Por qué los guatemaltecos estamos emputados

“…No queremos más corrupción sin consecuencias. Los queremos ver presos. Estamos como la gran puta…”

–Alberto Díaz, participante en las marchas de repudio a Otto Pérez Molina.

Alberto Díaz, de 31 años, nunca se había subido en el Transmetro, el sistema de transporte público de la capital guatemalteca. Él y sus compañeros del bufete donde trabaja se organizaron para dejar sus vehículos y viajar hacia el centro de la ciudad. Así empezó Alberto a participar en las protestas colectivas que fueron convocadas desde el 25 de abril en las redes sociales y se familiarizó con la Plaza Central de la Ciudad de Guatemala, que no había vuelto a visitar desde que era un niño.

El centro, ubicado en la zona 1 de la capital guatemalteca y considerado como “un lugar peligroso”, se ha convertido en un punto de encuentro para miles de ciudadanos. El pasado jueves 27 de agosto fue testigo de un día histórico.

La Plaza Central, amurallada por el Palacio Nacional de la Cultura, la Catedral Metropolitana y el Portal del Comercio, sirvió de escenario deñ encuentro de más de 80 mil guatemaltecos que, como Alberto y sus amigos, exigían la renuncia del presidente Otto Pérez Molina. Cansados de tanta corrupción, campesinos, trabajadores de mercados, empresarios, estudiantes universitarios, niños, adultos, ciudadanos de todas las zonas, iglesias, organizaciones, cantaban a una sola voz el Himno Nacional. El clamor en la Plaza Central también se vivió en la mayoría de ciudades del interior del país.

“Estamos cansados de tanto escándalo. Por lo menos la ex vicepresidenta Roxana Baldetti está presa, pero ahora queremos que Otto la acompañe. Ya no tenemos Presidente. Estamos hartos de ver a la clase política enriquecerse en lugar de mejorar la vida de miles de personas que no tienen educación, ni salud, ni medicinas”, se quejaba Alberto.

Miles de guatemaltecos reunidos en la Plaza Central de la capital el 27 de agosto de 2015.

Miles de guatemaltecos reunidos en la Plaza Central de la capital el 27 de agosto de 2015.

El hastío es evidente e incuestionable. Miles de guatemaltecos que nunca antes habían participado en una protesta se hicieron presentes ese jueves. Y sus palabras dejan en claro la igualdad que impera entre los marchantes. “Aquí nadie esta pagado, no hay tarima porque nadie se roba el show, aquí todos somos guatemaltecos exigiendo lo mismo, porque ya no queremos más corrupción sin consecuencias. Los queremos ver presos. Estamos como la gran puta…”, gritaba Alberto. A su lado, María Laura García, su novia, con una bandera de Guatemala dibujada en la cara y una camisa que dice #RenunciaYA, reflexionaba lo siguiente:

“Esto no es nuevo, sabemos que todos los gobiernos lo han hecho por años, pero este Gobierno fue muy descarado. Abusaron del poder y robaron en nuestras caras, por eso estamos acá, estamos emputados porque estamos cansados de que se burlen de nosotros”.

Para David Posadas, socio de la empresa Megapaca (venta de ropa), era importante participar en la protesta y por eso él y sus socios decidieron cerrar sus negocios y permitir que sus empleados se unirán a la manifestación.

“Nosotros somos una empresa 100% chapina, y nos sentimos orgullosos de nuestro país, vivimos y trabajamos con principios y valores y dentro de esos está la honestidad, que la practicamos y la vivimos. Estamos hartos de tanta corrupción, amamos nuestro país y haríamos lo que se tenga que hacer para hacerlo mejor. El 95 % del personal de las tiendas del área metropolitana y de la administración de la empresa se unió con nosotros a manifestar”, explicó Posadas.

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Ciudadana guatemalteca presente en la marcha de protesta. Foto de Luisa Fernanda Rodríguez.

Las manifestaciones populares empezaron el sábado 25 de abril, luego de que la Fiscalía, con el apoyo de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), dio  a conocer investigaciones que han involucrado a altos funcionarios que van desde el presidente Otto Pérez Molina, la exvicepresidenta Roxana Baldetti (que ya está en prisión), hasta empleados, con una red criminal de robo en las aduanas. La clase política de Guatemala también ha sido señalada por la Cicig y el MP, que han  evidenciado que el narcotráfico y la corrupción han financiado campañas electorales.

La indignación aumentó cada semana, por eso la mayoría de sábados diversos grupos se daban cita en la Plaza para  manifestar. Algunas familias, particulares y organizaciones han protestado durante los cuatro meses que han durado las manifestaciones, algunos han ido dos o cuatro veces. En las redes sociales (especialmente en Facebook) se hace una convocatoria y la mayoría se presenta a la Plaza vestido de azul y blanco, con banderas de Guatemala. En el lugar se convive entre los grupos y se canta a una sola voz el Himno Nacional. Aunque no todos las protestas han sido multitudinarias como la del pasado jueves 27 de agosto, siempre se dieron cita suficientes guatemaltecos, de diversos grupos y organizaciones, para demostrar su indignación, su emputamiento.

La socióloga Lucía Ramazzini, quien con su esposo e hijo de cuatro años ha participado en las manifestaciones, cree que el hartazgo de la corrupción es la punta del iceberg que muestra las problemáticas estructurales e históricas del país.

“Esta vez los actos de corrupción movilizaron  a la clase media urbana con otros sectores que históricamente se habían manifestado. Ahora grupos que algunas veces han sido contrarios, tomando en cuenta que vivimos un conflicto armado durante 36 años, están juntos en un espacio público reflexionando sobre las consecuencias de tener un sistema político desgastado y corrupto”, explica Ramazzini.

Nico, su hijo, no entiende lo que sucede, pero la cuestiona cuando ella lo invita a participar:

– “Nico, mañana vamos a ir a manifestar”

-” ¡Otra vez! ¡¿Mamá, pero no han entendido que tienen que irse?!”

– “No, fijate que…”(En eso me interrumpe emocionado)

– “¡Tengo una idea genial! ¡Necesitamos ser 5,514 personas más! ¡Y si todos gritamos muy fuerte que se vayan, sus oídos les van a doler y se van a ir”

No va a renunciar

Pero lejos de irse, el presidente Otto Pérez Molina reiteró esta semana que a pesar de sentirse “humillado” y de entender el clamor popular, no renunciará a su cargo.

Por eso más organizaciones y grupos de ciudadanos están dispuestos a volver a la Plaza Central, cargados no solo de banderas y carteles exigiendo justicia, sino de esperanza. Sí, mucha esperanza de que las cosas puedan cambiar en un país como este, donde la mayoría vive en la pobreza, sin acceso a servicios básicos.

El seis de septiembre los guatemaltecos tendrán que elegir presidente, alcaldes y diputados, pero la atención está puesta en el Ejecutivo y la posibilidad de que su jefe sea llevado a prisión. Aún se desconoce si el día de elecciones  el presidente Otto Pérez Molina estará al frente del Gobierno.

Hoy los diputados del Congreso volvieron a conocer el caso, porque la Cicig y el MP solicitaron quitar la inmunidad al presidente debido a los  indicios de que el mandatario está implicado en una red criminal que operaba en las aduanas.

A pocos días de las elecciones, y con su reelección como diputados en juego, en una sesión histórica por unanimidad 132 diputados que participaron en la sesión votaron a favor y le quitaron la inmunidad al Presidente. Los diputados escucharon al clamor popular que no sólo se ha quedado en la Plaza Central, sino que los vigila desde las redes sociales hasta las afueras del Palacio Legislativo, donde miles han exigido justicia.

Fotos de Luisa Fernanda Rodríguez.

*Luisa Fernanda Rodríguez es periodista guatemalteca y máster de la American University de Washington, DC.

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