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Pastora cristiana salvadoreña: “se necesitan más iglesias abiertas donde la gente no sea juzgada”

La salvadoreña Rhina Ramos dirige el Ministerio Latino de la Iglesia Unida de Cristo en Oakland, California. Siendo ella misma lesbiana, fue sacudida por la masacre de 49 personas de la comunidad LGBTQ en Orlando y emprendió una misión pastoral para llevar consuelo a las familias y amigos de las víctimas, que pese a la tragedia todavía son rechazados y marginados por las iglesias.


Cuando yo me odiaba a mí misma por ser una lesbiana, era homofóbica fundamentalista Cristiana bautista. Mi Dios era estrecho y condenador. Cuando acepté quién era, hice contacto con un Dios más abarcador y amoroso que me devolvió el sentido de divinidad. Para todos mis amigos cristianos que claman condenación por un amor, no lo entienden, los desafío a abrir su corazón a una gracia que es mayor que ustedes y yo, y demanda amarnos a nosotros mismos como Dios nos ha amado”.

La reverenda salvadoreña Rhina M. Ramos, fundadora del Ministerio Latino de la Iglesia Unida de Cristo (UCC, de denominación protestante independiente y progresista) en Oakland, California, compartió esa reflexión en su perfil de Facebook pocas horas después de conocer la noticia sobre la masacre de 49 personas, la gran mayoría latinas de la comunidad LGBTQ, en la discoteca “Pulse”, de Orlando, Florida.

El sangriento atentado -que ha sido calificado como “terrorismo doméstico”- sacó a luz, de nuevo, temas que dividen a la opinión pública estadounidense y mundial: el control de armas, las libertades civiles y los derechos de la comunidad LGBTQ. Y pese al luto nacional y la masiva respuesta solidaria, escribo estas líneas una hora después de que el Senado bloqueó cuatro propuestas de ley encaminadas a impedir que personas sospechosas puedan comprar armas de guerra.

“Las armas de rápido uso es un problema, pero el problema más grande es la motivación para disparar, el deshumanizar a un grupo de personas y considerarlos dignos de morir y no dignos de vivir libres”, dijo Ramos con preocupación.

La reverenda llegó a Estados Unidos siendo una niña y es abogada de profesión. Su vocación por ayudar a la comunidad LGBTQ la impulsó a formar parte de la junta directiva de la Oficina de Asistencia Legal para la Diversidad Sexual de El Salvador (ALDES), la cual promueve la salud, seguridad, dignidad y derechos humanos de sus miembros y personas y VIH positivas por medio de su empoderamiento legal.

Antes de regresar a Oakland, compartió por medio electrónico su tristeza al percibir el ataque de Omar Mateen como “un crimen de odio, destinado a eliminar miembros de la comunidad LGBTQ y además latinos/as”. Ese día pasó escuchando noticias y tratando saber más, comunicándose con miembros de la comunidad de fe que dirige para ver cómo estaban. El lunes, junto a una compañera de trabajo en la Gay-Straight Alliance Network (GSA Network), redactó un comunicado de prensa en español dirigido a la comunidad latina LGBTQ de Orlando: “A ustedes, les queremos recordar que son seres completos, son seres amados, y que son creación divina. Nuestra existencia es resistencia”. (Comunicado completo aquí).

Una semana después, presidió un servicio en memoria de las 49 víctimas mortales de Orlando en la iglesia Plymouth UCC, de Oakland, y viajó a Orlando para apoyar la labor de consejería, la cual fue ofrecida en el Camping World Stadium por miembros de la Windermere Union Church. “Los verdaderos héroes son personas como Marcelino Rivera y Nancy Rosado, puertorriqueños que están en Orlando. Ellos han estado ayudando a las familias desde el primer día; han tratado de proveer apoyo para que los fondos lleguen directamente a quien lo necesitan y movilizaron a su iglesia americana a ayudar”, destacó la pastora.

Rivera, Zoe Colon y Rosado, ex sargenta de la Policía de la Ciudad de Nueva York -vicepresidenta de la organización Misión Boricua de Orlando- fundaron SomosOrlando para canalizar ayuda destinada a las víctimas y sus familias. Entre las personalidades que se abocaron a ayudar figuró la actriz Ellen Page, conocida por su programa Gaycation, en el cual explora la forma de vida de la comunidad LGBTQ en ciudades y países.

“Aquí (en Orlando) hay una iglesia en cada esquina, pero no atienden a latinas y latinos, y si los atienden son en su mayoría conservadoras y homofóbicas”, relató Ramos. En su misión pastoral, conversó con las familias de dos víctimas mortales, escuchó el dolor y la frustración no solo por la pérdida de una forma tan trágica, sino por los mensajes de odio e intolerancia que emanan de sectores conservadores, tanto políticos como religiosos.

Aldo Gallardo es una mujer transgénero que pertenece al ministerio latino de la reverenda Ramos en Oakland, y creció en Tampa, Florida, donde la mayoría de latinos son inmigrantes del Caribe. Ella destaca la importancia de la agrupación religiosa porque “el concepto de una iglesia ‘open and affirming’ no existía, y el concepto de un iglesia con pastora queer y con la mayoría del grupo que sea queer/trans para gente Latina sí que no existía”.

A partir de la masacre, Aldo espera que la gente siga demandando por cambios a las leyes, más recursos, educación sobre los géneros y sexualidades, y más visibilidad de líderes LGBTQ Latinos. “Florida, como el resto de los estados en el sur de los Estados Unidos., tendrá que hacer varios cambios en todos los niveles para transformar el clima social para que sea no solo tolerante pero un clima que afirma y apoye nuestras comunidades”.


Reverenda Ramos, ¿en qué consistió su misión en Orlando?

Yo sentí el llamado de traer cuidado pastoral desde el punto de vista de alguien que habla español y entiende la problemática de la marginalización a la comunidad LGBTQ. Se lo comuniqué a la oficina nacional de mi denominación United Church of Christ (UCC) y ellos de inmediato prepararon mi viaje. Me apunté en la lista de pastores que iban a atender familias en un estadio donde centralizaron los servicios para la comunidad y entonces me presenté allí ayer (domingo 19 de junio) y pude pastorear a dos familias que perdieron seres amados. La primera una familia de 7 que perdieron a un joven llamado L., y la pareja de él de 13 años juntos que se llamaba J. También a la hermana de otra víctima que logró llegar a tiempo al funeral gracias a la aerolínea JetBlue.

¿Cómo marginan a la comunidad LGBTQ? ¿Cuáles son los elementos de marginación más evidentes en Orlando, donde sucedió la masacre?

La marginalización más específica a la que yo me refiero y la que vine a tratar fue la de las iglesias que rechazan a las personas de la comunidad LGBTQ. Como yo soy persona que estuvo en iglesia evangélica y que estuve allí reprimiendo quién yo era, lo sé muy bien porque se predica un Evangelio de odio y de un Dios intolerante, donde no hablan de Jesús que llegó hasta etnias que eran rechazadas en esos tiempos. Se predica a un Dios de fuego eterno y condenación.

¿Cuál es el mensaje que quería compartir?

Pues mire, era sencillo. Yo quería decirle a las familias (y así lo hice) que todos somos creación divina, que todos somos seres amados por  Dios y que nadie está excluido de ese amor.

Yo quería decirles que Dios es amor, y eso sin excepciones. En una de las secciones cité el Salmo 139 porque tiene unos versos hermosos de agradecimiento a Dios por habernos creado perfectos. (Salmo 139:13 Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. 14: ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!)

¿El encuentro con los dolientes fue casual? ¿Qué expresaron ellos?

No, ellos estaban llegando a este centro con una necesidad, y uno preguntaba si quieren apoyo espiritual y hablar, y así fue como se dio. Expresaban un dolor profundo, una angustia por no saber cómo habían pasado sus seres amados los últimos momentos de su vida; expresaban enojo contra una sociedad intransigente que no entiende que las personas LGBTQ pueden ser buenas y dignas de amor, y respeto.

La marginación, el odio, estar en el ojo del huracán hace más vulnerables a las familias, dolientes y comunidad LGBTQ. ¿Puede cambiar esa situación?

Bueno, a veces, tragedias como estas sensibilizan y ayudan para hablar de este tema tabú, pero como usted sabrá, hubo predicadores que se dieron a la tarea de agarrar esto como forma de predicar más odio. Creo que una tragedia como esta une familias, eso lo expresó una de las familias con las que me reuní y eso ayuda a que estas familias se conviertan en defensores de la comunidad porque ven lo que puede producir la homofobia.

¿Cómo puede ayudarse a sanar la herida de Orlando para la comunidad LGBTQ en general?

¡Ay caray! El tiempo es el único que sanará heridas, pero definitivamente se necesitan más espacios donde la comunidad LGBTQ pueda expresarse sin miedo. Se necesitan más iglesias abiertas, más lugares donde la gente pueda traer toda su expresión de ser sin ser inmediatamente juzgada.

¿Cuál es el impacto más grave en la comunidad LGBTQ?

Creo que el efecto es para aquellos que se sienten más vulnerables, y que de por sí tenían miedo de salir del closet, esto lo hace mucho, mucho más dificil que la sociedad los va a aceptar: “Si hasta me matan y hasta llegan a los lugares donde la comunidad se siente más segura, ¿a dónde me voy a meter para estar a salvo?”. Las armas de rápido uso es un problema, pero el problema más grande es la motivación para disparar, el deshumanizar a un grupo de personas y considerarlos dignos de morir y no dignos de vivir libres.

¿Qué creen y piensan los activistas latinos de Orlando del futuro? ¿O es muy pronto para pensar en eso?

No podría generalizar, pero Nancy y Marcelino parecen estar muy animados porque se ha traído a la luz un problema muy importante. Sí habrá que ver para futuro, pero una cosa es que una vez se vaya la atención a la siguiente noticia, las necesidades van estar allí, y ojalá que el público en general no lo olvide.