Jarabedepalo ofreció ‘un soplo de vida robado a la muerte’

“Ahora que solo el ahora es lo único que tengo”, sentencia Pau Donés –compositor y líder de la banda Jarabedepalo– en la canción “Humo”. El concierto del pasado viernes 3 de noviembre en San Salvador fue una muestra clara de esto, porque el músico exprimió cada segundo del espectáculo.

Fotos José Jorge Carreón/OCESA México


Pau Donés tiene 50 años. 50 Palos. Su banda, Jarabedepalo, 20 años. El Teatro Nacional de San Salvador, 100 años. Todas estas conmemoraciones se fusionaron para que alrededor de 500 personas disfrutaran de un recital de primer nivel.

Faltaban doce minutos para las ocho de la noche. El teatro estaba casi lleno. Carlos Serpas, autor literario y músico salvadoreño, fue recibido con aplausos. De pie, acompañado solo con su guitarra, Serpas compartió tres temas originales. Entre aplausos, también se despidió.

Acto seguido, la salvadoreña Carol Hills usaría el mismo formato: tres canciones acompañadas con su guitarra. Nuevamente el público recibió y despidió cada tema con aplausos y respondió a la interacción generada por la artista.

Las dos escenas anteriores pueden parecer irrelevantes, pero pocos años atrás todavía era común el abucheo y los insultos a los músicos nacionales que daban apertura al espectáculo de bandas internacionales. Afortunadamente, parece que pasamos página.

A las 8:21 de la noche, el teatro estaba complemente lleno y la pantalla al fondo del escenario mostraba un vinilo girando con la leyenda “50 palos  (…y sigo soñando)”, título del libro publicado por Donés a inicios de este año. “50 Palos” también es el nombre de su gira actual y del último disco publicado por Jarabedepalo, cuyo nombre ahora se estiliza así, de corrido, sin pausas.

El espectáculo que estaba a minutos de iniciar, explicaría el catalán más adelante, era producto de la destrucción y reconstrucción de los temas más queridos y más famosos de  Jarabedepalo. Además incluye un tema nuevo. Y todo fue ensamblado para esta gira en un formato minimalista e íntimo.

Jarabedepalo se presentó por segunda ocasión en El Salvador.
Foto cortesía de OCESA/México.

Los músicos que acompañaron a Pau (voz y guitarra) esa noche fueron: Jaime Burgos, en el piano; Andrea Amador, en el violonchelo; y Jordi Verica, en el bajo. Todos talentosísimos.

El tema elegido para abrir fue “Mucho más; Mucho mejor”, que dio parte del espíritu del cantante que en 2015 fue diagnosticado con cáncer de colon y que en 2016 anunció que estaba limpio. Sin embargo, en febrero pasado tuvo una recaída en su enfermedad.

Le siguió “Dicen” y luego “Tiempo”, para la cual el líder de Jarabedepalo se puso de pie. Con el público animado, finalmente saludó. Un par de piropos al teatro que esa noche lo recibía y luego bromeó con que no pudo haber sido hecho por un español, porque no sería tan bonito.

Para ese momento estaba comprobada la acústica del lugar, una elección afortunada para el formato del recital, ya que permitía apreciar cada detalle de los temas. Además de que cada canción estaba acompañada por cuidados visuales y luces. Todo para un viaje del que aún faltaban 19 estaciones.

“Depende” fue el tema siguiente, coreado masivamente. Con agregados en el coro: “Depende, ¿de qué? No sé. El mundo al revés”. Entonces pasamos de la acústica a la electrónica, con el tema “Estamos prohibidos”, y luego viceversa para “Déjame vivir”.

Entonces Donés pidió palmas flamencas al público obediente, aunque este no hiciera gala del mejor manejo del compás. Era el preámbulo para la canción “Mama”. Quizá por ello, por la falta de sincronía, la violonchelista abandonó su instrumento y dirigió de pie las palmas de los asistentes para el siguiente tema: “Bonito”.

Foto cortesía de OCESA/México.

Foto cortesía de OCESA/México.

Foto cortesía de OCESA/México.

El show transcurría agridulce, nunca demasiado alegre ni demasiado triste, en un punto intermedio que describiría bien las canciones siguientes: “Hoy no soy yo” y, sobre todo, “Humo”. Esta última es la canción que abre el disco promocionado. Su autor contó que Jarabedepalo se debe a sus fracasos en el amor, y que siempre que compone una canción a una mujer es con la esperanza de que vuelva, sin conseguirlo. Pero con “Humo”, canción dedicada a la vida, finalmente funcionó.

Las siguientes en aparecer serían “¡Yep!”, “Qué bueno” y “Me gusta cómo eres”. Los asistentes seguían en la mano de Donés, quien no tardó en seguir ganando simpatías. En cada pausa, alguna mujer le gritaba un “Te amo” o “Guapo”. Jugando bien sus cartas, dedicó “Agua” al público femenino, que respondió con gritos.

La narración de anécdotas acompañaba a casi todos los temas. Luego de “Completo incompleto” siguió “No te duermas”, cuya historia contó en clave, tomando en cuenta a los niños presentes. Básicamente nació de una noche en la que su acompañante le dijo: “Cariño, no te duermas, no hemos terminado”. 

La destreza de los músicos quedaba demostrada con cada canción. Para “Te miro y tiemblo”, el solo de violonchelo fue ovacionado. Continuaron “El lado oscuro” y el cover de Celia Cruz, “Dos días en la vida”, dedicada a su memoria. 

Finalmente sería el turno de “La Flaca”, la canción más exitosa y por tanto la más quemada del repertorio. Pero los arreglos para la ocasión le dieron un nuevo brillo. Pau contaría que gracias a esa composición, hace 20 años, ellos se habían encontrado con su público. Porque fue la que los hizo mundialmente conocidos.

Foto cortesía de OCESA/México.

Foto cortesía de OCESA/México.

Foto cortesía de OCESA/México.

Llegó la despedida y con ella los gritos del público con el clásico “otra”.

Regresaron y bromearon al aceptar que no saben para que juegan a lo mismo todas las noches. Luego dedicaron el concierto a un salvadoreño residente en Estados Unidos llamado Luis Ayala, con quien han trabajado varias giras. Detallando que parte del cariño al país se debe a la amistad que tienen con él. También aprovecharon para agradecer a los organizadores por la paciencia, ya que aseguraron que el trato con la banda es complicado.

El penúltimo tema de la noche fue “Tú me hacías sonreír”. Y el cierre llegó con “Grita”,  que fue coreada de pie por los asistentes.

Poco después de las 10:00 de la noche, San Salvador despidió a Jarabedepalo con aplausos masivos; quizá conscientes de que cada canción había sido “un soplo de vida robado a la muerte”.

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