Juego de Tronos (sexta temporada): ¿dónde estamos parados?

La sexta temporada de “Juego de Tronos” —popular serie de televisión que produce y transmite la cadena HBO— está por terminar y nos está dejando muchas cosas interesantes, como suele pasar con esta historia, siempre dotada de elementos mucho más profundos de lo que se percibe a simple vista. No voy a escribir esto para neófitos, lo escribo para quien conoce la serie y tenga por lo menos referencia de los libros y su contenido. Yo mismo aún no completo la lectura de “Festín de Cuervos” y “Danza de dragones”, cuarto y quinto libro de la saga “Canción de Hielo y fuego” (escrito por George R.R. Martin). Sin embargo, el presente escrito sí tendrá contenido spoiler, pensado en aquellos que sí han profundizado en el universo de “Juego de tronos”. Habiendo aclarado eso, empecemos.


Una historia intrincada. Eso es “Canción de fuego hielo”, una historia compleja debido a la cantidad de personajes, los intereses que los mueve, la profundidad histórica y coherente de la narración misma, así como porque —si sabemos leer mas allá de los elementos fantásticos que la adornan— apela siempre a una carga de realismo en el desarrollo de los acontecimientos que describe. Esto hace que los personajes actúen y respondan a situaciones fantásticas con acciones y reacciones que resultan creíbles al lector. De igual forma, “Juego de Tronos”, el show de TV, ha manejado con similar habilidad el mismo tipo de elementos, aunque esta temporada, la sexta, ha forzado a los guionistas a regresar sobre sus pasos en varios puntos de la historia. Esto, creo, puede desubicar al observador descuidado.

Muchos de los acontecimientos de esta temporada toman lugar bastante tiempo antes en el desarrollo narrativo de los libros. Eso no supone un problema, pues las dos versiones respetan la misma historia, aunque manejan sus líneas temporales de forma independiente. Además de ser una manera muy hábil de sortear esta temporada (debido a que sobrepasa a los libros en algunos argumentos), lo consigue sin adelantarse demasiado, corriendo el riesgo de restarle interés al libro que aún no ha sido publicado: “Vientos de invierno” (como si eso fuera posible).

No obstante, aún hay tramas secundarias que en ese “desfase temporal” no parecen encajar o se antojan un poco forzadas, ya que hacen referencia a hechos que ocurrieron dos o tres temporadas atrás. Por ejemplo, la intervención de “La hermandad sin estandartes”. En este punto de la historia —y sin tener forma de cómo introducir a Lady ‘Corazón de piedra’ después de tanto tiempo transcurrido entre la ‘Boda roja’ y los acontecimientos actuales— se me hace extraño y no encuentro por donde encajará Beric Dondarrion y Thoros de Mhir con la trama actual. Sin embargo, como recurso de guión, retomar estas tramas originalmente obviadas me parece que es una salida elegante.

Pero entrando en materia, esta temporada tiene una idea central por la que han pasado los personajes principales: el renacimiento. El más obvio es el de Jon Snow. Después de tanta especulación, Jon renace en el episodio dos, a los pies del muro, esa monstruosidad de hielo en el norte. Lo hace ya no como lord comandante de la Guardia de la Noche (su guardia ha terminado), sino como hijo de Ned Stark, de Winterfell. También ha renacido del fuego (otra vez) Daenerys Targaryen, ahora en el templo de Dosh Khalen. Y lo hace para que no olvidemos que ella es Khaleesi del mar de hierba y recordarnos así la promesa de Kahl Drogo, a la sombra de ‘la madre de montañas’.

Un renacimiento de Hielo y un renacimiento de Fuego. Recordemos que la historia original se llama “Canción de hielo y fuego”. Así que saquen sus conclusiones…

Ha renacido también Bran, quien ahora es el cuervo de tres ojos; ha renacido Arya como sí misma (ya no es Arry, ni es Zarigüeya, ni es un ratón en Harrenhall, tampoco es “nadie”. Ahora es (de nuevo) Arya Stark de Winterfell y vuelve a casa; renació “El Perro”, siempre violento, siempre cínico y sin embargo de alguna forma redimido. Hasta el Tío Benjen renació como el personaje que en los libros se llama “Manos frías”.

Pero no todo ha sido renacimiento. Otros personajes han vuelto disminuidos, como los Lannister, por ejemplo. Cersei y Jaime son una sombra de lo que hemos conocido de ellos. Son niños perdidos en un mundo sin Tywin Lannister, su padre, ya fallecido. Ese contrapeso del poder que fue el Señor de Roca Casterly ya no existe y todo parece ser devorado —como bien predijo la Reina de las Espinas— por las consecuencias de la estupidez de Cersei.

Jaime quiere ser lo único que sabe ser, un caballero, una espada en la mano de alguien más, en manos de su hermana y amante. Pero no sabe cómo; de algún modo quiere ser como Brienne (testarudamente honorable), pero no lo es. Todos le recordaran a la primera oportunidad que él es y será siempre ‘El Mata-Reyes’, perjuro e incestuoso.

Cersei es su furia y nada más, aunque esta vez encarnada en ‘La Montaña– Zombi”. Ella es simplemente ella, la que (para no sorprendernos) escogió la violencia. Punto. Esto me lleva a una teoría muy interesante que circula en internet. ¿Recuerdan la visión de Bran, el fuego Valyrio y el Rey Loco gritando: “¡Quémenlos a todos!”? ¿Recuerdan el episodio 8? El rumor secreto que Cersei preguntó a Qyburn? ¿Recuerdan lo que el piromante dijo a Tyrion durante la preparación para la batalla de BlackWater? Hay fuego valyrio escondido bajo King’s Landing. En los libros, la fortaleza roja ardió (en otro tiempo y circunstancia, pero ardió). ¿En la serie? Esperemos el episodio 10…

En apariencia, Margery renace (también) sumisa, después de corroborar que su hermano está roto y que no puede contar él. Pero también se descubre ante su abuela con un mensaje secreto, como una conspiradora maestra. Aún no sabemos el alcance de su plan. Renace como un poder en la sombra.

Tommen es instrumentalizado por su tío Kevan, por el ‘Gorrion Supremo’, por la misma Margery. Él renace pues como un pelele. Pero sus acciones tienen consecuencias profundas, ya que ha consolidado el poder la fe, eliminó los juicios por combate (y con eso le quitó la ventaja a su madre), cerró la puerta al camino de Cersei, así que, de momento, el protagonismo de ‘La Montaña-Zombi’ ya no tiene sentido.

Kevan Lannister ya no es la sombra de Tywin. Es la mano del rey. Renace como una autoridad dormida que ahora realmente gobierna y tiene una motivación que perdemos de vista: quiere recuperar a Lancel, su hijo (ahora fanático militante de la fe). En el fondo, él quiere aplastar al Gorrión supremo para recuperar a Lancel. Pero Kevan ya no es una pieza en el tablero de Tywin; ha renacido como un jugador en su propio tablero.

Sin embargo, también hay personajes que quieren renacer y no lo consiguen. Sansa…sigue siendo Sansa. En el pasado ha sido humillada, abusada, vejada, vilipendiada y sodomizada. La temporada previa fue maltratada por Ramsey Bolton (a instancias de Meñique, quien la ha manipulado casi desde su llegada a King’s Landing). Lord Baelish la manipuló al punto de intentar seducirla, al punto de convertirla en causa indirecta de la muerte de su tía Lysa (cosa que benefició a Meñique), al punto de usarla como moneda de cambio con los despreciables Bolton. Ella lo sabe. Con una determinación casi infantil le dice a Meñique (en una línea de esta temporada): “si no sabías cómo era Ramsey o eres tonto o eres mi enemigo”. Y dos segundos más tarde se traga, por enésima vez, el anzuelo que le arroja Meñique (un anzuelo del que hablare más adelante). Sansa simplemente no parece renacer. Sansa sigue siendo Sansa…

Los Greyjoy están rotos. Theon es su imagen. Ellos aspiran, ellos ambicionan, quiere renacer pero en el fondo no tienen el poder de hacer nada. Murió su rey, sus “herederos” huyen. Euron Greyjoy, el tío convertido en rey, ambiciona. Entre los herederos, pareciera que tiene más cojones Asha que Theon (literalmente). Los Hijos del Hierro se convertirán en un instrumento en la mano de Daenerys. No obstante, el que Theon aún esté vivo supone que tendrá algún protagonismo importante en el futuro.

Tyrion también sigue siendo Tyrion. Él continúa tratando (en su muy particular forma ver las cosas), de humanizar a Gusano Gris y Missandei. Esta pareja, hasta que interactuó con Tyrion, seguía siendo la de dos máquinas, esclavos de su propio pensamiento bajo la obediencia a Daenerys. Vale preguntarse: ¿Ella realmente los liberó? ¿O pasó a ser su nueva dueña? Ese es tema de otra discusión, pero regresando al auto-proclamado “enano más famoso del mundo”, Tyrion sigue fugitivo, lascivo, brillante… Ya saben, eso es lo que él hace: bebe y sabe cosas.

Personajes como los de Varys, Sam y Gilly, siguen siendo los mismos en distintos escenarios, quizás estén por renacer (especialmente Sam) pero aún no se ha visto. Ramsey es lo que es: la encarnación de la maldad y la locura.

¿Y Meñique? Meñique es el personaje más calculador y maquiavélicamente brillante de todos. Es un personaje que detesto por ser tan perverso. Sabemos que él siempre deseó a Catelyn Tully (Stark), sabemos que manipuló a Lysa Arryn para que enviara la carta que en la temporada uno inclinara la decisión de Ned Stark de ir a King’s Landing, mismo lugar y situación donde Meñique le traicionó, provocando así su muerte. Sabemos que el cuchillo con el que intentaron rematar a Bran en esa temporada salió de las manos de Meñique hacia el aprendiz de sádico, Joffrey, quien (podemos inferir) fue influenciado por Meñique en el burdo intento de asesinato. Sabemos que confabuló con Tywinn Lannister para lograr la traición de los Bolton, que derivó en la famosa ‘Boda Roja’; sabemos que manipuló a Sansa en toda la trama que desembocó en ‘La boda púrpura’, hasta sacarla de la capital y convertirla totalmente dependiente de él. Meñique le robó su identidad. Alayne Piedra la llamó y luego la vendió a los Bolton con engaños. Cuando al volver a encontrarse ella le reclama, Lord Baelish evadió responder y, cómo no, aprovechó para sembrar de nuevo su cizaña:

– Necesitas un ejército para retomar Winterfell —dijo Meñique.
– Ya tengo un ejército —respondió Sansa.
– Es el ejército de tu hermano… Tu medio hermano —aclaró Lord Baelish.

Con dos palabras más logró, de un tajo, separarla de su guardaespaldas: Bryenne. Enviando así a la guerrera a una misión sin futuro y logrando que a partir de ese momento ‘Sonsa’, digo… Sansa, cayera bajo su influencia nuevamente. Ella no ha ocultado su frustración hacia Jon. Le ha mentido y ha escrito una carta secreta. ¿A quién? Lo más seguro es que a Meñique mismo, quien se encuentra, según sus propias palabras, apostado con los caballeros del Valle, dispuesto a apoyarla. Pero Meñique no apoya sin obtener algo a cambio. ¿Qué pedirá? La mano de Sansa muy probablemente y, en un movimiento, satisfacer su fantasía “Catelyn-Sansa”, convirtiéndose así en Señor de Winterfell y protector del Norte, pues Jon (de momento) es un Snow. Que el bastardo ponga la sangre y él se queda con la recompensa…

En seis temporadas, Meñique es el único ganador, por el momento. Ha logrado ser Sr. De Harrenhall (por su acuerdo con Tywin Lannister), Lord Protector del Valle (por su trama con Lysa Arryn) y ahora está a punto de convertirse en ‘Protector del norte’, tal y como parece. Petyr Baelish está acumulando (desde las sombras) más poder que casi ninguno en Westeros. Meñique es perverso.

Ahí estamos parados.

¿Frente a un abismo? ¿Frente a un caos provocado por Meñique? Sí, ya lo dijo él mismo en la temporada 3: “el caos es una escalera”. Pero como también dijo Ser Davos Seaworth:

“No nos engañemos. Esto va mas allá de diferencias por el poder entre familias poderosas. Esta es una guerra entre los vivos y los muertos…¡Y los muertos ya vienen!”


* En una segunda parte daré mis conjeturas sobre qué nos espera en los últimos dos episodios de la temporada.

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