La cárcel de la colonia San Benito

El expresidente Francisco Flores (1999-2004) solo precisa del aval de una Cámara Penal para volver a dejar las bartolinas policiales de la DAN y regresar al arresto domiciliario en su casa en la colonia San Benito de San Salvador, tal como lo decidió el juez Primero de Instrucción de San Salvador. Flores está acusado de desviar millones de dólares en donativos para su partido político.
Esta es la crónica de la audiencia especial donde se decidió el futuro cercano de Flores. Lejos de la DAN. 

Dos veces. Julio Zamora, el fiscal que acusa al expresidente de El Salvador Francisco Flores de desviar millones de dólares donados al país (y enviarlos a la cuenta de su partido político, ARENA), solo intervino dos veces durante toda la audiencia especial de revisión de medidas que el exgobernante enfrentó, en el Juzgado Primero de Instrucción de San Salvador, el lunes 24 de noviembre de este año. El juez Levis Italmir Orellana decidió, tras una audiencia de hora y media y un receso de tres horas, enviar a Flores de regreso a su casa de la colonia San Benito, en San Salvador, para cumplir arresto domiciliario. Es la segunda vez que Orellana decide lo mismo.

La primera vez que Zamora intervino fue para pedirle a Yanira Ticas –la abogada que acompaña a Luis Morales Joya en la defensa de Flores– que se moviera, porque él no podía ver a los ojos a Juventino Amaya, el cardiólogo que estaba de turno en el Hospital de la Mujer cuando Flores fue ingresado. Desde el 30 de octubre –y no antes, como el doctor se encargó de aclararlo en la audiencia a la que acudió como perito, solicitado por la defensa– Amaya es el médico tratante del expresidente.

Para su segunda intervención, Zamora hizo la única pregunta que formuló en toda la diligencia. Antes de ello, la defensora Ticas había interrogado a Amaya sobre los padecimientos médicos de Flores. El cardiólogo contestó  esas preguntas con expresiones técnicas para explicar la condición de salud del exgobernante. Consciente de su actuación minimalista, Zamora se excusó antes de hacer su pregunta: “está bien lejos la terminología de que yo pueda entenderla”. Luego le preguntó al cardiólogo qué entendía él por una enfermedad “grave”.

Y eso fue todo lo que hizo la Fiscalía. Consintió toda la estrategia de la defensa. No objetó ni el orden en que quisieron presentar a los testigos, ni pregunta alguna, ni cuando la defensa pidió prescindir de uno de los dos forenses del Instituto de Medicina Legal. Zamora, el representante del Estado contra el hombre acusado de infringir contra la administración del Estado, ni obstaculizó el trabajo de la defensa. Eso es, al menos, llamativo, para un hombre al que abogados que lo han tenido de contraparte en otros casos describen como “agresivo”.

En el caso de Flores, es la querella la que hace las veces de Fiscalía. De eso se quejó ante los periodistas la abogada Bertha Deleón, una de las acusadoras particulares acreditadas en la causa contra Flores. “Queremos decirlo públicamente: el papel de la Fiscalía es bastante pobre. Nosotros como querella estamos teniendo que asumir ese papel, velando por la legalidad”, aseguró la jurista. Fue ella quien protestó ante Orellana y quién le pidió los efectos suspensivos de su medida, mientras una Cámara revisa la apelación que Deleón y su equipo deben presentar en un plazo máximo de cinco días laborales.

Es también la segunda vez que Orellana deberá esperar una decisión de la Cámara Primera de lo Penal para saber si su decisión se mantiene firme. La primera vez, el fallo de Orellana solo permitió a Flores estar dos semanas en su casa. Esta vez, la Cámara revisará esa orden antes de que Flores salga de las bartolinas de la División Antinarcóticos (DAN) de la Policía Nacional Civil (PNC).

Incluso Flores fue más detallista y amplio en su intervención que la Fiscalía. El exmandatario, ataviado con la misma chaqueta negra con que salió de su casa aquel 19 de septiembre con rumbo a la DAN, pidió la palabra tras la intervención de sus defensores y de los querellantes para quejarse de las condiciones de su aprisionamiento.

Flores elaboró un discurso en el que evidenció, una vez más, sus dotes de orador, mismos que exhibió ante una comisión especial de diputados que se formó para investigar los fondos donados por Taiwán. Flores fue muy elocuente –como mostró en la comisión con su ya celebré “el dinero estaba en costalitos y se lo entregué a los destinatarios”– en su intervención ante el juez. Por ejemplo, cuando le expresó a Orellana su “voluntad de estar sometido al juicio”, pese a haber pasado 123 días prófugo de la justicia.

El exgobernante se quejó de que, entre el 19 de septiembre y el 24 de noviembre, solo le permitieron salir a hacer los ejercicios recomendados por el doctor cinco días, y el resto de los días –según dijo– lo sacaron a un pasillo de tres metros por 75 centímetros “en el que es imposible hacer caminatas”, y narró con precisión científica las fechas y los números de sus estimaciones. Dijo además que sufrió los primeros síntomas de trombosis el 14 de octubre y que sus abogados demoraron hasta el 30 de octubre en lograr conseguir la autorización para su traslado a un hospital privado.

Dentro de sus vicisitudes, Flores le describió al juez el estricto proceso que se debe seguir en la DAN para obtener medicinas: obtener una receta médica adjuntada a una carta al director de la DAN, conseguir la aprobación del director, que ordena al encargado de la caseta, que, a su vez, pasa las medicinas a la caseta de recepción donde las sustancias son examinadas antes de ser trasladadas a la mesa de recepción. Ahí comparten superficie con cafeteras, platos, agua,  y donde es frecuente que las medicinas se extravíen, mientras aguardan a que los reos las pidan a los custodios quienes deben proporcionarselas, si tienen tiempo. Dos custodios para 30 reos, aseveró Flores, quien tiene las matemáticas ajustadas. Pero esta audiencia especial no era para nadie más.

Las precauciones no son en vano: Flores padece depresión y ansiedad, además de la trombosis, según el doctor Amaya. Uno de los medicamentos que toma para la trombosis, como anticoagulante contiene warfarina sódica, el mismo ingrediente activo del Racumín, un veneno para ratas. Y tampoco es que las precauciones sean solo para Flores. Como tampoco eran exclusivas las otras dificultades que el expresidente describió con lujo de detalles.

“Desde las 4:30 de la mañana, los reos sacan los garrafones en los que orinan y las bolsas en que  vomitan y defecan y las llevan a las letrinas, bajo custodia”, fueron las palabras textuales del exmandatario. Luego los custodios reparten a reos sus alimentos. Y repiten esta práctica para almuerzo y la cena, intercalando con los viajes de desechos a las letrinas. Los custodios no tienen tiempo para cualquier petición extra.

En la celda, que en la descripción de Flores suena a calabozo, no hay luz eléctrica. Esa celda es la misma en la que estuvo recluido el sacerdote español Antonio Rodríguez, un cliente de Deleón, al que ella no pudo conseguirle una audiencia especial como la que enfrentó Flores. “Mi celda, señoría, tiene el tamaño de un colchón”, dijo, algo de lo que Flores se dio cuenta rápido en su cautiverio cuando no pudo ingresar la cama que sus familiares le llevaron el mismo día de su traslado. “La celda está abajo de un tanque de agua”. Hay que sacar constantemente el agua con toallas y escurrirlas en un pasillo donde los reos hacen su higiene bucal y botan otros líquidos residuales de su cuerpo, aseveró Flores. Hay de dos a tres enfermos de chikungunya todos los días, asegura Flores. Hay reos que padecen gastroenteritis y defecan toda la noche en bolsas, reveló.

Todo esto le dio insumos a Morales Joya para invocar el principio constitucional del derecho a la salud, usando una lógica que podría ser útil para sacar de bartolinas a cualquier reo de este país que se enfrenta a diario con situaciones similares. Sin embargo, el abogado no se detuvo ahí. Dijo que su cliente –que fue buscado por INTERPOL con una alerta de difusión roja– no dio ningún elemento que indique peligro de fuga. Arguyó que otros procesados por crímenes contra el Estado, como los casos de CEL-Enel, MOP, RHESSA e incluso los amaños de partidos de fútbol de la selección, gozan de medidas alternas a la detención. ¿Por qué ellos si y Flores no?, razonó Morales Joya.

Además, el jurista soltó una bomba. Dijo que el Reporte de Operaciones Sospechosas (el documento al que muchas veces aludió el expresidente Mauricio Funes cuando quería dar a conocer el caso) no existía. Y para fundamentar ese alegato, citó un reporte de la Fiscalía. El juez validó ese argumento. “El hecho que Fiscalía diga que no existe el ROS no quiere decir que no exista. Si no la tienen ahorita, tienen que requerirla. Sí se sabe que existe, por el momento no está acreditado”, admitió Deleón.

En su fallo, Orellana no solo dio credibilidad a lo que Morales Joya expuso sobre el ROS, sino que también mencionó un reporte del Ministerio de Hacienda en el que se menciona que el patrimonio de Flores decreció después de su mandato. La querella señaló que se trataba de una valoración anticipada de pruebas.

Pero Orellana se extendió aun más. “Sencillamente no vamos a tener frente a nosotros un juez que diga lo que queremos que diga. Este juez no va a ser instrumento de una venganza política. No solo se hace justicia condenando sino también absolviendo”, anunció con aires de premonición Orellana. Consideró que Flores está en peligro de una “eventual muerte súbita”, y que el expresidente es desigual, por ese padecimiento, al resto de reos.

Así es como Flores está a punto de regresar a su casa por una trombosis por la que no necesita hospitalización, una gastritis y una depresión. El Juzgado Primero de Instrucción le autorizó a cumplir su detención provisional en la colonia San Benito, en un proceso en que el juez adelanta criterio, la acusación no acusa, la querella reclama y la defensa prospera.

* Foto cortesía de Centro Judicial Isidro Menéndez.

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