¿Por qué ‘Moonlight’ fue la mejor película para la Academia?

El domingo pasado se llevó a cabo la 89.ª entrega de los Premios Óscar, una accidentada ceremonia que vio cómo la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (AMPAS) decidió que la mejor película del último ciclo anual es “Moonlight”, dirigida por Barry Jenkins. La cinta además ganó en las categorías de “Mejor guión adaptado” y “Mejor actor de reparto” (para Mahershala Ali). ¿Pero cuáles son los argumentos que dan sentido a la decisión de la Academia? ¿Es realmente ‘Moonlight’ la película que, entre las nueve nominadas, merecía el reconocimiento?


Previo al “Oscargate” con el que finalizó la 89.ª ceremonia de entrega de los Premios Óscar, había dos señales que hacían un tanto predecible que “Moonlight” podría resultar elegida como la mejor película del año:

  • El hecho de que, previamente, el filme dirigido por Barry Jenkins había resultado ganador en la categoría de “Mejor película dramática” de los Globo de Oro más recientes. Es sabido que los dramas cuentan con muy buenas oportunidades de imponerse en la categoría principal de los Óscares, aunque los musicales todavía les superan en atractivo para el voto de los miembros. Sin embargo, para el cierre de la ceremonia habíamos visto que “La La Land” (principal candidata y mayor obstáculo para los rivales) no había ganado en una categoría esencial: la de “mejor guion original”. Mientras que “Moonlight” sí había ganado como “Mejor guión adaptado”.
    Es decir, resulta esencial tener una historia superior si se opta a ser la mejor película.
  • Sumado a esto, Damien Chazelle ya había recibido el premio como “Mejor director” por “La La Land”. Y en los últimos años, los premios de mejor película y mejor director no suelen encajar con el mismo producto. El año pasado, Alejandro González Iñárritu (“El renacido”) no fue el director de “Spotlight”; en el 2014, Alfonso Cuarón (“Gravity”) no fue el director de “12 años de esclavitud”; y en 2013, Ang Lee (“La vida de Pi”) no fue el director de “Argo”.
    Es decir, de los últimos cinco años, solo en 2015 una película ganó como la mejor del año y también se impuso en dirección: “Birdman”, de Alejandro González Iñárritu.

Existen más razones —ajenas a la cinematografía— que podrían mencionarse, como la influencia del impacto social en el tema racial. Entre 2016 y 2017, Estados Unidos ha visto cómo los abusos de autoridades policiales contra individuos de comunidades afroamericanas impulsaron a que nacieran movimientos como “Black Lives Matter”, que continúan exigiendo el respeto de los derechos humanos de las minorías raciales. Y “Moonlight” es un drama propio de la comunidad afroamericana.

El brillo de la película

“Moonlight” es un drama que posee una historia demoledora. No es mi intención hacer spoiler del argumento de la cinta, así que limitaré muchos detalles al respecto. Sin embargo, es inevitable mencionar dos temáticas imprescindibles para raspar la médula del filme:

  • El daño irreversible que sufren personas que en el desarrollo de su personalidad han sido víctimas de bullying.
  • El daño que propicia en un menor de edad la ausencia de cariño y apoyo de parte de sus padres. Especialmente cuando las carencias no son solo económicas, sino también —y principalmente– emocionales.

Afiche oficial de “Moonlight”, la mejor película del año para los Premios Óscar.

 El secreto de “Moonlight” radica en la empatía que la historia genera en todo espectador al que no le sea ajeno el drama de un hogar en el que el infante debe asumir responsabilidades propias de adulto. En esta ocasión—y sin que sea regla general— se trató del triunfo de la crudeza de la vida real sobre la fantasía y la estética adulzorada.

Basada en una obra teatral llamada “In moonlight black boys look blue (A la luz de la luna los chicos negros se ven azules/tristes)”, la historia de la vida de Chiron nos remite a dramas propios de sociedades extremadamente fracturadas. Originalmente escrita como un relato autobiográfico por Tarell Alvin McCraney, la obra era un proyecto para la escuela de arte dramático. Terminó siendo adaptada como guion para cine por Barry Jenkins, el director de la película.

La narrativa es muy importante. Fraccionada en tres etapas de la vida de Chiron, los personajes van y vienen, pero los trascendentales permanecen y aparecen para embestir al protagonista. Surge y desaparece el amor ínfimo de una madre atada a la decadencia de sus adicciones; como también ocurre con el descubrimiento de la sexualidad, que resulta provenir —y para acrecentar el conflicto— del único rayo de luz (¿de luna?) de la amistad en la infancia y la pubertad… con todo su oleaje de inyección de carácter, admiración al único sostén afectivo e, irremediablemente, la traición.

Entre los personajes secundarios destaca la actuación de Mahershala Ali (en el papel de Juan), quien encarna la dualidad del mentor (un narcotraficante altruista) que construye la coraza necesaria para sobrevivir a la dureza de un mundo demasiado cruel. Para el actor significó el boleto al premio Óscar (“Mejor actor de reparto”), pero para la película fue un punto de unión trascendental entre dos etapas del desarrollo del carácter del Chiron, algo que irremediablemente deberá afrontar en un ambiente como el de Liberty City, Florida (¿recuerdan Grand Theft Auto 3?).

Otra actuación destacada es la de Naomie Harris en el papel de Paula, quien encarna las debilidades de una madre aplastada por las adicciones y agobiada por la responsabilidad adquirida sin remedio como madre soltera. El personaje está muy bien construido y Harris sabe transmitir lo que la historia demanda de él.

“Moonlight” ganó en un año donde las nominaciones hacían prever que los Óscares estaban destinados a pintarse de blanco. Sin embargo, en la ceremonia vimos cómo ganó una película iraní (“El Cliente”), cuyo director (Asghar Farhadi) se negó a asistir y se vio obligado a enviar un mensaje de dignidad en nombre de su país (y todos los pueblos insultados por las políticas de Donald Trump); vimos una ceremonia en la que Gael García también encumbró la dignidad de México y Latinoamérica; entonces, siendo congruentes con la empatía política de la coyuntura actual estadounidense… lo mejor era que ganara “Moonlight” y no “La La Land”, por simple karma en favor del drama de las minorías raciales.


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