“Steve Jobs”: dos mitades, un total

Dos son las nominaciones para el Óscar que ha recibido Steve Jobs: Michael Fassbender como actor principal y Kate Winslet como mejor actriz de reparto. Sin duda, más que merecidas. Fassbender nos entrega un creíble Steve Jobs, con sus luces y sombras bien definidas; y Winslet está aún mucho mejor en el papel del Joanna Hoffman, la jefa de mercadeo de Apple. Es poco probable que Fassbender y Winslet ganen el Óscar; lo tienen difícil frente a Leonardo DiCaprio y Rooney Mara, por ejemplo. Pero, sin duda, la cinta vale la pena.

DOS NOMINACIONES

*Mejor actor (Michael Fassbender)

*Mejor actriz (Kate Winslet)

Como su nombre lo indica, la película nos permite asomarnos a la vida y trabajo de Steve Jobs, cofundador y presidente ejecutivo de Apple. Pronto, el filme le lanza dos preguntas al espectador:

1) ¿Steve Jobs (SJ) fue un genio incomprendido o un ser humano odioso, manipulador?

2) ¿Puede un hombre brillante (de mente creativa, innovador, visionario) ser también un padre brillante (empático, cariñoso, responsable), a pesar del comportamiento execrable que suele mostrar?

Para responderlas, el guion de la película nos muestra tres clases de escenas: a) SJ con sus amigos/enemigos de juventud y sus colegas/enemigos de Apple, b) SJ con la jefa de mercadeo/asistente personal de Apple y c) SJ con Lisa, su hija fuera de matrimonio, amor de juventud. Los tres escenarios contribuyen muy bien a hacernos una idea de quién fue SJ, por lo que se extraña que Aaron Sorkin, el guionista, no aparezca en el listado de nominados (sí lo estuvo para el Globo de Oro y lo ganó).

Con sus amigos y colegas vemos una relación de convivencia creativa, pero a la vez tirante, con egos inflados, que termina como acaban muchos otros encuentros entre mentes innovadoras y a la vez deseosas de reconocimiento: reproches, acusaciones, resentimientos. Es lo que vemos que sucede, entre otros, con su cofundador Steve “Woz” Wozniak (Seth Rogen), con el CEO John Sculley (Jeff Daniels) y con su ingeniero Andy Hertzfeld (Michael Stuhlbarg). Con ellos, SJ se muestra implacable en su juicio, demandante, incapaz de perdonar o con evasivas para reconocer apoyos o colaboraciones.

Por otro lado se encuentran las muy bien logradas escenas con la jefa de mercadeo, que a la vez se desempeña como asistente, hermana, amiga y hasta compañera de SJ. Como ya he dicho, Kate Winslet está muy bien en ese papel y uno se pregunta en qué momento Hoffman se hartará por fin de Jobs y lo mandará a la… lejos. Vemos allí a un SJ testarudo, arrogante, enfadado porque no aparece su rostro en la portada de la revista Time, detallista hasta la obsesión y a la vez retraído.

Y también están las escenas que recrean su relación con Chris Ann Brennan (Katherine Waterston), madre de Lisa (interpretada por tres actrices en diferentes facetas de su vida), su hija. Es esta para mí la relación que marca el tono de la película y la más importante en el guion, la que le dará más luces al espectador para responderse a las interrogantes planteadas más arriba.

En un primer momento, vemos que SJ no quiere ni atender a Chris Ann; en efecto, el encuentro entre ambos es tirante, se gritan, se recriminan. Lisa asiste a la escena como quien no quiere y se entretiene haciendo un dibujo en la Apple II, que ese día SJ lanzaría al mercado. En medio de la discusión, Jobs reitera que no quiere pagar la manutención (a pesar de que en 1979 una prueba confirmara la paternidad) y, aunque con matices, sostiene lo que había dicho para Time: “El 28 por ciento de la población masculina de Estados Unidos podría ser el padre de Lisa”. Por si fuera poco, le suelta a su hija que el nombre de LISA para el ordenador con interfaz gráfico que vendió Apple no tenía que ver con ella, sino que es un acrónimo para Local Integrated Software Architecture (Arquitectura de Software Integrada Localmente). (Décadas más tarde, Jobs le confesaría a su biógrafo, Walter Isaacson: “Obviamente fue nombrada por mi hija”).

La que parece una relación condenada al fracaso se va convirtiendo poco a poco en el ancla a tierra para SJ. Es Lisa quien lo sorprende con sus preguntas; la pequeña lo saca de su burbuja, le hace enojar, lo acerca a lo humano. Es una lástima –y esto me parece un desacierto del guion– que no se explore más en ello y que tengamos que limitarnos a ver a SJ de presentación en presentación, siempre discutiendo y peleando por demostrar su valía. En ese sentido, hay muchos aspectos de la vida de SJ que no se enseñan, y uno podría caer en el error de creer que no hubo más: su matrimonio con Laurene Powell Jobs, con quien procrea tres niños; su involucramiento como máximo accionista individual de The Walt Disney Company; su estilo de vida como millonario (lo que logró desde sus 26 años; al morir, su fortuna se valoraba en 8300 millones de dólares); el hecho de transformar a Pixar (empresa que le compraría a Lucasfilm) en una compañía de máximo entretenimiento, que revolucionó la industria de animación con el lanzamiento de Toy Story (al que le siguió Monsters, Inc.Buscando a NemoCarsWALL-E y Up, entre otras de gran éxito taquillero); su tremendo aporte al negocio de la industria musical con el lanzamiento del iPod y la tienda online de música de iTunes, por ejemplo. Nada de eso se ve. Pero a mi juicio eso puede perdonarse si es tiempo ganado para seguir mostrando la relación con su hija.

Así, Lisa gana espacio en la mente de SJ. Pero no más. Cuando SJ se niega a pagarle los estudios de periodismo que la adolescente de entonces desea cursar, Andy y Joanna le proporcionan el dinero, lo que le molesta en sobremanera. Las escenas en donde él manda a buscarla para conversar, ella se niega y el por fin encuentro/discusión que sostienen frente a otras personas no tienen pierde y muestran con acierto lo difícil que puede ser la relación padre/hija adolescente, tan llena de afecto pero, también, de incomprensiones.

La secuencia de la escena anterior, que da pie al final de la película, es reveladora: obsesivo como es, SJ inicia las presentaciones con puntualidad extrema. Pero la discusión con Lisa lo deja inquieto y en el fondo sabe que si ella se retira del lugar en ese estado, con lo que se han dicho, puede perderla del todo. Entonces la encuentra en el estacionamiento y, por primera y última vez en toda la película, en un toque magistral, Jobs por fin le habla con el corazón.

Kate Winslet y Michael Fassbender, nominados a mejor actriz y mejor actor respectivamente.

Kate Winslet y Michael Fassbender, nominados a mejor actriz y mejor actor respectivamente.

No quiero transcribir acá todo el diálogo. Si usted ya vio la película, quizá desee verla de nuevo. Pero sí me parece clave recordar lo siguiente: Jobs le habla a Lisa, pero ella, como es de esperar en una chica de 18 años, no termina de convencerse, no con facilidad al menos. Cuando está a punto de marcharse, Jobs le mira una vez más la enorme radiograbadora que porta desde niña, con unos audífonos siempre pegados a sus orejas, en la que suele escuchar canciones. Entonces le dice:

“Pondré música en tu bolsillo. Cien canciones. Mil canciones. 500 canciones. En algún lugar entre 500 y mil canciones… directas a tu bolsillo, porque no puedo soportar mirar a ese inexplicable walkman ya más. Andas por ahí llevando un ladrillo que toca cintas. No somos salvajes. Así que pondré mil canciones en tu bolsillo”.

“Pondré música en tu bolsillo…”. Lisa le pregunta si eso es posible. Y Jobs responde: “Estamos muy cerca”. Sonríen y la tensión desaparece. Él le pregunta si quiere mirar tras bastidores (algo que Lisa siempre adoró hacer desde pequeña) y ella acepta. Segundos antes de salir al escenario, Jobs le pregunta si recuerda la ilustración que hizo de pequeña en la Apple II. Ella le dice que por qué le pregunta eso en ese momento. Y él le responde: “Porque yo sí lo recuerdo”, y le entrega un papel con la copia del dibujo.

Nada más puede agregarse. La conmovedora escena lo ha dicho todo y las preguntas han encontrado respuesta. ¿Fue Steve Jobs un tipo narcisista, superficial y hasta cruel? Sí. ¿Y fue Steve Jobs un hombre herido, marcado por la adopción, capaz también de demostrar amor? Sí, también. ¿Puede un hombre brillante, creativo, innovador, visionario, ser además un padre empático y cariñoso, a pesar de la ambición, la falta de integridad y la obsesión por la perfección? Claro que sí. Como todos. Así nos comportamos. Así somos. Son esos Dr. Jekyll y Mr. Hyde que habitan dentro de cada uno, en proporciones iguales… Recuerdo que en la película Amadeus vemos a Mozart, el genio de la música, correteando mujeres, dando grititos, cometiendo excesos. Interrogado por el divorcio entre su amoralidad y la belleza de sus creaciones, él responde: “Yo soy un hombre vulgar, pero mi arte no lo es”. Eso exactamente.

Tendemos a clasificar, catalogar, etiquetar. Y nos olvidamos que somos hombres y mujeres en lucha constante, haciéndonos en la cotidianidad, capaces de los actos más atroces y también de las muestras más altas de amor incondicional. Quizá quienes tenemos hijos o hijas contamos con una ventaja: todos los días nos recuerdan que el amor es la única respuesta ante cualquier pregunta.

Chris Ann Brennan es una pintora y diseñadora gráfica y su hija Lisa es una periodista graduada de Harvard. Steve Jobs murió a los 56 años por cáncer en el páncreas. A pesar de ser multimillonario, nada material pudo llevarse. Su familia declaró que murió en paz. Su hermana, la reconocida escritora Mona Simpson, relató que sus últimas palabras fueron: “Oh wow. Oh wow. Oh wow”.

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