Mis dos respuestas a Grey

Cincuenta Sombras de Grey es un tema ambivalente. Cada vez que me lo cuestionan tengo dos respuestas.

La primera respuesta parte de mi creencia firme en la igualdad de géneros.

Quienes hayan leído el libro  o visto la película, la cual es fiel al argumento de la obra, verán en ellos la clásica telenovela mexicana, en donde el protagonista, rico, poderoso y guapo, pero con múltiples traumas infantiles, seduce a la pobre, virgen e inocente; pero aquí todo es aderezado por lo descriptivo de BDSM.

El BDSM es el acrónimo que se refiere al Bondage, práctica de realizar ataduras sobre el cuerpo humano con fines estéticos y sexuales; a la Dominacion: la pareja designa un rol dominante y uno de sumisión; Disciplina, que se relaciona con reglas y protocolos  rígidos y consensuados de prácticas sexuales; Sadismo, práctica en que la persona obtiene placer causando dolor, humillación e incomodidad; y Masoquismo,en donde el placer viene del dolor y la humillación.

Todas estas práctica llevan implícitas tres bases fundamentales: seguridad, sensatez y consentimiento mutuo. El problema es que en esta historia la protagonista nunca llega a dar su consentimiento explícito.

Por lo tanto,  intentar fijar en el público la imagen de una adecuada relación de pareja partiendo de este ejemplo no generará conductas saludables en nuestra cultura sexual, ni mejorará la educación en igualdad.

La segunda respuesta,  que es mi respuesta como sexóloga clínica, conocedora de que el primer motivo de consulta en nuestro país es la falta de deseo sexual:  ¡50 Sombras de Grey es magnífica!

La falta de deseo, o deseo sexual hipoactivo, es la ausencia o disminución de pensamientos o fantasías sexuales y de interés de iniciar un encuentro sexual en presencia de adecuados inductores externos del deseo, que son todos aquellos que activamos con los sentidos.

Nuestra educación sexual, como en todo país latinoamericano,  ha sido desde siempre escasa y restrictiva, con un marco histórico arraigado al machismo, la pobreza y la religiosidad. Los temas del erotismo y las fantasías sexuales rara vez son abordados en el seno familiar; de hecho se evitan a toda costa, como una forma de dominio patriarcal.

La capacidad de fantasear es una herramienta importantísima a la hora de la motivación sexual; es la elaboración de un constructor mental que puede representar el objeto puntual de nuestro deseo.

La pareja inicia actividad sexual con poca memoria erótica, realizando prácticas estereotipadas y sin autoconocimiento. Su educación (por lo general pobre, coito-céntrica, marcada por la doble moral y la sexualidad negativizada) suele ser la puerta de entrada a su vivencia.

*Alicia Corleto es ginecóloga y sexóloga.

*Alicia Corleto es ginecóloga y sexóloga.

Y si no se nos permite fantasear, autoerotizar o sentir placer, obviamente la rutina, el tiempo y el estrés anularán nuestra creatividad sexual, nuestro potencial erógeno y la necesidad de placer, haciendo cada vez más difícil mantener el deseo sexual.

Por todo lo anterior es que la falta de deseo es la principal causa de consulta clínica en el área de la sexología en nuestro país.

Creo que leer o ver 50 Sombras de Grey hará que los cerebros de muchas personas, su primer órgano sexual, se impregne de nuevas ideas, pensamientos y fantasías,  los cuales mejorarán el deseo sexual,  y ayudarán  a disminuir, quizás un poco,  la principal disfunción sexual.

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