Natalia Lafourcade y la recompensa a la paciencia

Luego de un primer intento fallido (en el que debió posponer su presentación), Natalia Lafourcade —la cantautora mexicana conocida por canciones como “En el 2000”, “Ella es bonita”, “Amarte duele” o “Nunca es suficiente”— se presentó en El Salvador el fin de semana pasado. A continuación les compartimos la reseña del concierto, escrita por Gabriela Rivera.


Por fin, el pasado sábado 2 de julio tuve la oportunidad de ver en vivo a una de mis artistas latinoamericanas favoritas: Natalia Lafourcade. No soy una persona de segundas oportunidades. La verdad es que no estaba 100 por ciento segura de que fuera buena idea ir al show del pasado sábado en CIFCO. Las razones eran varias: la primera, el haberme quedado con mi alma y corazón destrozados por la cancelación del concierto que estaba programado para 1 de abril  (a dos horas del evento); luego la incómoda experiencia de recuperar mi dinero de regreso (que si la productora daba el dinero o si lo devolvía Todoticket); y, finalmente, la tardanza para reprogramarlo. Pero hay un universo que te manda  gente para guiarte por el camino correcto. Y a mí, pues, me mandó a mi amiga María José (aka “La China”) a sonsacarme (con entrada en mano) para ir al concierto.

Natalia Lafourcade y su banda ofrecieron un concierto en El Salvador el pasado sábado 2 de Junio. Foto cortesía de Félix Meléndez.

Natalia Lafourcade y su banda ofrecieron un concierto en El Salvador el pasado sábado 2 de junio. Foto cortesía de Félix Meléndez.

Sin embargo, la cosa no empezó tan bien. Lo primero fue encontrarme con detalles problemas de producción. Por ejemplo, el evento de Facebook decía 6:00 pm y 8:00 pm como horas de inicio del show. Entonces, fue llegar a las 7:30 pm y encontrarme con que la banda que daba inicio al concierto aparentemente seguía haciendo prueba de sonido. Tocó entonces casi desfallecer por el calor, pues la ventilación del pabellón rentado no daba abasto para la cantidad de gente ahí reunida. Se trata de detalles que, hasta para una aprendiz de producción, son grandes banderas rojas de cosas que NO podés permitir que pasen con tu evento; y demuestran una gran inexperiencia (o irresponsabilidad) por parte de la productora a cargo.

No me tomen a mal. No es por tirarle pupú a la productora, pero si tenés un evento en pro de los derechos de la mujer —patrocinado por amnistía internacional—, con una artista de la talla de Natalia, y ya le fallaste una vez a la gente (por causas de fuerza mayor), entonces tratás de controlar todas y cada unas de las cosas que has puesto en tu lista de “esto puede salir mal y no debe salir mal”.

Eso sí, el sonido para las bandas fue excelente.

Pero basta de hablar de cosas que pudieron haber destruido mi experiencia por completo, porque la verdad es que esto no ocurrió. Alrededor de las ocho de la noche subieron al escenario las teloneras del evento: “Las musas desconectadas”, banda que (según mi teoría) nació de la unión entre “Las musas batucada” y otra música salvadoreña para crear una agrupación nacional cien por ciento femenina. Se trata de una banda que no se queda corta ante otras agrupaciones que (tal vez) poseen mayor tiempo y trayectoria y que se dedican a la nueva trova. Y no es de menos, Andrea es una artista que cuenta con entrenamiento en artes circenses, teatro y música. Así como también Cesia (batería) y Memena (arreglista y guitarrista) son conocidas por ser multi instrumentistas de la escena.

Su show está lleno de dinamismo y energía, pues cada una de sus integrantes pasa por los diferentes instrumentos con los que cuenta la agrupación. Sus temas giran en torno a la defensa de los derechos de la mujer, el ecologismo, la lucha por la liberación de las 17 y hasta el reclamo por el asesinato de la hondureña Berta Cáceres

Luego de alrededor de 30-40 minutos de set, “Las musas” bajaron del escenario y la producción del show comenzó a transmitir videos de Amnistía internacional. Me llamó la atención uno (de esos videos), en el que salía Robert Smith (líder de la banda The Cure). Sin embargo, una vez más producción nos quedó en deuda. No disponían de una sola pantalla, sino que de tres pantallas verticales, en las cuales reprodujeron un solo video que no logramos escuchar. Una lástima. El tiempo pasaba y Natalia no salía. Notaron que el público empezaba a impacientarse por el calor y por mantenerse tanto tiempo de pie. Y además… ¡POR QUE QUERÍAMOS VER A NATALIA! Sin embargo, no fue ella quien subió al escenario. Fue Flor Villagra, cantautora argentina, también invitada por Amnistía Internacional.

El tiempo transcurría. 10:20 pm, ya con mis ánimos un poco cansados y la paciencia exprimida. Fue entonces cuando (por fin) las luces se apagaron. Sonó “Vámonos negrito” y todos gritamos y cantamos, haciendo notar que habíamos estado esperando por este show probablemente desde mucho antes que el pasado abril.

El primer bloque del show contó con “Hasta la Raíz”, “Lo que construimos”, “Ya no te puedo querer” y “Nunca es suficiente”. Entonces, para el momento de esta última noté muchas caras llenas de lágrimas. Amigas abrazando a amigas, mientras cantaban a gritos frases como “Te perderás dentro de mis recuerdos por haberme hecho llorar” (incluida la mía).

Llegó entonces el tema “Palomas Blancas”, como transición a un bloque menos “despechado” y que constaba de otra gran canción: “Amor de mis amores”, donde el guitarrista que acompaña a Natalia se robó mi corazón con su voz.

Sonó “Amarte duele” y todo adentro de mí se revolvió. Mi cajón de los recuerdos se abrió y fui el ser humano más feliz del mundo: Natalia había tocado mi canción favorita de su repertorio. A continuación llegó “Casa”, otra de mis favoritas; “En el 2000”, una canción que un amigo dice haber esperado 16 años para cantarla en vivo y llorar mientras lo hacía;  y “Un Pato” en versión foxtrot/vintage que me hizo bailar como trompo.

En el tercer bloque del set sonaron “No viniste”, “Ya no vivo por vivir”, “Te quiero ver” y “Mi lugar favorito”. Esta última, una canción que contó con una energía que nos hizo sentir que éramos su lugar favorito en este mundo. Les siguieron “Limosna” y “Aventurera” (del disco “Mujer divina”); y “Ella es bonita”, una canción que según Natalia es resultado de una decepción amorosa entre ella, un tipo y una mujer bonita. Aquello era esperado, pero igual siempre es alegre poder identificarte con el artista que se tiene enfrente.

Natalia no se fue sin antes hacer una llamado por “Las 17” y dedicar “Mujer divina” a María Teresa Rivera (una de las 17 mujeres procesadas por abortar tras sufrir problemas obstétricos) y también a todas las mujeres que andábamos por ahí.

El show debía terminar” con “Ella es bonita”, sin embargo Natalia había llegado a desquitarse y regaló media hora más de un espectáculo que incluyó otras canciones como “Estoy lista”, “Para qué sufrir” y “No más llorar”. Aquello causó que, de nuevo, estuviéramos todas y todos con el alma descalabrada y los ojos llenos de lágrimas, sintiendo cómo Natalia nos regalaba un poco de bálsamo para aquellas heridas de tiempos pasados.

Imagen que demuestra la energía que Natalia Lafourcade ofreció en su concierto en El Salvador. Foto cortesía de Félix Meléndez.

Imagen que demuestra la energía que Natalia Lafourcade ofreció en su concierto en El Salvador. Foto cortesía de Félix Meléndez.

Natalia no solo es una artista llena de carisma, calor humano y amor por su público. Ese mismo público —el salvadoreño— al que no le quedó debiendo nada de la decepción pasada y al que llevó (junto a sus músicos) por una montaña rusa de emociones, lágrimas, abrazos, risa y baile…

En fin. Aprendí que la paciencia tiene su recompensa y me quedo con una reflexión del gran Marc Anthony:

“Valió la pena lo que era necesario para estar contigo, amor”.


*Fotos cortesía de Félix Meléndez.

 

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