Las cinco mentiras más famosas

Ellas: lo primero que vi fue su sonrisa

Ellos: lo primero que vi fueron sus ojos

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¡No mientan! Lo primero que él vio fue el tamaño del escote si estaba sentada, las nalgas si iba caminando, y lo que nosotras vemos es el tamaño de los brazos. Bueno, lo ancho de la espalda… ¡está bien! … el tamaño del paquete.

Entiendo que no será el tema para las primeras conversaciones en pareja donde estamos más preocupados de mantener las máscaras de amabilidad, paciencia y personas abiertamente comprensivas; pero en algún momento de honestidad entre ambos, recomiendo decirse esas verdades como un pequeño empujón de autoestima para el otro y para la relación. Después de todo, lo que les gusta –y lo que no- de la otras personas, es algo que ya le contaron a sus respectivas amistades.

 

Ellas: me duele la cabeza

Ellos: estoy cansado

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Ya sé, ya sé, no debería retomar frases comerciales para un tema tan serio como inventar excusas para no tener sexo;  pero siempre me he preguntado: ¿por qué no podemos decir la verdad?

— Ahora no tengo ganas. ¡Así de simple!

— Bebí mucho y no tengo erecciones

— ¡Me siento gorda y no quiero ni quitarme la ropa!

— Me encontré a mi ex y ando de malas (y no, no significa que tenga dudas de ti)

— Me ha salido un barro en el ombligo

— Ando con la regla y no quiero besarte, solo matarte

¿Lo ven? Es fácil decir la verdad, lo que ocurre es que sabemos que el ego no nos dejará. Sería impensable semejante despliegue de honestidad cuando esa verdad incluye fluidos corporales, inflamaciones, vergüenzas corporales, flacidez, vellos no deseados, etc. Todo esto según las revistas, películas y novelas que nos enseñan a mentir para resguardar un poco el misterio ante el otro. Probablemente el amor no sobreviviría ese tipo de compartir.

El único problema es que si abusamos mucho de estas mentiras anti-sexo, se creerán ciertas y nos pasará lo de Pedrito y el lobo que al querer decir la verdad, no nos van a creer.

 

Ellas: hace un buen tiempo que no lo hago

Ellos: hace mucho no me enamoro

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¿Qué pasa con querer parecer puros ? Esas dos frases cada vez son más un pick up line (frase de cajón usada para ligar). ¿Será que cada vez estamos juzgando y siendo juzgados por nuestras relaciones?, ¿quizás el número de parejas que tenemos nos está definiendo sobre otros aspectos?  O a lo mejor la herencia religiosa (la que sea) sigue pesando al momento de elegir pareja y usamos el tema de inactividad sexual como carta de presentación…

Con seguridad, la otra persona pensará:

— Se está guardando para la persona correcta (¿tal cosa existe?)

— Si es responsable con esto, lo es con el resto de su vida (¿qué tiene que ver?)

— Si le digo que no he tenido sexo en un año, me va tener más ganas (¿y  funciona?)

— Si le digo que me estoy cuidando, pareceré el hombre ideal (no, no funciona)

Es decir, sí es posible que pase, pero todavía no. Sí es una meta, pero hay que esforzarse. Llegaremos a eso, pero hay que demostrar que vale la pena. Ese juego de ‘ver y no tocar’ sigue moviendo los hilos del interés del otro para alargar su estadía en nuestro presente.

Antes estaba segura de que alargar la espera influía mucho en cómo sería el resto de la relación; ahora ya no estoy tan segura. Creo que si alguien se quiere ir o se quiere quedar, así lo hará. Poco importa lo demás.

 

Ellas: nunca he visto porno ni me gusta

Ellos: tú eres mi mayor fantasía

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Claro, resultaría impropio de una señorita de buenos modales y familia decente aceptar semejante barbaridad. Y por supuesto que para un hombre no es un tema de conversación fuera del bar donde se junta con sus amigotes. Pero honestamente, desde esa primera revista que nos pasaron bajo el pupitre en la escuela o el primer VHS que nuestros amigos sacaron de la mochila, estamos en el mundo porno.

Ni siquiera me voy a extender tanto en este punto. Sobre todo en la era de la internet donde un par de clics bastan para abrirnos esa puerta.

¿Por qué nos avergüenza hablar del tema?, ¿por qué algunas mujeres lo toman como infidelidad, incluso el catálogo de Victoria Secret’s? Ninguna persona, hombre o mujer, debería mentir sobre tener fantasías. Hay formas de decirlo y momentos oportunos:  son pequeñas sazones que dan sabor a una relación.

Pero hay que aprender a recibir estos mensajes de la pareja. Ni nos están comparando, ni nos quieran cambiar, ni significa que ya se aburrieron (supongo).  Yo lo veo como salir a jugar todas las tardes con tus vecinos: a veces es un juego, al siguiente día será otro. Los mismos vecinos, diferentes correteadas.

Y no solo hablarlo. Con la prudencia justa y el tiempo oportuno, estas travesuras entre dos sí pueden funcionar sin que suponga drama o vergüenza.

 

Ellas: nada

Ellos: nada

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Esa respuesta es el mayor indicio de un futuro crimen. Es una señal, una precognición, aviso, pista, síntoma o atisbo de un mal porvenir.

¿Por qué no podemos decir la verdad cuando nos preguntan ‘qué pasa’? Les muestro:

— Me siento molesta por algo que me pasó ahora…

— Es que odio a mi jefe. Fijate que…

— Me da celos que tu ex te siga escribiendo. ¿Eso es necesario?

— Ando hormonal. Nada contra ti (¡importante!)

— Me da inseguridad que te esté hablando y estés viendo tu móvil. ¿Hablamos después?

— La verdad es que no te quiero ayudar a mover los muebles

— Me incomoda eso que haces en la cama

— Quiero que no vuelvas a dejar la toalla mojada en el piso o mañana te secas con un trapeador

Nunca entendí por qué a algunas personas –no voy a generalizar en hombre o mujer- les gusta que les estén rogando para sacarles a cucharadas algo que les molesta.

Una amiga me decía: “me molesta que no me regale rosas”. Cuando yo le preguntaba si él lo sabía, ella argumentaba que ya debería saberlo, que es obvio, que eso hacen los novios, que si le pedía rosas de regalo ya no serían una sorpresa para ella. Es decir, no solo el tipo debía regalarle flores, también debía adivinarlo para que fuera una sorpresa que saliera de él. Sin ninguna pista. Vaya tarea de brujo.

Mi madre me dijo una vez que si quería rosas, debía sembrarlas, pedirlas o comprarlas. Y ya.

¿Qué nos han hecho las telenovelas? Nos han dejado a la mujer en un punto donde dependemos de una galantería porque pedir un detalle “nos arruina la sorpresa”. Y las mujeres suponemos que no existen los detalles para un hombre porque ellos deben ser los detallistas, los que resuelven, los que ya saben todo.

No le tengamos miedo a usar palabras, a inventarlas, mezclarlas. Un amigo me decía que le tenía miedo al silencio entre él y su novia; pero yo le tengo más miedo a ‘nada’ como respuesta. Me hace entender que estoy con alguien que no sabe expresarse, que no sabe pedir y por lo tanto no me sabrá entender.

Cuando escuchen un “¿qué pasa?” ya no contesten “nada”. Respondan.  Que ese no es buen momento, que les da vergüenza decirlo, que salgan a caminar juntos para despejar la mente, que da miedo decir la verdad, que no tiene que ver con la relación pero sí afecta. ¡Algo!

Cuiden el tono de voz;, pero eviten la ‘nada’ porque se acumula y luego cuesta desenredarla.

 

 

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