¡Muerto Han! ¡Viva Rey!: la nueva época en la monarquía Star Wars

Unas ideas sobre lo que pasa en una galaxia muy, muy lejana, sus causas y el intento de mantenerse vigente a fuerza de la Fuerza.  

Advertencia de Spoiler: Es mi obligación empezar advirtiéndole a quien no ha visto ‘Star Wars, el despertar de la fuerza que voy a contarles todo lo que no quieren saber.

Escribo esto casi una año después de haber visto Star Wars, el despertar de la fuerza y justo dos días antes del estreno de la nueva película de la franquicia, Rogue One: a Star Wars Story. Escribo después de haber leído decenas de críticas especializadas, críticas faranduleras, críticas de pose y cientos de comentarios de butaca en la variopinta viña de la galaxia digital. En cada rubro hay devotos, detractores, mediadores, neutrales, indiferentes y cínicos. Leí tanto desde el principio que me decidí a no escribir sobre el asunto. “¿Para qué?”, me dije. Pero seguí leyendo y caí en la tentación de una idea. Una idea que no encontré escrita, a lo mejor porque es un mala idea o porque me faltó seguir leyendo, pero ya dice Wilde que la manera más rápida de vencer a la tentación es caer en ella.

En 1977, George Lucas, con preclara genialidad y mucha suerte, inauguró un reinado y una época en la historia de la cultura global. Star Wars no fue solo la película de ciencia ficción más exitosa hasta entonces (la mejor la hizo Stanley Kubrick nueve años antes, y se llana 2001: Una Odisea del Espacio), sino también, a posteriori, un hito de mercado y de mercadeo, por lo tanto, un modelo inevitable para la industria del cine que ahora disfrutamos y sufrimos por igual. También es un referente histórico multidimensional que gracias a la normalización de la televisión y lo massmedia en los hogares abarca lo doméstico, lo público y lo político, es decir, lo cultural en su sentido más amplio, y logra instalarse como un hito referencial para una época por demás convulsa. Incluso hay hechos aparentemente triviales que superan lo anecdótico, por ejemplo, el hecho de que la prensa estadounidense apodó Star Wars a la Strategic Defense Initiative (SDI) de Estados Unidos contra la URSS que Ronald Reagan hizo pública en 1983, el año del estreno de El regreso de Jedi, el presunto final de la saga. La gracia mediática alimentó el posicionamiento de Star Wars, ahora como una maniquea metáfora sobre la Guerra Fría, de manera que se hizo referencia, idea y producto permanente en la televisión de entretenimiento y noticiosa de al menos tres generaciones confluyentes que desde entonces incluyen en su refranero varias líneas de estos guiones literariamente mediocres pero cinematográficamente modélicos. En perspectiva, los porqué para todo esto han sido sobreexpuestos durante los últimos 38 años, con repuntes entre 1999 y 2005 provocados por las precuelas, luego por los aniversarios, las remasterizaciones y enmiendos.

Desde 1977, Star Wars es un hecho cultural global y vivo, una monarquía cultural cuyo primer reinado acaba de terminar, y, por lo tanto, uno acaba de empezar: ¡Muerto el rey! ¡Viva el rey!, o bien, ¡Muerto Han! ¡Viva Rey! Y el nuevo reinado le da la espalda a los súbditos más ortodoxos de la franquicia, es decir, a los devotos de las tres primeras películas –que resultaron en los capítulos IV, V y VI– porque es una generación que ya aportó lo que tenía que aportar y ahora se trata de mantener y regenerar una leyenda cultural y comercial para su público futuro que ya está esperando en las butacas, frente a sus smart tv, con las consolas en la mano, con la realidada aumentada en la cara. Por más que los fundadores de la leyenda se quejen ahora de las digresiones e inaceptables innovaciones, Han Solo ha muerto y está enterrado –quizá como Obi Wan Kenobi, por si les sirve de consuelo.   

La anunciación del fin del principio

El indicio definitivo del ocaso del primer reinado se conoció en octubre de 2012, cuando supimos que Disney pagó 4,050 millones de dólares por Lucasfilm y que la transacción incluyó –cómo que no– los derechos de explotación de la franquicia Star Wars, la joya de la corona, la cual había que lucrar lo más pronto posible. Ni lenta ni perezosa, Disney anunció inmediatamente que venían nuevos capítulos y spin off (las historias paralelas de algunos personajes). Dejaron claro que no se irían por el camino oscuro de los remakes ni de las reversiones al estilo de Spiderman, Batman o Mad Max, sino que tomarían el camino de la evolución en secuelas y precuelas, como X-Men o Star Trek. El objetivo de Disney es recuperar la inversión y rentabilizarla al máximo en el menor tiempo posible.

Dejando fuera películas que incluyen superhéroes de Marvel o DC Comics, en la última década el mercado ha sido bastante explícito en la fórmula del éxito mediático, y por tanto taquillero. La fórmula incluye a la audiencia entre 13 y 25 años que acude fascinada a los relatos con insight adolescenciales: rebeldía doméstica, protoanarquía pública, tensión intergeneracional, reclamos de crianza, crisis familiar, disyuntivas románticas, ambivalencias sexuales, elegidos o elegidas con poderes por descubrir y un destino heroico. De Star Wars a The Lord of the Ring; de Harry Potter a The Hunger Games; de Twilight a Divergent; de Los cazadores de sombras a Maze Runner; todas estas sagas aplican la fórmula y, con más o menos éxito, han apuntalado a la industria hollywoodense de los últimos tiempos ayudando a los superhéroes imbatibles que son los que mejor alimentan la taquilla.

Entonces, la suerte está echada para Star Wars en su era Disney. La jugada empieza entronando a una mujer adolescente con evidentes daddy issues, como toda princesa Disney, que remite a las protagonistas de The Hunger Games, Twilight o Divergent. Y, por si fuera poco, la princesa heredera se llama Rey –en inglés y en español, con la carga semántica que tiene en nuestro idioma– que espera/busca un maestro/padre/redentor, y que, por el momento se muestra indiferente al amor y encara una misión más trascendental.

La fórmula ha funcionado financieramente. Un mes luego del estreno, Disney anunció que Star Wars: el despertar de la fuerza ya ocupaba la posición del tercer lugar entre las películas más taquilleras de todos los tiempos con sus 1,730 millones de dólares acumulados en todo el mundo. Desde entonces, y durante todo 2016, hemos sido recetados con dosis intermitentes de rumores y amagos de polémicas sobre el desarrollo de las nuevas historias de Star Wars que se servirán como entremeses entre los capítulos principales. Spin Off se les llama a estas historia paralelas, complementarias, rebuscada a veces, que nos agrandan y complejizan el arco dramático de esta lejana galaxia. Mucho se ha hablado de los personajes ‘nueviejos’, cambios de nombre a la película (que se anunció como Star Wars Anthology: Rogue One), rodajes de última hora por un fallido director cut, avances filtrados, trailer oficiales y mucho mercadeo tradicional por el estreno de Rogue One: A Star Wars Story, una historia que corre libre antes del primer-primer capítulo estrenado en 1977 y desarrolla una línea del primer guión en donde se menciona el robo de los planos de la Estrella de la Muerte, esos que terminaron en R2D2 porque la princesa Leia los puso en él, pero ¿cómo los consiguió la princesa? Pues a eso va esta Rogue One, que está a punto de revelarse.

Pictoline publicó este gráfico que ubica el tiempo de la trama de Star Wars en la que ocurren los sucesos de Rogue One.

Pictoline publicó este gráfico que ubica el tiempo de la trama de Star Wars en la que ocurren los sucesos de Rogue One.

Cosas de familia

Pero claro, para entronar a Rey, el rey debía morir, por eso muere Han Solo en un calco de la escena en la que murió Darth Vader, atravesado por la espada de luz de su hijo –de madre Leia– que lleva una máscara a la usanza de su abuelo porque, al igual que él, fue seducido por el lado oscuro de la Fuerza. Ah… y en un puente para caer al vacío. Cosas de familia. Y es que el tema de Star Wars es y siempre ha sido la familia, familias separadas y enfrentadas, padres ausentes e hijos abandonados, la búsqueda del padre, de hijos pródigos pero irredentos, de rupturas letales y parricidios. Y ahora entra Rey al argumento de la búsqueda del padre, una búsqueda que aportará el leit motiv a la saga que viene salpicada de suspenso a fuerza de equívocos intencionales. ¿Será Han? ¿Luke? ¿Obi? También seremos testigos del temeroso romance entre Rey y Finn, sin olvidarnos de que Poe puede aparecer en cualquier minuto para agregar las ambivalencias románticas que hacen falta al esténcil.   

Lo cierto es que hay una generación que ahora queda huérfana, una legión entera que se quejará y demandará lealtad, pero ya su tiempo pasó. Ahora toca ver desde el rincón a los nuevos predilectos.


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