Los juicios mediáticos en El Salvador

La justicia es un ideal por el cual luchamos, por el que muchos han muerto buscando crear condiciones institucionales en pro de la misma. En nombre de la justicia también se cometen atrocidades; por eso, es contrasentido que cada quién tome la justicia por su cuenta.


Las garantías constitucionales son el fundamento para lograr la justicia. Los juicios bien habidos garantizan la presunción de inocencia de los acusados, pero en El Salvador se practican otro tipo de juicios, siguiendo otras reglas que se alejan de la justicia, ¿Cuáles son estos juicios? Son los juicios que declaran culpables sin escuchar razones o causas; son los juicios mediáticos, los utilizados para manipular a las masas, alimentar el fanatismo y la polarización. Los juicios mediáticos se aprovechan de las condiciones, causan mucho daño, y están lejos de la justicia.

Los juicios mediáticos garantizan un trato desigual y cruel. En estos juicios no importa quién es inocente, se declara culpable por defecto, salvo que tenga recursos para probar lo contrario. Los derechos son abolidos por decreto del editor o el propietario del medio de comunicación. En los medios, muy pocas veces escuchamos la palabra imputado para referirse a quienes son acusados de violación; más prefieren decir “enviado a la cárcel por violación”, creando la sensación de ser culpable, y pocos medios profundizan para delatar las falsas acusaciones. La defensa en estos juicios es limitada, mayormente cuando no se tiene acceso a recursos mediáticos. La policía y la fiscalía forman parte de estos juicios: con gran dedicación muestran a los acusados cuando han sido arrestados, pero les falta entusiasmo para decir cuántos de estos casos estaban sustentados en información falsa o distorsionada; así prefieren que queden desprestigiados los afectados por estos juicios mediáticos.

Además, en los juicios mediáticos la tecnología y la dirección editorial de los medios son esenciales. La tecnología en sí misma es virtuosa, pero con el potencial de ser letal si se utiliza inadecuadamente. Así las tecnologías de comunicación e información tienen la bondad de facilitar la coordinación y el entendimiento, pero también son un medio de destrucción de la imagen de las personas y las instituciones. La dirección editorial que impone un lenguaje manipulador caracteriza algunos medios de comunicación. Los medios que usan este lenguaje abonan para debilitar la credibilidad de las instituciones del país. La población juzga algunas instituciones con información que distorsiona los hechos, como ha sucedido cuando se ha dicho que el Procurador de Derechos Humanos solo defiende pandilleros, sin informar cuáles son sus funciones y que en realidad está cumpliendo la obligación que la ley le impone. Estos juicios son muestras del abuso del poder que ofrece la tecnología y la libertar de expresión.

El consumo del morbo, por su parte, también sustenta los juicios mediáticos. Los medios de comunicación, cuyo código de ética se rige por las reglas del mercado, encuentran en los juicios mediáticos una forma efectiva de atraer y mantener altos niveles de audiencia. Los altos niveles de audiencia son una mina de riqueza para los medios, pues permite vender con más facilidad, en mayores volúmenes y precios más rentables, los espacios de publicidad. Los medios que se han olvidado de su función social ven en la audiencia una masa de consumidores de información acríticos, quienes pueden ser manipulador sin pudor y sin temor a represalias; así, estos medios tienen poco interés en rectificar, salvo que tenga una obligación legal para hacerlo.

Adicionalmente, la participación de los políticos y los líderes de opinión son clave en los juicios mediáticos. Los juicios mediáticos sobre personalidades de la vida nacional son los preferidos para los políticos y los líderes de opinión. Los políticos encuentran así una gran oportunidad para hacer propaganda negativa de sus adversarios, aunque esto no les permita sumar seguidores, al menos diezmar el caudal potencial de votos del adversario. Algunos políticos prefieren manipular las masas, y antes que enfrentarse en debates serios prefieren las aseveraciones sin demostrarlas. Por otro lado, entre los líderes de opinión hay quienes solo repiten la información distorsionada que aparece en los medios masivos o incluso algunos toman como fuente no contrastada las redes sociales. Estos opinologos son una especia de amplificador de la manipulación.

Finalmente hay que agregar que, si bien los juicios mediáticos no siempre llevan el propósito de dañar, sí causan daños difíciles de reparar. El daño social se manifiesta al diezmar la confianza en las instituciones. Algunos se atreven a decir que los partidos no sirven para nada, que son un objetivo a destruir, sin considerar lo catastrófico que puede ser la alternativa de la antipolítica; otros arremeten contra la Sala de lo Constitucional despiadadamente, cada vez que no les agrada sus resoluciones, sin considerar la privación de justicia que resultaría de su destrucción. El desprestigio de las personas no solo daña a la personas, sino que afecta a la famili, y a los espacios donde se desenvuelve, dificultando la interacción social. En suma, los juicios mediáticos debilitan el Estado y minan la cohesión social, acrecentando la vulnerabilidad frente a las amenazas que asedian a El Salvador. Conviene entonces cesar estas acciones, cultivar el dialogo y el debate, garantizando los derechos constitucionales.

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