La Fesfut sin plan de trabajo para combinados nacionales

Ha transcurrido tan solo un cuarto del año 2017, pero para el calendario futbolístico salvadoreño —a nivel de selecciones— ha significado tres reveses que han golpeado de nuevo las esperanzas y expectativas de la afición: la eliminación de las selecciones Sub 20 y de fútbol playa —cuando ambas estuvieron muy cerca de acudir a una cita mundialista—; y la deplorable participación de la Sub 17 en el premundial de Panamá, el mes pasado, donde recibieron 10 goles en tres partidos. La Sub 20 cerró su camino con una derrota apabullante (6 a 1) ante México, mientras que la Sub 17 cayó ante el representativo la misma nación con marcador de 6-0. La playera, por su parte, fue vencida en una trepidante definición por penales, frente a Panamá. Ante ese panorama, nos preguntamos: ¿qué ha ocurrido después? ¿Qué sucede con los procesos de selecciones inmediatamente después de sufrir una eliminación? ¿Existe un seguimiento o se aborta el apoyo institucional y federativo?

Fotos de FACTUM/Salvador Meléndez


El fútbol salvadoreño palidece. Se enjuta. Yace desvalido frente a la competencia internacional y sin resguardo ante el diluvio de quejas e insultos de la afición. Los procesos de selecciones —especialmente los juveniles— naufragan entre la bruma de la falta de organización y trabajo sistemático. Para lograr la constancia y consistencia en los procesos es necesario desempolvar un catalejo y extenderlo a todo lo que dé. La organización encargada de apoyar y canalizar la ayuda a los combinados menores ha mantenido un letargo operativo en el terreno. Aparece de cuando en cuando con una cesta rota a recoger el talento que se opaca, como resultado natural.

Esa organización lleva por nombre Federación de Fútbol de El Salvador (Fesfut). Existe, respira y vive con el único objetivo de apoyar a los diferentes equipos que representan al país y mejorar las condiciones de trabajo, y en especial las de los combinados de menores, lo cual se plasma en su ley orgánica de “organización privada de tipo asociativo sin fines de lucro”. Pero el pragmatismo observado por los intérpretes del balón señala que, más bien, la Fesfut exhibe una ausencia de planificación metódica y un abandono a los procesos de selecciones. Sin estos procesos, la competitividad ha demostrado ser un espejismo. Prueba de ello es el reciente itinerario en la participación en torneos y competencias a nivel internacional.

Según voces de los protagonistas consultados por Revista Factum acerca de la realidad en la que juegan, ellos concuerdan en un factor en común: al ente federativo le interesa únicamente participar en los torneos internacionales y nada más, como una especie de cumplimiento de cuota; para responder a una obligación adquirida; con la única ambición de asistir para saldar responsabilidades. Asistencia, a secas.

La Fesfut, para este año, ha incrementado su presupuesto en comparación con el año 2016. Para trabajar contará con un total de $3 millones 187 mil 973 dólares. Según una publicación de EDH deportes fechada viernes 30 de diciembre, el Comité Ejecutivo de la Federación tuvo un incremento sustancial con respecto al año pasado. En el documento se especifica el origen de los fondos, y se consignan de la siguiente manera:

  • La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) dio $1 millón 250 mil dólares.
  • Fesfut recibió además $125 mil, proveniente de la Confederación Norte, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf).
  • En concepto de derechos de televisión se recibieron $840 mil dólares.
  • En concepto de patrocinios, Industrias La Constancia proporcionó $125 mil dólares y Telecom $30 mil más.
  • Y de asistencia estatal, $550 mil fueron canalizados a través del Instituto Nacional de los Deportes (Indes).

La partidas que otorgan FIFA y Concacaf son asignadas por el hecho de participar en los torneos y competencias internacionales (organizados por ellos), según consigna la FIFA en su sitio web. La acción de ser parte del calendario le garantiza a la Fesfut la cifra de $1 millón 375 mil dólares solo por presentar combinados nacionales. ¿Requisito único? Asistencia. La competencia deportiva entra en otra materia.

De acuerdo a Jorge Quezada, presidente del Instituto Nacional de los Deportes (Indes), los fondos de esta entidad del Estado dedicados al fútbol deben orientarse al desarrollo de los diferentes combinados nacionales. “(Ese presupuesto) debe ir destinado al fútbol juvenil (sub 15, 17 y 20), fútbol femenino y fútbol playa. Y pago de entrenadores, nada más”, declaró Quezada, quien asumió su cargo en 2014, año en el que redujo considerablemente el presupuesto al fútbol (de $1,7 millones a $550 mil dólares), ya que Indes buscaba apoyar proyectos que estuvieran totalmente claros, con los procesos administrativos correctos.

“Se redujo por algunos motivos… como resultados deportivos. Cerca del 80% de ese dinero estaba siendo utilizado para gastos meramente administrativos, como pago de secretarias y mensajeros, en todo el país. Nosotros evaluamos que no había un impacto positivo en el fútbol”.

–Jorge Quezada, presidente del Instituto Nacional de los Deportes (Indes).

 

Precisamente en el desglose, presentado a la prensa en diciembre de 2016, la misma Fesfut destinó de la partida estatal 75 mil dólares dirigidos a la selección sub 20, según consigna la nota periodística de EDH deportes, es decir con casi dos meses de antelación a la ruta del premundial, celebrado en Costa Rica en febrero del presente año.

Factum intentó (a través de innumerables llamadas telefónicas) concretar una reunión con un directivo del Comité de Selecciones. Por los canales institucionales se intentó saber la postura de la Fesfut respecto a los proyectos, presupuesto y los procesos para este año. En la página web no se ubica ninguna información que brinde detalle de los procesos. Esta revista se apersonó en las oficinas de la Federación con el fin de gestionar una entrevista. Durante cuatro semanas se intentó establecer comunicación. En la primera visita (a comienzos de marzo), la secretaria de la institución dijo que no había nadie del Comité, ya que una delegación se encontraba en suelo norteamericano. Se informó además que una comitiva viajó al sorteo de la Copa de Oro. Esa delegación incluía a la jefa de la Unidad de Prensa, Guadalupe Zúñiga. Hasta el cierre de este reportaje no hubo respuesta de la Fesfut. A través de Katheryn Ponce, secretaria de la Federación, se intentó un nuevo contacto. Ella explicó que no se encontraba nadie disponible, ya que esta vez andaban de viaje en el premundial de Panamá. Durante otro intento, al solicitarle información del presupuesto para selecciones a Josué Hernández, quien se identificó como auxiliar, dijo desconocer del tema. Cuando esta revista dijo que se trataba de información pública, Hernández dijo no estar autorizado para seguir dando información.

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Julio es un técnico que lleva más de una década dirigiendo, trabajando, desarrollando y perfeccionando el talento en bruto, con juveniles, donde se ubica la sangre nueva que mueve al fútbol. Habla bajo la figura del anonimato para evitar roces y represalias de los actuales federativos y sortear cualquier tipo de boicot a su trabajo en el país.

De acuerdo a Julio, sumar la mayor cantidad de partidos internacionales, propiciar giras o gestionar participación en torneos (amistosos) internacionales puede definirse como un proceso, sin aristas complicadas o intrincadas especulaciones. A mayor fogueo internacional, el lozano jugador va construyendo criterios; no solo los que tienen que ver con la técnica con el balón, sino los relacionados con la parte emocional, eso que los románticos del fútbol definen como “el colmillo”. La primera es consecuencia de la segunda y la participación es un complemento de las dos primeras. Juntas, eso sí. Y todas juntas vendrían a constituirse como un proceso.

Julio trabaja de cerca con muchos de los jóvenes que han sido parte de las convocatorias nacionales en las categorías sub 17 y sub 20 de diferentes camadas.  Ha sido un testigo silencioso —y con conocimiento de causa— de los deficientes manejos a nivel federativo y del desbarajuste en el que se manejan los procesos con juveniles.

El punto de encuentro no podría haber sido otro que no fuera una cancha de fútbol, en medio del bullicio de los chicos que entrenaban y se colocaban chalecos de práctica en una sesión vespertina y mientras un grupo de preparadores físicos arengaban a agilizar el calentamiento. El encuentro ocurrió en la primera semana de marzo.

Sin asomo de duda, Julio expone la realidad en la que se encuentran los equipos nacionales juveniles. Ese espacio está marcado por la carencia absoluta de planes, procesos, seguimientos y cualquier cosa que tenga como función un encadenamiento a la consecución de objetivos. Reconoce que su trabajo formativo le ha desarrollado una retina que logra identificar los elementos que los procesos denotan. Esto porque asegura que lo que él forma (juveniles) llega a la Fesfut y así como se entrega, así regresa. “Sin crecimiento”, dirá más adelante.

Sus declaraciones son lapidarias:

“Yo sé que no hay procesos, ni planes. Lo sé por amigos que trabajan en la Federación. No conozco ni de planes, ni de seguimientos o continuidad a estos jugadores. No solo de esta (selección recién eliminada, la Sub 20), sino de la que fue al mundial de Turquía (2013). Y tampoco de la sub 17”.

Jugadores salvadoreños de la Selección Juvenil Sub-17 durante un encuentro futbolístico en las canchas de la Federación Salvadoreña de Fútbol, en la Colonia Escalón, San Salvador, El Salvador, el pasado 27 de marzo de 2017.
Foto FACTUM/Salvador Meléndez.

La experiencia de Lara

En las selecciones juveniles salvadoreñas existen representativos en tres niveles: Sub 15, Sub 17 y Sub 20. Los rompecabezas inician cuando se decide articular colectivos. Ahí es donde las piezas para formar una misma figura comienzan a extraviarse o perderse. Los grupo se arman, viajan, son eliminados y se dispersan. Así vuelve a empezar ese ciclo. Eso durante generaciones. Es lo que sucede en el país.

Un personaje clave para entender el desarrollo de procesos juveniles es el coordinador de selecciones y técnico de la Sub 20, Eduardo Lara, quien en su currículo cuenta haber apadrinado a una de la generaciones más prolíficas de Colombia, con la que consiguió el campeonato Sudamericano sub 20 del 2005. Lara es una persona cuyo bagaje deportivo da cuenta de haber dirigido a estrellas mundiales como Radamel Falcao García (As Mónaco) y Cristian Zapata (A.C. Milán) entre otros cracks que militan en la cúpula del fútbol.

Cuando se le consultó acerca de qué viene después de la eliminación de la Sub 20 en San José, Lara respondió lo siguiente: “Hay que hacer un informe, un balance a los directivos de la federación y continuar con el trabajo. Ahora viene el trabajo con la sub 17. Hay que seguir trabajando. Hay que seguir en esa misma ruta”.

Para Lara es indispensable que la Fesfut brinde las herramientas de trabajo necesarias para ir formando los grupos y generar esos procesos, y por herramienta, el colombiano entiende una única cosa: planes de seguimiento y trabajo, en donde el colectivo se mantenga conjuntado y en constante actividad.

“Estos grupos no se pueden abandonar. Son los grupos que tienen ya que hacer todo el procesos preolímpico. Por lo tanto hay que tener un acercamiento (Sub 20). Hay que seguirlos de cerca. Desde ya hay que irlos acompañando. Así, de esta forma, nos puedan representar en selecciones mayores de buena manera”.

– Eduardo Lara, coordinador de selecciones y técnico de la Sub 20.

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Arnoldo es también un nombre ficticio, pero es con el que, para proteger su identidad, esta investigación identifica a un jugador que fue parte del equipo titular de la Sub 20 que fue eliminado en Costa Rica. No quiere dar su nombre, ya que no desea verse en problemas con la Federación. Él cuenta que antes de iniciar la travesía al premundial, los federativos no mostraron fechas específicas para entrenar como grupo, ni tampoco una calendarización programada, sino que solo se les notificaba un día antes (a través de sus celulares) para ir a entrenar, todos como selección. Tampoco dice recordar que les ofrecieran mayores insumos de trabajo, como lo que supone las actividades de un plan o un proceso. Recibieron balones, chalecos e hidratación; y por hidratación no se refiere a bebidas diseñadas a deportistas de alto rendimiento, sino a bolsas con agua. Mientras se hidrataba después del entreno en el que Factum lo abordó, Arnoldo afirmaba que hasta la fecha no han tenido ningún acercamiento de los federativos para acompañar a la Sub 20, luego de su eliminación.

Mencionaba que en la Fesfut no han tenido acercamiento alguno para mantener la cohesión de esa selección. Además afirma desconocer sobre la existencia de algún proceso. A su parecer, el apoyo no ha sido el mejor y se necesitan procesos de seguimiento. Para él, la sistematización de la ayuda debe consistir en tener una mayor cantidad de fogueos y herramientas para prepararse mejor antes de una competencia.

Un banner instalado en una de las vallas en la Fesfut muestra a jugadores salvadoreños de la Selección Juvenil Sub-17, durante un encuentro futbolístico realizado el pasado 27 de marzo de 2017.
Foto FACTUM/Salvador Meléndez.

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El sol se pone y una brisa refrescaba el ambiente seco del meridiano de una tarde de marzo. En la cancha y sentados en la grama, un grupo de chicos recibía la retroalimentación del entreno que sostenían. Julio, quien tiene estrecha relación con el trabajo que realizan los técnicos del área de Centroamérica, dice que solo la Sub 15 de Costa Rica —es decir adolescentes de 13 y 14 años— ya realizan giras en Sudamérica y Norteamérica.

“Por lo que tengo entendido, en El Salvador no existen procesos que tengan que ver con identificar, reclutar (jugadores), con darle seguimiento. Sí lo hacen para el momento de la competencia, pero eso no genera muchos partidos internacionales. El jugador nacional no cuenta con esos partidos internacionales, porque ni ha sido reclutado por la federación aún”, explica Julio. Al consultarle si, en el caso en que una federación no tiene un plan de trabajo que incluya procesos, considera posible competir, Julio —mostrando un semblante reflexivo—, responde:

“Para mí no. No se puede”.

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Desde 1899, El Salvador acumula en toda su historia futbolística tres participaciones en una Copa del Mundo; dos a nivel superior y una a nivel Sub 20. El mundial es la gala del fútbol, especialmente para el hincha, testigo del himno salvadoreño en la máxima competencia en los mundiales de México (1970) y España (1982). Estas participaciones en combinados de modalidad absoluta; mientras que la selección Sub 20 participó en Turquía (2013).

Puebla, México. 27 de febrero. Fue el epicentro de una de las alegrías que perduran en la memoria del colectivo salvadoreño. “La azulita” vencía —y es válido mencionarlo— con goleada (3 a 1) a Panamá, con lo que sellaba su pasaporte para el mundial de la modalidad Sub 20, en Turquía. En ese premundial de México, aquella selección llenaba los titulares de la prensa deportiva con elogios que enmarcaban su buen fútbol. Y para no defraudar, ese grupo de muchachos se trajo un tercer lugar bien disputado y ganado.

Aquella tarde en el Estadio Cuauhtémoc, El Salvador perdía por la mínima ante un punzante Panamá, que forcejeaba por aguantar ese resultado. Corría el segundo tiempo, y un chico con la camisola número siete desaliñaba a las ‘torres canaleras’ para empatar el cotejo. Luego llegaría un segundo gol cuscatleco. El chico escurridizo sellaba un tercer gol, esa noche. ¿Su nombre? Jairo Henríquez, quien se despachó un doblete que dio la clasificación a El Salvador a su primer mundial en categorías juveniles.

Cuatro años han pasado de aquella gesta, lograda por un grupo que invitaba a algo próximo a la confianza. La capacidad de esa camada ya mostraba evidencia de que se podía ir trabajando de forma sistematizada. ¿A aquel grupo la Fesfut le ofreció un proceso o algún esquema cercano a un plan de trabajo? Jairo Henríquez responde: “¡Qué te puedo decir! Es un proceso que pasa (Sub 20) y después de eso sigue estar en una selección Sub 23; y pues, se pierde mucho tiempo en querer mantener el grupo unido para que tenga continuidad. Eso es lo malo, que no se siguen procesos para una eliminatoria y entonces ya no hay proceso que continúe con el grupo y se pierde todo lo bueno realizado”.

Ese grupo de muchachos entró en los libros de la FIFA al lograr la única victoria que el país recoge en un mundial (frente Australia 2 a 1). Fue debut y victoria. Nada mal, si se considera que en el grupo estaba también el anfitrión y Colombia, una fábrica de talento.

Estadio Huseyin Abne Aker. Turquía, 25 de junio del 2013. Los volúmenes de los escribanos de la FIFA estaban a un paso de apuntar el nombre de El Salvador. El partido se jugaba con más tesón que con balón. A nervio tensado. Australia se adelantaba en el marcador y en una vuelta de tuerca, El Salvador hacía su ingreso en los registros oficiales. Victoria. El Salvador 2 Australia 1.

Lo que pintaba como los cimientos de un cambio de paradigma, terminó con una curva hacia la dispersión. Las coordenadas espaciales marcan la desintegración del colectivo sin importar el rendimiento, talento o garra. El algoritmo ha sido un calco, año con año; agrupar, llevar y olvidar. ¿Qué apoyo hubo para aquel grupo, terminada su participación mundialista?

“¿Apoyo? Lo básico. (Nos dieron) dónde entrenar, comer y así, pero planes de mantener el grupo para una futura selección competitiva, no. Con ninguna categoría se hace eso y por eso se nota mucha falta de trabajo en cada torneo internacional. Se nota y se ve reflejado en cada partido de la selección, al nivel que sea”, responde Jairo Henríquez.

La actualidad muestra un panorama desolador. De los 23 jugadores que acudieron al mundial de Turquía, ninguno fue incluido en el más reciente amistoso de la selección mayor, el empate 1-1 contra Curacao realizado el pasado 26 de marzo. Es decir, claramente no ha habido una continuidad en el proceso de crecimiento de aquellos jugadores a nivel de selección.

Jairo se expresa con una claridad pasmosa. Con él no resulta complicado entender que eso llamado “proceso” es tan real en la cancha como suponer que en las costas de la Libertad yacen reservas petrolíferas. También tiene palabras sobre la élite internacional y las herramientas que la Fesfut ofrece para competir.

“Muy difícil, hay que ser realistas. El Salvador tiene jugadores muy técnicos porque crecen jugando en canchas muy malas que te obligan a mejorar mucho la técnica. Sin embargo, el no tener una buena competencia y no crecer en torneos competitivos impide que nos superemos”, declara Henríquez, quien además recuerda que previo a la participación mundialista, aquel grupo solo tuvo un juego amistoso como preparación.

La situación de “la playera”

Una selección que ha trascendido lo deportivo es la selección de fútbol playa, “la playera”, para los amigos. Se ha alojado en el imaginario nacional, como lo que el psicólogo francés, Serge Moscovici, denominó “representación social”. La historia de la playera es la del concepto del salvadoreño batallador. Se trata de futbolistas que han dado un gran esfuerzo, a pesar de un sin número de adversidades.

Este combinado tiene la dicha de recibir apoyo económico que proviene del Indes. También reciben fondos de parte de los patrocinadores. Con ellos, la Fesfut cumple una función de preceptor. Otorgar insumos, como chalecos, redes, balones y uniformes. Es un apoyo de logística, es decir, dar transporte y alimentación. De la federación reciben viáticos cuando “la playera” debe afrontar compromisos de competencia.

Su director técnico, Rudis Gallo, manifestó que reciben apoyo del gobierno central, canalizado a través de becas deportivas que incluyen las de los 12 futbolistas convocados. A su juicio, ese apoyo ha sido sustancial. Él afirmó que es necesario apostar por la continuidad del proyecto.

“La Fesfut da la parte legal a las selecciones, y siempre hemos tenido el apoyo en ese sentido”

-Rudis Gallo

El técnico de “la playera” menciona, además, que los procesos son diseñados por su persona y que él es el encargado de establecer los planes de trabajo para el grupo. Gallo confirmó que las becas son un incentivo económico, que no pasa por la Fesfut, sino que se hace efectivo por el Indes. Para fortuna de la playera, el recurso económico pasa por otro ente. El funcionamiento de la beca esta pensado solo en los 12 jugadores que son tomados en cuenta en las convocatorias. Una vez fuera, automáticamente el suministro financiero se suspende.

Jugadores salvadoreños de la Selección Juvenil Sub-17, durante un encuentro futbolístico en las canchas de la Federación Salvadoreña de Fútbol, en la Colonia Escalón, San Salvador, El Salvador, el pasado 27 de marzo de 2017.
Foto FACTUM/Salvador Meléndez.

Mito o realidad. El salvoconducto utilizado por la entidad federada ha sido la poca capacidad financiera; la ausencia de recursos económicos; la falta de liquidez para desarrollar los procesos y planes de trabajo a mediano y largo plazo. Se sostiene que los fondos asignados son insuficientes para cumplir con las responsabilidades del desarrollo del fútbol juvenil. Ese es el discurso más o menos repetido durante una seguidilla de administraciones, como si se tratase de una contestadora automatizada, que no pierde una tan sola palabra del estribillo mecánico. Y así sucesivamente para escudar la falta de trabajo planificado y organizado. Ese ha sido el argumento esgrimido por generaciones de directivos, con matices variopintos.

“Sí se necesita recursos. Es básico. Después está en la creatividad, la buena administración y en la forma en cómo se manejan esos recursos con los que se cuenta (dinero). Si el dirigente no tiene los recursos, no debería de esperar que una empresa les dé tanto, debería ser al revés, gestionar los recursos. No basta con decir que no tengo recursos. No es suficiente”, explica Julio.

El dinero es un instrumento de intercambio en el sentido literal, pero el fútbol se las ha ingeniado para sentar una contraposición al peso del dólar. De acuerdo a Julio, saltan a la cancha piezas como la buena administración, el poder de gestión, alianzas estratégicas y un valor arraigado a la plataforma del diario vivir de El Salvador para estirar la cobija: inventiva pura. Son pedazos que, integrándose, pueden suplir lo que el dinero no ajusta. Julio ejemplifica la relación dinero, proceso y plan de trabajo con una metáfora sobre una persona (desempleada) que busca trabajo, pero no se levanta de la hamaca y el salir de la casa a dejar el currículo a esa altura de la metáfora resultaría una quimera. Él explica la importancia que tiene la honestidad y la transparencia:

“Tiene que ver con honestidad, claridad en el manejo de los fondos y antecedentes, porque es difícil que uno le dé una inversión a alguien que utilizó mal un fondo anterior. Es decir, hay que gestionar; pero hay que tener credibilidad atrás de la gestión. Es decir, yo voy hacer esto y cumplirlo”.

También está el caso de Martín, otro jugador que fue parte del equipo Sub 20 que estuvo en el premundial de Costa Rica de febrero pasado. En realidad su nombre no es Martín, pero como con todo el grupo, el acuerdo fue no revelar su verdadero nombre para que relatase con libertad lo que yace en las profundidades de lo que fue aquel equipo.

En esa extracción, Martín mencionaba con detalles precisos que, a la fecha de la entrevista, la Fesfut no había presentado planes de trabajo, y que no estaban entrenando, sino que continuaban con esa curva a la dispersión. Además, Martin relató que aún se les adeudaba los viáticos ($108 dólares a cada jugador), desde el 25 de febrero hasta el cuatro de marzo. Añadió también que el premio que la federación les entregó por haber llegado al premundial fue de 100 dólares. Recibieron, además, algunos productos de parte de los patrocinadores, como ungüentos o sombrillas.

Martín no sabe que en diciembre de 2016, la Fesfut presentó el consolidado de presupuesto para el año 2017, y que incluía un fondo de $75 mil dólares para aquella selección. Solo sabe que al grupo, en total, se le adeudaba $2 mil 160 dólares en concepto de viáticos. Al momento de la entrevista tampoco sabía que una delegación de dirigentes de la Fesfut —y que incluía a la jefa de prensa, Guadalupe Zúñiga— se encontraba en Estados Unidos, en el sorteo de la Copa de Oro, con viáticos de la federación.

Martín solo sabe que en las semanas previas al premundial solo se les dio un fogueo internacional (en Miami) y que no enfrentaron a equipos profesionales, sino que jugaron contra preparatorias o “college”. Y fueron solo dos juegos. Él sabe que la federación les dio viáticos del 17 al 24 de febrero y lo resume así:

“Ellos (Fesfut) no esperaban que llegáramos a la siguiente ronda”.

Y añade: “Si nos ponemos a comparar con otras selecciones, en el partido contra México se vio que (ellos) tienen otra preparación, tienen otras comodidades que le permiten (al jugador) desempeñarse muchísimo mejor que nosotros. Nosotros, en la Federación, nos quejábamos internamente, porque nunca hicimos público lo de las camas que están viejas, que la comida llegaba tarde, que no había aire acondicionado, que agua (potable) no había todo el día… Entonces, quiérase o no, esas cosas terminan afectando. Creo que no se puede competir con las condiciones que tiene la FESFUT”.

[El tono del audio de la declaración del jugador de la Sub 20 fue modificado para proteger su identidad]

 

La situación del abandono a los procesos de selecciones en El Salvador queda un poco clara con las siguientes respuestas del coordinador de selecciones nacionales y técnico de la Sub 20:

—Profesor Lara, ¿la FESFUT le ha presentado un plan de contingencia si sucedía lo que pasó en San José?
— No, para nada. De ninguna manera.
—¿Tiene la FESFUT un proceso asignado para el grupo, a la fecha?
—No. Para nada…

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