La estupidez más grande

En Factum creemos en la libertad de expresión sin cortapisas. Una sociedad sin debate está condenada a morir con violencia. Por eso nos unimos al luto que embarga al mundo desde que ayer al menos tres hombres armados mataron a 12 personas en la redacción de Charlie Hebdo, una revista satírica en París, la capital francesa. Entre las víctimas están Jean Cabut, Georges Wolinsky y Bernard Verlhac, y el editor en jefe, Stéphane Charbonnier.

Los pistoleros, ciudadanos franceses, entraron a la redacción cuando el staff sostenía una reunión. Tras la masacre, salieron del edificio gritando “Allahu Akbar” (Dios es grande, en árabe). Ningún grupo islámico se había adjudicado, hasta hoy en la madrugada, la autoría de la barbarie.

La indignación recorrió las redes sociales y los círculos políticos del mundo durante todo el resto del miércoles. Los principales periódicos y noticieros del planeta dedicaron sus portadas y titulares a la barbarie. “Charlie Hebdo nunca se autocensuró; ningún medio debería hacerlo”, escribió el Wahsington Post en su editorial.

Fue hace muy poco que en El Salvador los brutos, los intolerantes, los incivilizados callaban la disidencia con balas.  Y el fantasma de la censura y la autocensura aún recorre nuestros medios de comunicación, como lo escribió el Departamento de Estado de los Estados Unidos en su informe sobre los derechos humanos de El Salvador para 2014: “algunos editores controlan los contenidos y censuran a sus periodistas”, dice ese reporte.

Charlie Hebdo, según todas las reseñas sobre la masacre escritas en la prensa occidental, nunca se censuró, aun cuando la mayoría de sus contenidos eran duras críticas a los fanáticos religiosos (católicos, judíos o muslmanes) que tanto daño han causado a la huminadad. Por eso mataron a sus cerebros.

En el prólogo de su libro “La muerte anunciada”, sobre la masacre de la UCA en 1989, la investigadora estadounidense Martha Doggett parafresea al general franquista José Millán Astray, quien en un célebre enfrentamiento con el intelectual Miguel de Unamuno gritó “Muera la inteligencia”. Eso pretenden estos fanatismos y totalitarismos: matar el poder transformador de la inteligencia.

Como una forma de homenaje, pedimos al caricaturista salvadoreño Otto Meza que nos permitiera usar, para ilustrar este espacio, una caricatura que publicó ayer en su cuenta de Facebook y que escribiera qué lo movió a dibujar su homenaje personal a las víctimas de Charlie Hebdo. Esto escribió Otto:

“Hay días en que te levantás respirando una bocanada de miseria humana. Este miércoles 7 no fue diferente. Hoy doblé mi lápiz por la tolerancia y por la libertad de seguir ejerciendo esta hermosa maldición de ver la vida en viñetas, aunque incomode y sea irreverente o justamente porque así sea. El desarrollo humano debería medirse por el nivel de humor de la población. Si para esta no hay tolerancia pues quizá me equivoqué de planeta”.

OttoCharlie

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