Los primeros años de Llort

Eran años rebeldes aquellos de finales de los sesenta y principios de los setenta. La rebeldía era de dos tipos, política y social; y ambas se daban a  todo lo largo del continente Americano. La política se daba en medio del triunfo de la revolución cubana, de un ambiente nacional cada vez más represivo y de carencia de muchos de los derechos básicos. La social y cultural se daba en medio de la revolución de “paz y amor”, del movimiento hippie y de un cuestionar al status quo. Fernando optó por la segunda.

Después de estudiar teología y arquitectura, y abandonar ambas, Fernando encuentra su vocación en el arte, aunque ambas -teología y  arquitectura– le dan la base para su obra artística. Llort ocupa ese arte para encontrar su identidad y expresar su rebeldía. La pintura de abajo es un claro ejemplo de ello. El lado izquierdo refleja el status quo contra el cual se revela, todo en ese lado es cuadrado, con los signos de dólar. Separado por un muro esta el lado derecho, con el cual él se identifica, donde todo es redondo y resalta el signo de paz y amor.

Pintura de Fernando Llort. Imagen/Mauricio Silva

El cuadro “En el Jardín”, el autor lo compró en la primera exhibición de Fernando en el parque Cuscatlán a principios de los setenta por 150 colones. En el empiezan ya a reflejarse algunas de las características de la pintura de Llort, los colores fuertes, la flores, el abstracto. Ambos cuadros, y muchos otros de esa época, reflejan y refuerzan en Fernando su vocación artística y su deseo de romper con la sociedad en la que vivía.

“En el jardín” de Fernando Llort. Imagen/Mauricio Silva

Producto de lo anterior, en 1972 Fernando deja la cuidad y se va a vivir a  La Palma, pueblo donde su familia tenía una casa de campo y donde él solía pasar vacaciones. Con el objetivo de “redescubrir una cultura local.. y ayudar en lo posible con mi pintura a motivar a nuestro pueblo para que despierte sus propias raíces y se libere de prejuicios y complejos..”. Ello le cambia su vida. Conoce a una local del pueblo, Estela, con quien se casa y vive el resto de su vida. Disfruta de la vida rural, lo que le lleva a apropiarse de los símbolos básicos en su arte: el sol, el árbol, el pájaro, el machete, la casa rural, las manos del trabajador. Descubre también elementos naturales en los cuales reflejar su arte, especialmente la madera y la semilla de copinol.

Con esas herramientas y su sencillez, Fernando desarrolla su estilo por el cual será conocido en el mundo entero, un estilo que ve las cosas con “una visión mágica”, y con la sencillez del campesino. Su fama crece y  Fernando la quiere compartir con el pueblo que lo recibió y lo inspiró: La Palma. Por ello él transfiere su arte y conocimiento, pero sobretodo su entusiasmo, a los pobladores del pueblo, especialmente los jóvenes, la mayoría de los cuales se vuelven artesanos que desarrollan “el arte de La Palma”.

Para darle viabilidad empresarial, especialmente financiera, a los talleres artesanales que surgen por el impulso del artista, Fernando junta a los artesanos en una cooperativa “La Semilla de Dios”. Llort le transfiere a la cooperativa y otros talleres artesanales su arte y su técnica y acude a FUNDASAL para que le preste asesoría gerencial y empresarial. Todo ello transforma al pueblo, el cual desde entonces basa su desarrollo en ese arte y el turismo que el mismo trae.

Producto del último periodo de esos primeros años del artista que fue Fernando Llort, es el cuadro 3 que él le pintó al autor cuando deja FUNDASAL y que describe a esa institución. En las palabras de Llort, el cuadro “simboliza los orígenes de la Fundación en las viviendas precarias de la derecha, al pie del cuadro. En este proceso se expresa el desarrollo ascendente de la obra de la Fundación, pasando por la plenitud del ser humano, plasmada en los símbolos del ave y el árbol. Al centro una señora (FUNDASAL) con una canasta de frutas, que representan los logros de la institución. Frente al rostro, unas manos que se juntan en la construcción de algo en común. Se construyen viviendas. Pero esto es solo el inicio de un proyecto comunitario que pretende contribuir a la construcción de una nueva sociedad”.

Pintura de Fernando Llort para el autor. Imagen/Mauricio Silva

Ese arte inicial del artista Fernando Llort es parte de su historia y de la valiosa herencia que él le deja a su país. Desgraciadamente una de sus obras que ahora más se nombra y valora, la fachada de la Catedral Metropolitana, fue destruida por la Iglesia católica. Pero queda mucho de su legado por el cual El Salvador, y en especial La Palma, le estaremos siempre agradecidos.

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