La Minga que germina en Kentucky

Agricultores latinoamericanos y estadounidenses trabajan la tierra para compartir sus productos y experiencias.

Desde hace  cuatro años un grupo de hombres y mujeres consolidaron La Minga, una cooperativa agrícola integrada por personas de diferentes orígenes y pensamientos. El proyecto está cautivando a otros grupos similares a este concepto, incluso la Universidad de Kentucky trabaja con los miembros de este grupo para aprender su dinámica de trabajo.

El plan lo consolidó el salvadoreño Nelson Escobar y el hondureño Elmer Zavala. La idea atrajo a Karla y Sonja Wallace, propietarias de la finca Moncada la cual alberga a La Minga. Este grupo es dirigido por Escobar, quien radica en el sur de los Estados Unidos desde hace cinco años.

Escobar tiene experiencia en trabajos comunitarios tras dedicarse a ello en su natal país. La tierra la trabajó desde los 14 años. Antes de la década de los ochenta trabajo como voluntario en la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños. Luego laboró en la Confederación de Cooperativas de El Salvador. “Me siento realizado de conectarme con mi trabajo en este país (EE.UU)”, comentó. Carla y Sonja Wallace propietarias de la finca e integrantes de La Minga coinciden que la tierra debe beneficiar a más personas y que el cultivo de alimentos en conjunto es parte de un programa más amplio de justicia, convivencia y conexión con el mundo. 

La Minga además de apostarle a los cultivos orgánicos también organiza reuniones sociales esto con el afán de conocer mejor a sus integrantes y los métodos que han utilizado para adaptarse mejor a los Estados Unidos. Este grupo está conformado por miembros originarios de El Salvador,  Nicaragua, Honduras, China, México y Estados Unidos.

No reciben salario por su trabajo y las cosechas se las reparten entre los miembros de este colectivo de manera equitativa.

Algunos restaurantes de la ciudad de Louisville, la ciudad más importante de Kentucky, con cerca de medio millón de habitantes, se abastece de los productos orgánicos de La Minga.

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La Minga es una palabra que proviene del “quechua”, un idioma nativo de los Andes de América del sur. En la práctica  La Minga consiste en realizar trabajo comunitario con el objetivo de participar  y  las ganancias de estos esfuerzos conjuntos se distribuyen equitativamente entre sus miembros. En algunos países como en Colombia se utiliza este concepto para reivindicar sus derechos o denunciar injusticias.

El proyecto es de interés local. La Universidad de Kentucky realiza algunos trabajos conjuntos con los miembros de La Minga. Medios alternativos como The Permnial Plate  y Common Dream, realizaron algunos reportajes de este innovador proyecto en el sureño estado.

Hace tres años Community Farm Alliance  (CFA) un grupo dedicado a los temas de justicia y la agricultura se unió a La Minga. Actualmente Escobar forma parte de la directiva de CFA.

Los avances son más que notorios, pero sus miembros de La Minga, están conscientes que falta mucho por hacer. Cada año organizan un festival para recaudar fondos para la compra de equipo al cual le han llamado “El festival para cultivar esperanza”, (The Growing Hope Festival).

En la fiesta se ofrece música y comida preparada por sus integrantes de esta cooperativa. Se invita a la comunidad y se pide una donación sugerida para continuar con los proyectos. Ese día se realiza un torneo de fútbol soccer, los participantes de este encuentro deportivo son originarios de México, Honduras, El Salvador y Guatemala.

“La idea es invitar a más gentes a que estén interesadas en la agricultura”, afirma Escobar.

El principal reto que enfrenta este grupo es el tiempo y el dinero para realizar algunos proyectos. Pero esto no les quita el espíritu de ser un colectivo. Sus miembros para subsistir tienen otros trabajos nada parecidos a la agricultura. Sin embargo la calendarización de actividades agiliza y optimiza sus resultados.

En la finca se ha sembrado papa, frijol, melón, Zucchini, chile dulce y picante, tomate, cebolla, ajo, cilantro, rábano, alverja, repollo, lechuga, zanahoria y remolacha (betabel) entre otras verduras y legumbres.

“La Minga” es un espacio abierto para todo tipo de personas emprendedoras. Actualmente lo conforman cerca de 15 miembros y una organización. Además de ello también están invitadas mujeres de La Casita. Se prevé que en l futuro se adhieran más integrantes de otras nacionalidades e intereses sociales.

La Minga comunitaria

Elmer Zavala de Honduras afirma que le gusta formar parte de este proyecto porque es una forma más fácil de adaptarse a Estados Unidos. “Me gusta la idea de cultivar productos para todos, cada miembro va compartiendo su trabajo”, expresa.

“Son productos sanos que no afectan ni a la salud ni a la tierra, nuestro reto son las plagas ya que las combatimos sin utilizar productos químicos, pero esto requiere de un doble esfuerzo”, reitera Zavala.

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La germinación de La Minga

Antes de llamarse La Minga, Carla y Sonia Wallace ya tenían el concepto de este proyecto comunitario. “Habíamos hablado sobre el deseo de que practicar la agricultura orgánica, creemos que la tierra debe beneficiar a más personas y que el cultivo de alimentos en conjunto es parte de un programa más amplio de justicia. Carla expresa que ofrecieron este proyecto a otro grupo de agricultores pero no se mostraron interesados.

El proyecto se consolidó cuando las hermanas Wallace conocieron en sus clases de español al salvadoreño Nelson Escobar.

Carla explica que el nombre de la Finca Moncada se le atribuye en memoria de la primera batalla de la Revolución Cubana. Nuestro padre era un corresponsal del New York Time en Cuba y fue un defensor de los grandes avances en la atención sanitaria, educación e igualdad de aquel país.

Wallace explicó que esperan que La Minga sea un ejemplo para trabajar conjuntamente con otras personas y de esta cuenta proporcionar alimentos saludables a sus integrantes. “Queremos que La Minga sea un lugar donde hay una conexión con la comunidad, especialmente con las personas que se les niega el acceso a la tierra para trabajar, y la comida sana”, reiteró Carla.

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