Omar Renderos: “La voluntad política es la que mueve todo. Y si no existe, lo demás no se puede dinamizar”

El 11 de mayo se cumplieron nueve meses de la aprobación de la Ley de Cultura en la Asamblea Legislativa. Nueve meses puede ser un período “simbólico” para ver los primeros frutos de esta nueva ley. Revista Factum quiso conocer en qué situación se encuentra el decreto legislativo 442 que fue publicado en el Diario Oficial el 30 de agosto del año pasado, por lo que entró en vigencia a finales de noviembre. Es a partir de aquí que se deben considerar algunos plazos que la ley misma contempla: el primero, la creación del reglamento para la aplicación de la norma, que debía estar listo noventa días después de su publicación. Eso –que no ha ocurrido– debió cumplirse a finales de febrero del presente año.

Fotos FACTUM/Gerson Nájera


Para conocer acerca de la aplicación de la ley, quisimos conocer la postura de dos actores importantes para el funcionamiento de esta: la de la Secretaría de Cultura —que no atendió nuestras solicitudes de entrevista— y la de los trabajadores del arte y la cultura. Para esto último contactamos con Omar Renderos, coordinador del Observatorio Ciudadano para el Cumplimiento de la Ley de Cultura, un esfuerzo que aglutina a cerca de 50 personas del mundo de las artes y la cultura, y que pretende crear mecanismos para acelerar los procesos que la ley exige, y vigilar que esta se cumpla.

A continuación la entrevista:

Omar Renderos, coordinador del Observatorio Ciudadano para el Cumplimiento de la Ley de Cultura, concedió una entrevista a Revista Factum.
Foto FACTUM/Gerson Nájera.


¿Cómo surge este Observatorio, quiénes lo conforman y cuál ha sido la dinámica de trabajo inicial de este colectivo?

El Observatorio es una plataforma ciudadana y su objetivo primordial es vigilar, observar y tomar acciones concretas y encaminadas al cumplimiento de la Ley de Cultura. Es una especie de contraloría ciudadana que toma acciones aprobadas en conglomerado para que la ley vaya tomando su función primordial, que es el beneficio hacia todo lo que comprende los aspectos de cultura y arte.

Llama la atención el nombre porque, como Observatorio, la naturaleza del colectivo es medir o llevar cuenta de las acciones en función del cumplimiento de la ley. Pero que el colectivo se defina como una plataforma para cumplir con la ley indica que se entiende que van a empujar, a presionar, y quizás a ayudar para que las cosas se vayan cumpliendo.

Exacto. Pero antes quiero redondear la respuesta anterior. El colectivo está conformado por artistas de las diferentes disciplinas, académicos, intelectuales, escritores, artistas plásticos, gente de teatro, de cine, de danza, etc. Tenemos un “ampliado” que aglomera a todas esas especialidades.

Estamos en un proceso de conformación todavía, pero con una base sólida de las personas que estamos empujando a este observatorio. Se está consolidando. El “ampliado” trata de ser representativo de diversas áreas artísticas y académicas. A corto plazo, pensamos hacer una convocatoria para poder integrar a más colegas.

El Observatorio Ciudadano responde a un derecho democrático para poder ejercer presión, para vigilar, observar, demandar, exigir que la Ley de Cultura se cumpla. Como Observatorio, no estamos ligados a visiones partidarias, sino que meramente a los intereses de los artistas, en general.

La ley entró en vigencia a finales de noviembre y a estas alturas ya debería estar finalizado, al menos, el reglamento. Sin embargo, no hay noticias al respecto. ¿Conocen ustedes, como observatorio, en qué situación se encuentra esto?

Es un proceso bastante arduo. Y tenés razón, ya vamos casi a nueve meses desde la aprobación de la ley y no se han visibilizado acciones concretas, como esa del reglamento. Creo que es un proceso aleatorio, paralelo a los puntos que el Observatorio demanda, como el Instituto Superior de las Artes (ISAR) o el Fondo Nacional Concursable para la Cultura (Foncca).

O la creación de un Observatorio propio —tal O la creación de un Observatorio propio —tal como lo señala la ley— que debe tomar su dinámica y que parece también una instancia primaria para el funcionamiento de la normativa.

Una cuestión fundamental, exacto… fundamental y primordial para poder empujar acciones concretas.

¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué da la impresión de que no se avanza en cosas concretas de la ley?

La verdad es que puede estar pasando de todo. Las experiencias por las que hemos venido pasando en el tema cultural y artístico nos dicen que pueden ser varias posibilidades: falta de tiempo, falta de voluntad, falta de presupuesto. Pero como Observatorio, creemos que la voluntad política es la que mueve todo. Y si no existe (esa voluntad), es imposible que lo demás se pueda dinamizar.

Aún sin un presupuesto definido, ¿la voluntad política puede solucionar problemas?

Claro, porque nosotros, por ejemplo, hemos sido abiertos en las organizaciones en las que, como Omar Renderos, he participado; no para poder enjuiciar, sino para que se nos permita dialogar y establecer una mesa que construya un camino más activo y más acorde a los intereses y necesidades históricas que demandan estos sectores del país. Y eso no ha pasado, no por parte de la ciudadanía, por parte de los artistas, sino por parte de la Secretaría de Cultura. No ha podido establecerse esa mesa consolidada, por falta de una voluntad concreta y transparente.

Para que la ley funcione es importante establecer una plataforma que permita intercambiar opiniones y generar discusiones. Porque en la ley hay aspectos que requieren del concurso activo desde la ciudadanía, que los sectores interesados se involucren. Es el caso del Foncca, en cuyo consejo directivo habrá dos representantes de organizaciones no gubernamentales que se dediquen al trabajo en áreas del arte y cultura. El proceso para elegir a estos representantes debería estar definido en el reglamento de la ley, pero el tiempo sigue corriendo. ¿Cómo ven este fondo concursable y en qué aspectos desean acelerar o apoyar su funcionamiento?

Empecemos desde la ley: el Foncca es un mandato de ley. En el artículo 51 está planteada la creación del Fondo Nacional Concursable para la Cultura, que además tendrá autonomía. Esto es muy importante. Tiene que verse ya el establecimiento de todo el cuerpo directivo que tiene que comandar toda esa iniciativa. Todo eso no está creado. Ya han pasado casi nueve meses y esto no necesita una visión de un presupuesto grande…

Pero sí requiere de un presupuesto. El Foncca va a funcionar también con la creación del llamado Fideicomiso para la Cultura.

Pues eso también se lo tenemos que preguntar a la Secretaría de Cultura. ¿Qué está pasando con ese fondo? ¿Lo ha pedido? ¿Se encuentra ya dentro del presupuesto general de la nación? Lo que sucede es que, independientemente de la cantidad que se tenga, se puede iniciar el trabajo con un poco de plata que se pueda tener destinada para proyectos culturales, y no para pago de empleados, que prácticamente a eso se destina todo el presupuesto de Secultura. Con una miseria que se destine a la creación del fideicomiso, si se ha funcionado sin presupuesto para estas estructuras… Con poco presupuesto puede empezar el Foncca. Por eso te digo que no requiere de un presupuesto grande, sino de voluntad.

El millón de dólares que está designado por ley para el fideicomiso… Pues, no sabemos dónde está. Más ahora, que se han hecho recortes presupuestarios. Esperemos que con todo lo ocurrido en el tema cultural en el país no vayan a recortar más, no se vaya a tocar más estos asuntos. Te reitero, aunque no se tengan las grandes cantidades presupuestadas, o lo que la ley obliga, no significa que no se puede empezar a dinamizar, a mover las cosas… Pero no ha pasado.

Hablemos respecto a la formación artística, que sé que es algo que también te interesa a nivel personal. En este tema hay dos cosas importantes respecto a la ley: la acreditación a nivel de docencia, un procedimiento que avalaría años de trabajo de artistas dedicados a la enseñanza; y el Instituto Superior de las Artes (ISAR). Sé que son temas que en lo personal te interesan mucho.

Sí, por supuesto, y desde el Observatorio es uno de los puntos fuertes que estamos demandando. El ISAR es un mandato de ley. Desde que entra en vigencia la ley, el ISAR ya existe. En ese sentido, lo que hay que darle es cuerpo y establecer los mecanismos para empezar a darle funcionabilidad. No hay que esperar a que se vuelva un tema burocrático para estar justificando ciertas mediocridades, ciertas acciones; que los que están dirigiendo este proyecto del ISAR no estén haciendo algo que no va acorde a las necesidades de país, un vacío histórico por el que han pasado muchas generaciones. Mi generación es la que está mucho más afectada en el aspecto de la formación.

Antes de los Acuerdos de Paz, en la década de los 70, 80, existía el bachillerato en Artes. Muchos de nuestros maestros son bachilleres en Artes  y recibieron escalafón. Eso, de alguna manera, les da una potestad legal para poder funcionar en las áreas de formación.

Y eso está relacionado con el tema de la acreditación. Aquí se involucra otro componente: el Ministerio de Educación. ¿Se han acercado ustedes, como Observatorio, al Mined?

Claro. De hecho estamos en constantes reuniones con la gente del Cenicsh (Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades) y ellos están muy interesados, pero están viendo la urgente necesidad de paliar el tema de la educación artística dentro de la plataforma educativa.

El Ministerio de Educación va a dictar las disposiciones para poder crear toda esta plataforma de formación. Y, como Observatorio que velamos por los intereses de los artistas, acá vemos que si hay voluntad política para hacer las cosas, estas toman un camino esperanzador. Estamos en reuniones con ellos y estamos creando un proyecto, que más adelante vamos a dar información, pero consideramos que puede generar ciertos frutos para poder subsanar y acelerar ciertos procesos que la Secretaría de Cultura ya debería estar haciendo. Pero realmente no están tomando el verdadero enfoque de todo lo que corresponde crear de acuerdo a la nueva ley, porque no se abren a esa mesa, no consolidan, no dialogan, truncan los procesos de conversación, crean un abismo entre el artista y la Secretaría de Cultura.

Hablemos acerca del régimen laboral. La Ley dice que se cuenta con un año desde su entrada en vigencia para que este nuevo régimen laboral entre en funcionamiento con el fin de reconocer sus derechos laborales, previsionales y sociales. Según esto, en diciembre de este año debería estar funcionando, pero pasa por crear los registros de artistas, involucrar actores locales, gobiernos municipales, crear plataformas de participación, y el concurso activo del Ministerio de Trabajo. Una tarea titánica, ¿no?

Totalmente. Lo que pasa es que ya con solo decir nueve meses después de la aprobación de la Ley de Cultura, decime: ¿qué hay? No hay nada. Por eso es que nosotros hemos tratado de agilizar, de tocar puertas. Hemos tenido dos reuniones con la Secretaría de Cultura. En la primera estuvo presente la Secretaria y pensamos que en esa reunión se iba a establecer una mesa sólida, que construya un camino donde podemos encontrar coincidencias, y trabajar para que la Ley de Cultura se pueda desarrollar. Y, sobre todo, en tres puntos específicos que le atañen: el Registro Nacional de las y los Trabajadores de la Cultura (Rentca), el Foncca y el ISAR. Son tres temas medulares.

En la segunda reunión ya no estuvo presente la señora Secretaria, sino que delegó en la Directora de Artes (Marta Rosales) y en Aída Bernal, encargada del ISAR. Y hemos demandado información a la Secretaria a través de estas personas para conocer la situación del ISAR, porque recibieron un presupuesto de 400 mil dólares; y, como Observatorio, es nuestro derecho pedir transparencia. Hemos pedido informes sobre esos fondos, pero no quieren dar información.

También hemos pedido conocer el plan maestro del ISAR, porque es un proyecto de país. Es un proyecto que tiene que tener una discusión y una fundamentación política, y no solo un proyecto que cumpla ciertos requisitos de cajón que el Ministerio de Educación demanda. Estamos hablando de una fundamentación conceptual, filosófica, teórica, que también incluya la visión de los grandes pensadores de nuestro país, de la academia, de los artistas, de todos los que hemos tenido experiencia de tantos años, sin tener necesariamente el conocimiento de la academia; y esto para aportar a ese plan maestro, pero no lo quieren mostrar.

Ya nos reunimos con la subsecretaria de Transparencia y Anticorrupción, Lourdes Palacios. Ella está dispuesta a acompañarnos en este proceso. Si las autoridades de la Secultura no se ponen a pensar que están en una línea muy frágil, en la que si no interactúan, no dialogan, no construyen y no se abren a que esto vaya tomando un rumbo más activo, creo que los artistas, lejos de sentirse parte de esta fiesta por la Ley de Cultura, podría desembocar en acciones concretas.

Imagen de una copia de la Ley de Cultura de El Salvador.
Foto FACTUM/Gerson Nájera.

Los Presupuestos

Desde la oficina de Comunicaciones de la Secretaría de Cultura informaron que la agenda de la titular estaba prácticamente llena, por lo que conocer la versión oficial de dónde se encuentra cada proceso de la ley resultó imposible hasta el cierre de esta publicación. Sin embargo, nos dimos a la tarea de comparar algunos aspectos de la Ley de Presupuesto para el ejercicio fiscal 2017 con la ley aprobada para el año 2016.

          1. De acuerdo a lo encontrado en el portal de Transparencia Fiscal, el presupuesto de la Secretaría de Cultura de la Presidencia para el año pasado fue de $19,375,735. En cambio, para el presente año, el presupuesto aprobado para la institución fue de $18,940,735. Una diferencia de 435 mil dólares menos para este ejercicio. 
          2. Al revisar el decreto, el Ejecutivo señala como uno de sus objetivos al proponer el presupuesto de 2016:“Lograr el empoderamiento cultural, mediante el cambio de paradigmas culturales, de tal manera que genere procesos sociales hacia la cultura de la creatividad y el conocimiento, sustento de una sociedad con oportunidades, equidad y sin violencia”. El objetivo no cambia ni una coma en el decreto aprobado a principios de este año y no hay ninguna mención a la Ley de Cultura.
          3. Al revisar los propósitos y los recursos asignados —tanto en 2016 como en 2017— se desglosa la siguiente información: la dirección y administración tienen un presupuesto de $2,492,350. Esto es $29,765 menos que en 2016.
          4. En 2016, la unidad Gestión y Desarrollo del ISAR tuvo un presupuesto de $500,000. En 2017 el presupuesto de esta unidad es de $136,335. Es decir, una diferencia de -$363,665.
          5. En 2016, la unidad “Servicios Culturales Nacionales” —que se encarga de “crear, gestionar, difundir y promover políticas culturales, fomento de las distintas artes, investigación, formación artística, creación popular; asimismo, salvaguardar y velar por la conservación, restauración y protección del Patrimonio Cultural del país— tuvo un presupuesto de $15,276,620.
            El decreto aprobado ese año señala que en esta unidad se incluyeron $400 mil para financiar proyectos, según Dictamen No. 78 del 26 de noviembre de 2015, emitido por la Comisión de Hacienda y Especial del Presupuesto de la Asamblea Legislativa:
  • Proyectos en Sitio Arqueológico Tehuacán: $75,000.
  • Fortalecimiento de la Orquesta Sinfónica: $75,000.
  • Inversión en Teatro Nacional de San Miguel: $100,000.
  • Capital semilla para el Fondo Nacional Concursable para la Cultura y el Arte: $50,000.
  • Promoción y fortalecimiento a artistas nacionales: $100,000.

El presupuesto aprobado para 2017 en esta unidad contempla un incremento de $315,430, para un total de $15,592,050, pero no existe información específica sobre proyectos especiales a financiar (como en el caso de los $400 mil detallados en 2016).


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