Las futbolistas

¿Que hasta en el fútbol hay discriminación contra las mujeres? Claro que la hay. Hasta en el fútbol. Mucha discriminación. Dentro y fuera de la cancha. Las pioneras como la brasileña Marta Vieira da Silva, mejor jugadora del mundo cinco veces consecutivas, la alemana Birgit Prinz o la estadounidense Alexandra Morgan han hecho historia por abrir el espacio para las mujeres en el fútbol profesional. Pero falta mucho todavía para esta modalidad del balompié.

E

l fútbol ha evolucionado, sin duda alguna. Los partidos entre selecciones de los primeros mundiales que quedaron grabados para la posteridad son un buen parámetro para medir ese progreso ante al fútbol actual. La búsqueda de contiendas más justas con el apoyo de la tecnología para los árbitros habla bien de ese desarrollo. Y se pueden enumerar muchos goles a favor del fútbol en las últimas décadas. Para mí, uno de esos golazos que revolucionaron este deporte para siempre fue el ideal de la universalización del fútbol que concretó el expresidente de la FIFA, Joao Havelange.

Lo de Havelange es digno de mención. Eso sí, sin querer excusarlo de que también terminó salpicado por la corrupción de la FIFA al final de su vida, el brasileño fue el visionario de esa globalización futbolística que culminó en la profesionalización del fútbol en regiones marginadas antes de los años setenta, como Asia y África; en el establecimiento de las categorías sub-17 y sub-20, y en el cultivo del germen del fútbol femenino actual. Incluso se interesó en profesionalizar también el fútbol centroamericano, mediante la CONCACAF, pero el proyecto de FIFA no fue bien recibido. Mi papá, que en los años ochenta y noventa fue miembro de la Comisión de Arbitraje de la FEDEFUT, me contaba cómo en El Salvador, un país cuya afición históricamente exige resultados sin enfocarse en los procesos, los planes de desarrollo del fútbol de la federación internacional se fueron como llegaron: nada.

Las futbolistas también han sufrido ese abandono y en mayor escala. En una entrevista con Alejandra Herrera, salvadoreña que fue la capitana del River Plate y que llevó a sus chicas a ganar el torneo nacional argentino y a las semifinales de la Copa Libertadores de Suramérica, descubrí que ni siquiera en latitudes con mayor desarrollo para el fútbol las mujeres se libran de ese olvido sistémico por sus federaciones y sus ligas. En Argentina, me contó Alejandra, la falta de apoyo para el fútbol femenino limita la internacionalización de sus jugadoras. Y así, con la ausencia de un mercado internacional dinámico, las futbolistas están casi condenadas a jugar en sus países de origen y las historias como la de Alejandra, una salvadoreña en la liga argentina, se vuelven únicas.

Pero Alejandra me reveló más detalles tristemente sorprendentes: “La falta de apoyo empieza por lo económico. Las chicas de Argentina en la selección hace poco estaban en una competencia, en una eliminatoria, y no se les cumplió con los viáticos, no se les cumplió con las condiciones que necesitan para poder entrenar (como transporte, tener una cancha de alto rendimiento, los instrumentos para poder desarrollarse bien a nivel de selección). Todavía se ve una decadencia en el fútbol femenino. Y esos problemas se ven a nivel latinoamericano”. Y entonces Alejandra dejó salir una frase fulminante: “Si lo vive Argentina (un país donde el fútbol es como una religión), nosotras en El Salvador lo vivimos el doble o el triple”.

Alejandra residió tres años en Argentina y regresó a El Salvador. Ahora juega en la división femenina del Alianza FC, el Alianza Woman. La liga salvadoreña, mucho más pobre y marginada que la argentina, le sirve para no oxidarse. Pero también sabe que al quedar en los primeros lugares de la liga puede jugar la Concachampions de mujeres. Este torneo regional es una vitrina para equipos europeos que tienen mejor institucionalizado el fútbol femenino. El sueño de Alejandra, que ya hizo historia en Argentina, es jugar en un equipo de España.

El fútbol salvadoreño está por demás descuidado y corrompido. No solo en lo que respecta a la selección nacional y a la federación, sino también a su liga de Primera División. En Revista Factum, en 2017, publicamos sobre las graves carencias del fútbol nacional, desde la perspectiva de su liga privilegiada. Con nuestras publicaciones, corroboramos las causas de por qué el fútbol salvadoreño es tan malo. Y al abordar la institucionalidad, descubrimos cómo se ignoran de forma sistemática las condiciones favorables para que los futbolistas se desarrollen y se formen como atletas profesionales.

Lo más fuerte viene en las propias palabras de Alejandra: si en el fútbol masculino salvadoreño las cosas andan tan mal, pese a ser el más privilegiado, el escenario para el fútbol femenino en este país, que es casi marginal, es definitivamente deplorable. En este país, de los doce equipos de la Primera División, solo el Alianza tiene equipo de mujeres. Allí juega Alejandra.

La liga de mujeres salvadoreña tiene dos categorías: la sub-17 y la sub-23 o mayor. Los nombres de los equipos son Alianza Woman, AD Legends, CD Imder, CD San Miguel, Guazapa FC, Escuela de Fútbol Santa Tecla, Escuela de Fútbol Soyapango, Escuela de Fútbol Canarias y ADFA Usulután. ¿Ustedes ya sabían, amables lectores, de lo que estoy hablando?

Podría apostar que muchos salvadoreños no saben que este domingo 15 de julio, el día de la final del Mundial de Rusia 2018 entre Francia y Croacia, en El Salvador también se disputaron las semifinales de la liga femenina de fútbol. Podría apostar a regalarle una entrada a la final de la liga de mujeres a cualquiera que me diga qué equipos son los que están en semifinales, dónde, a qué hora jugaron y si los de este domingo fueron los partidos de ida o de vuelta. No corran a buscar el sitio de la liga femenina en internet. Las futbolistas también son ignoradas en este país y no solo por su federación o sus ligas, la noble afición no ha aprendido a hincharles a las chicas.

¿Cómo crear condiciones de igualdad en el fútbol masculino y femenino? No se me ocurre otra forma, como aficionado, que apoyando. Comprando entradas, yendo a los partidos. Empujar a que el deporte sea rentable para los inversores y le metan recursos. Desde la grada, esas son soluciones efectivas. Poco o nada se hace desde Twitter y Facebook, o con memes que cuestionan por qué un jugador gana más que una jugadora. Ni el tuit, ni el post ni el meme van a subirles el salario a las futbolistas ni a mejorarles sus condiciones.

Ellas son jugadoras profesionales y en su competencia también ofrecen espectáculo. Y de lo que se paga por el espectáculo salen los salarios. Yo lo he vivido como aficionado del Águila. Me he prometido que hasta que no se retire la dirigencia incapaz de Pedro Arieta y todo su séquito, yo no vuelvo a pagar una entrada al estadio para ir a ver a mi equipo. Hasta el momento llevo una temporada cumpliendo con fidelidad. Ahora, a la inversa, querer ver un fútbol bonito y ayudar a que las chicas tengan mejores condiciones también pasa por ir a verlas jugar.

¿Que el fútbol de mujeres es menos vistoso? Espero que quien lo diga lo haga con conocimiento de causa. ¿Que cada quién con sus gustos? Pues, claro. Pero si me gusta el fútbol, de verdad, no siento que pierda mi tiempo viendo un mascón de mujeres. Yo ya hice mi exploración. He estado viendo partidos y leyendo sobre equipos y jugadoras. Desde diciembre pasado que tengo el FIFA 18 para la PS4 y a pesar de que el videojuego trae un torneo internacional femenino con las selecciones de varios países, he de confesar que ni por accidente se me había ocurrido jugar el torneo de mujeres. Para escribir esta columna me puse a jugar con Alexandra Morgan y su selección estadounidense contra las aguerridas italianas. Partido empedrado. 3-3 al final.

Es chivo el fútbol de mujeres. Estoy empezando a hallarle gusto. Ya me sé el nombre de un par de buenas jugadoras referentes en sus países. Y también pudo ser que después de acercarme no me haya gustado, pero lo diría con conocimiento. Esto no se trata de ser poser, o defender tal o cual ideología. Se trata de un deporte, que ayuda a la salud, fortalece el espíritu sano de competencia, aleja de la violencia, crea valores, entretiene y también es un negocio.

Ahora, la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres sí es una exigencia y obligación institucional de la Federación Salvadoreña de Fútbol. Y debemos presionar por que en todas nuestras áreas futbolísticas de selecciones: la de mujeres, la de hombres, la Sub-20, la Sub-17 y hasta la de playa (ojalá ya haya chicas jugando fútbol playa profesional) los recursos y condiciones sean parejos. Y si llega a haber privilegios para unos -porque no lo olvidemos nunca: es una competencia y siempre habrá premios para los mejores-, que nunca sea a cambio de la precariedad de los demás.

Aquí es donde vienen los aplausos para la Federación de Fútbol de Noruega, que en 2017 decidió igualar los salarios para las selecciones mayores masculina y femenina. ¿Se puede? Pues allí tienen el ejemplo noruego. El otro año es el Mundial en Francia. El primer paso será la eliminatoria centroamericana (a disputarse del 27 al 31 de agosto próximo). De ahí saldrán dos boletos para el premundial de Concacaf, que otorga tres boletos y medio para el máximo torneo. La Federación Salvadoreña tiene la obligación de brindarles a nuestras futbolistas todos los recursos posibles para clasificar a este máximo torneo y hacer un gran papel. Las debe tratar como lo que son: profesionales del fútbol.

Pero la búsqueda de esa igualdad de condiciones se pierde de repente cuando nos vamos a las ligas locales de los países, con clubes que son privados, que trabajan con los deportistas bajo contratos y que no están obligados a mantener una igualdad de condiciones ni de forma interna en cada uno de sus equipos, ni de forma interrelacionada entre sus categorías. Aquí entonces viene a colarse aquella denuncia de la diferencia salarial entre los brasileños Neymar y Marta Vieira.

Claro. Pero es que el Paris Saint Germain pagó una cantidad pornográfica de 222 millones de euros para hacerse de los servicios de Neymar, un jugador que ante los ojos del mundo fue a agarrar de cama el pasto de los estadios de Rusia en lugar de hacer fútbol. Y es que en este meme podían estar Marta o Morgan como podían estar Mbappé o Cavani, dos de los compañeros de Neymar en el PSG. La afición francesa se quedó asombrada cuando en febrero de 2018 el periódico L’equipe publicó todos los salarios de la Ligue 1 de Francia. Neymar gana más de 3 millones de euros mensuales. Ese salario cubre lo que ganan Mbappé (1.5 millones) y Cavani (1.54 millones) juntos. Así de ridículo: el artista de los piscinazos se lleva a la bolsa cada mes lo que ganan dos grandes jugadores como Cavani, que hizo maravillas con Uruguay en este mundial, y ya no se hable de Mbappé, que fue factor decisivo para el campeonato del mundo que recién ha conquistado su selección.

El problema de la comparación es que se tomó como base el salario absurdo y sobredimensionado de un jugador que cada vez demuestra que solo es un cascarón. Y ese ya no es un problema de género. Sí tiene mucho que ver con lo que mueve al mercado de ligas europeas y de cómo grandes capitales han visto en los clubes de fútbol una gallinita de los huevos de oro. Porque Neymar quizás no sea el gran jugador que se idealiza, pero vende muchas camisetas y es imagen segura para muchas marcas. Publicidad. No fútbol. Y entonces el problema para la búsqueda de la equidad en las condiciones para hombres y mujeres se complica.

Porque el fútbol entonces, allá en aquellas grandes ligas europeas, para ciertos clubes es un negocio redondo que compra marcas y nombres, figuritas de cartón, y que poco les importa gastar millones de euros o dólares -al gusto del cliente- cuando les regresan a sus manos esos mismos millones multiplicados por diez o por veinte. Poco importa el fútbol, poco importa la igualdad entre los futbolistas, menos les va a importar la igualdad de género y la nivelación de salarios. Y eso que estamos hablando de grandes ligas europeas que tienen división de mujeres.

Pero es innegable, también, que las mujeres ganan la mitad que los hombres en el fútbol de liga. Neymares aparte, el top de lo top histórico para las chicas han sido los salarios de 500,000 euros que ganaba Marta Vieira en el 2017 con el Rosengard de Suecia y los 450,000 euros de Alexandra Morgan con el Lyon de Francia. Los buenos jugadores promedio en Europa pueden cobrar el doble que las mejores futbolistas. Eso es evidente. La brecha, en todo caso, debe ir cerrándose de forma gradual, como ha sucedido hasta ahora. Los grandes inversores están viendo que en Europa sí se consume fútbol femenino y que poco a poco hay más números a favor en sus cuentas. América aún está lejos de eso.

En El Salvador, como les repito, solo el Alianza FC tiene al Alianza Woman. Ningún otro equipo de la Primera División tiene cuadro femenino. Si usted es aguilucho, fasista, firpense, etcétera, presione a la dirigencia de su equipo favorito y hágale ver que el fútbol femenino puede ser un gran negocio. Probemos. No hay que cerrarse. Apoyemos a las chicas. Hay quienes juegan tremendo. En una gambeta le pueden quebrar la cadera a cualquier tronco que las critique porque supuestamente no juegan bien. El fútbol es para divertirse y lo puede jugar todo el mundo. La visión universal de Joao Havelange -la corrupción de la FIFA la dejaremos para otra columna- debe prevalecer.


P.D.: Por el gran fútbol de Alejandra y aunque yo sea aguilucho, en mujeres le voy al Alianza Woman. Y ahora que he recibido la excelente noticia de que Arieta por fin deja la dirigencia del Águila, tengo una nueva exigencia: no vuelvo a pagar una entrada hasta que el Águila abra su equipo femenino: CD Aguiluchas (les regalo la patente).