas y municipales de 2018 y las presidenciales de 2019. Aquí hago un paréntesis: la Sala de lo Constitucional debe honores y respeto a los miembros de las Juntas Receptoras de Votos que se fajaron durante el conteo; son ciudadanos ejemplares.

Después de finalizado el escrutinio y consolidados los resultados electorales de 2015, se vuelve imperativo reflexionar sobre todos los inconvenientes y errores evidenciados en las diferentes etapas del proceso electoral; es necesario implementar mecanismos que ayuden a facilitar la votación a los ciudadanos (espacios más adecuados, atención a personas con capacidades especiales), se preste mayor atención a las Juntas Receptoras de Votos por parte del Tribunal Supremo Electoral y que estas reciban colaboración de un funcionario imparcial, con lo que es posible evitar todos los problemas con el llenado de actas; y, como lección, no contratar cibercafés para hacer la transmisión de resultados. Además, como ciudadanos debemos promover una mayor cultura de información, por la que sepamos el perfil completo de quienes pretenden representarnos en ese periodo.

La votación por rostro sí se constituye como un sabotaje, en un contexto positivo de la palabra. Las reglas del juego electoral han cambiado a favor de los ciudadanos, devolviendo el poder al pueblo, su legítimo dueño; y sí, han cambiado en contra de los partidos políticos que no anulen las viejas prácticas autoritarias a las que estaban acostumbrados o los que todavía tienen en mente que la democracia está sobrevalorada (a lo Frank Underwood). El reto sigue siendo mejorar el sistema electoral, para que los buenos ciudadanos salvadoreños tengamos a los gobernantes que de verdad nos representen.

Pd. Devuelvan la fibra óptica, ya queremos que nos empiecen a dar resultados.

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