Martín (con tilde en la “i”) O’Malley

El exgobernador de Maryland y exalcalde de Baltimore se lanzó el 30 de mayo como aspirante a la candidatura presidencial de Estados Unidos por el partido demócrata. Los primeros análisis dicen de él, nieto de inmigrantes irlandeses, que su ideario político se ubica a la izquierda del de Hillary Clinton, la candidata a vencer; que su récord promigratorio puede granjearle el favor del voto hispano y de otras minorías; y que, a pesar de todo su tiempo como funcionario, por ahora es bastante desconocido más allá de su estado. Con los salvadoreños de Maryland, Martin O’Malley ha tenido intercambios constantes, positivos todos. En El Salvador, cuando visitó el país en 2013 aún como gobernador, el precandidato se topó con algunas de las intolerancias de los sectores estadounidenses más conservadores, esos a los que pretende enfrentarse en la presidencial de 2016.

El escueto boletín de prensa que aún cuelga en la página web de la embajada de Estados Unidos en El Salvador da cuenta, en cinco párrafos, de la visita que el entonces gobernador del estado de Maryland realizó al país centroamericano el 9 de diciembre de 2013. Dice que Martin O’Malley se reunió con funcionarios de CEPA para hablar de la ampliación del aeropuerto en Comalapa, que se reunió con el entonces presidente Mauricio Funes y algunos miembros de su gabinete y que habló con gente de la Cámara de Comercio salvadoreño-americana. Lo que no dice ese boletín es que el demócrata, entonces estrella ascendente del partido de Obama, también visitó la tumba de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.

A O’Malley le pasó lo mismo que a Obama en la previa de su visita a El Salvador: funcionarios diplomáticos, en Washington y en la embajada en San Salvador, les aconsejaron con vehemencia que no visitaran la tumba del arzobispo mártir, porque su figura “divide al país”. Tres personas que estuvieron al tanto de ambas agendas confirmaron las reticencias de algunos estadounidenses a la figura de Romero.

“Hubo quien en la embajada (estadounidense en El Salvador)le dijo que no fuera a ver a Monseñor, y que no se acercara demasiado a Funes y al Frente”, dice un exfuncionario salvadoreño que conoció de aquellas conversaciones y aceptó contarlas a condición de que no se le identificará. Otros dos exburócratas, uno salvadoreño y otro estadounidense, confirman esa versión.

Pero O’Malley fue. El gesto, al que los medios salvadoreños entonces se refirieron en notas secundarias, pasó desapercibido en los grandes medios estadounidenses, como el resto de la agenda. Los votantes salvadoreños de Maryland, no obstante, tomaron nota.

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Martin O’Malley en una campaña política por la gobernación de Maryland. Foto tomada de Flickr, con licencia de Creative Commons.

En este estado de la Unión, aledaño a Washington, DC y frontera histórica entre el sur esclavista y el norte secesionista, vivían en 2013 cerca de 150,000 salvadoreños, según cifras oficiales. La mayoría de ellos vive en los dos condados del sur que limitan con la capital, Montgomery y Prince George´s. Y la mayoría, de acuerdo a censos partidarios internos, votan por los demócratas.

Maryland es, además, uno de los estados en el que los salvadoreños han logrado mayor representación política formal: en el senado estatal hay dos nativos del país centroamericano y en la casa de delegados (cámara baja) hay otra. El pasado 8 de mayo, además, Rocío Treminio López, también de El Salvador, juró como alcaldesa de Brentwood, en el condado de Prince George´s, la primera hispana desde que el pueblo se fundó hace 122 años.

La mujer que ocupa una silla en la casa de delegados de Maryland se llama Ana Sol y es una de las principales referentes hispanas en la política local. En 2013, cuando Martin O’Malley viajó a El Salvador, ella fue una de las que le aconsejó llevar, entre los puntos de agenda, la posibilidad de establecer vuelos de bajo costo desde el aeropuerto de Baltimore hasta el de Comalapa. El gobernador llevó el punto a CEPA.

O’Malley no es más gobernador de Maryland, dejó de serlo en 2014. Su delfín, Anthony Brown, perdió la elección ante un republicano, Larry Hogan, quien, fiel a sus promesas de campaña, ya hizo algunos recortes en presupuestos sociales de los condados más grandes en aras de aliviar el déficit fiscal, que a finales de 2014 llegaba a 1.2 millardos de dólares.

 

Desde que lanzó su precandidatura, O’Malley se ha concentrado en dos cosas: aparecer como una opción más liberal, de izquierda, que la Clinton, y como el aspirante más comprometido con la causa de los migrantes hispanos.

Para lograr lo primero, el exgobernador ha defendido los programas sociales que promovió cuando mandaba en Maryland, los cuales según sus críticos dejaron el hueco fiscal que, entre otras cosas, hizo ganar a los republicanos.

En el tema migratorio, O’Malley no ha dudado, de nuevo, en acudir a su récord: durante su gestión Maryland aprobó extender licencias de conducir a indocumentados y el suyo fue uno de los primeros estados que aprobó ayudas económicas para jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran pequeños, los llamados dreamers.

No es arriesgado decir, tras leer cifras del censo estatal recogidas por el Pew Hispanic Research Center, que fueron los salvadoreños quienes perfilaron las políticas migratorias de O’Malley en Maryland: los de El Salvador son mayoría entre el 80% de “no-mexicanos” que forman la población hispana del estado.

Ha sido también el tema migratorio el que más ha utilizado O’Malley para distanciarse de Hillary Clinton. “Su récord es radicalmente diferente al de ella”, dice en el sitio web del candidato, quien no ha dudado en recordarle a la exsecretaria de Estado y ex primera dama que ella abogó por la deportación de los niños indocumentados sin compañía que llegaron a la frontera sur de Estados Unidos el año pasado.

Para un demócrata el tema migratorio, uno de los que más preocupa a los votantes hispanos según Pew, es crucial. Los ciudadanos con apellidos como González, Ramírez o Hinojosa han sido cruciales para este partido desde 2008, cuando Barack Obama ganó por primera vez su boleto a la Casa Blanca.

Martin O’Malley lo sabe: ya grabó un anuncio en español, ya salió en una entrevista en Univisión y ya contrató a la mujer que sirvió de enlace hispano en la primera campaña de Obama.

Dice uno de los exfuncionarios que siguió de cerca el viaje del entonces gobernador de Maryland a El Salvador que ya en 2013 O´Malley tenía bastante claras sus ambiciones presidenciales. Si era así, y visto a la luz de la carrera presidencial hacia 2016, haber viajado al país de origen de la minoría hispana más importante del estado en que construyó su plataforma migratoria parece, hoy más, una buena idea.

Foto principal: Martin O'Malley durante su visita a la tumba de Monseñor Romero en diciembre de 2013. Cortesía.

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