Guanarock: la espera terminó

El festival Guanarock regresó a los escenarios salvadoreños. Un evento que marcó musicalmente los primeros años de este siglo renació el pasado fin de semana. El público respondió al llamado, las bandas se entregaron y el ambiente recordó viejas épocas.

Fotos cortesía de Melomaníacos


Una espera de 11 años finalizó a eso de las cinco de la tarde del pasado sábado 15 de julio, cuando la banda Los Insurrectos subió al escenario del Guanarock, que a comienzos de siglo se erigió como uno de los festivales de rock más importantes del país.

La banda con orígenes en San Salvador y Armenia, Sonsonate, puso a bailar al público que llegó al pabellón 3 del CIFCO a la hora indicada. Con una fusión de ritmos reggae y ska, Los Insurrectos dieron el banderillazo de salida en una de las fiestas más grandes para el rock salvadoreño, que continuó con el show de Séptimo Sello.

Con una propuesta salpicada de hard rock que se remontaba a la década de los ochenta, los Séptimo Sello se presentaron ante un público que crecía en número a cada minuto. La banda fundada a principios del presente siglo puso su mejor esfuerzo, sin embargo, los ánimos que se encendieron en el área del mosh pit con Los Insurrectos bajaron un poco, pero de igual manera, los asistentes reconocieron el trabajo y despidieron a esta banda entre aplausos.

Pasadas las 6:30 p.m. la suerte estaba echada. Con el hardcore de Ignition, el mosh pit volvió a encenderse, y cuando sonó “Golpe de Estado” la energía frente al escenario era ya irreversible. El lleno era casi total, y solo restaba disfrutar de la experiencia.

Llegó el turno de unos viejos conocidos del Guanarock: Ayutush. Entonces, quienes no se habían animado a soltar energía en el mosh pit lo hicieron. Entre el público se repetían los buenos comentarios, parecía como si el tiempo no hubiera pasado y el hiato de 11 años desde el último Guanarock nunca hubiera existido.

El punk se tomó el escenario con La Sexta Virgada, y uno de los momentos más memorables de la noche ocurrió cuando el público acompañó desde el primer momento la versión de “El busero vacilón”, un clásico del rock nacional original de la banda “De la propia” y cuya versión —en manos de La Sexta— levantó hasta al último escéptico que pudiera haber en el lugar. Con “Peloman”, La Sexta Virgada dejó su sello indeleble entre todos los asistentes al Guanarock 2017.

Pero la energía no se detuvo. Desde Sonsonate, Los Rosty hicieron su trabajo y el mosh pit siguió lleno de potentes decibelios que acompañaban cada canción. La banda sonsonateca cumplió con las expectativas de un público que había esperado demasiado tiempo para desahogar sus gritos y para saltar en libertad.

Empezó la recta final del festival y Adhesivo se hizo cargo del escenario y de la audiencia. El pabellón tres del Cifco fue una verdadera muestra de cómo dejarlo todo frente a una banda que en los últimos años ha sido de lo más representativo del país en escenarios internacionales. El ‘ska de la gente’, interpretado por los Adhesivo, la voz de Alegre y la energética respuesta del público pusieron el listón en su punto más alto de la jornada.

Virginia Clemm no defraudó. La banda que toma su nombre de la prima (y esposa) de Edgar Allan Poe se tomó el festival a base de metal y toques de Death. El público, en su mayoría, siguió poniendo energía, pero el cansancio se empezaba a notar, y cuando parecía que parte de los asistentes optaban por sentarse o apoyarse en las paredes del pabellón, Virginia Clemm invitó al “Conejo” Rodríguez, vocalista de Araña, para interpretar “Aborigen”, la respuesta fue resonante.

Llegó entonces el turno de apreciar el regreso de Pashpak, una banda que volvió este año con su nueva producción, “Escrito en la memoria”. Su show removió las bases del escenario. La energía fue recíproca con un público que esperaba su material más conocido, así como el más reciente, y además guardaba una sorpresa. Carlos Galicia —vocalista de Adrenalina— subió al escenario para acompañarse de los Pashpak e interpretar un pequeño medley: “Pater Noster” y “HIV” fueron las canciones escogidas y coreadas por todos.

Con la presencia de Shock probando sonido se anunció el cierre prematuro del Guanarock. En la alineación todavía faltaba Bohemia, pero para quienes los esperaban ‘no quedaba algo en qué creer’ cuando se hizo oficial su ausencia.

“Fuimos los primeros en llegar y los últimos en irnos” dijo “Manchas” al público. El vocalista de Shock comprometió así a los asistentes a dar lo último que tenían en el mosh pit. La banda dedicó “Balas de goma” al “camarada Daniel”, que explicaron fue un líder de los desmovilizados del conflicto armado, ahora fallecido. Con esta canción y “Chorizos de Cojute” el público se dejó lo que restaba de potencia en sus cuerpos.

Los puntos altos y bajos

La producción del Guanarock fue uno de los puntos más importantes del evento, y uno de sus detalles más importantes fue la tarima para las entrevistas. Cada banda al bajar del escenario dio declaraciones que fueron transmitidas en la pantalla principal, mientras la siguiente banda se preparaba para su participación.

Además, este Guanarock no parece ser una vuelta efímera. Nelson Erazo, uno de los fundadores y organizadores del evento anunció que se viene más en las próximas semanas, y serán incluidas bandas emergentes en un formato que intentará descentralizar los conciertos, haciendo llegar a las agrupaciones a otras ciudades del país.

La mala nota fue la ausencia de Bohemia. Sus integrantes se encontraban en el lugar horas antes de su presentación, y avanzado el evento parecían estar listos a subir con los instrumentos a la mano y posando para algunos fotógrafos frente a las escaleras del escenario. Minutos después desaparecieron. El motivo de su ausencia fue la falta de tiempo. El festival inició con una hora de retraso, y otros compromisos adquiridos por los músicos chocaron con el horario del Guanarock, que se fue ajustando sobre la marcha.

Entre el público también se escucharon dos quejas. En el sector VIP algunas personas dijeron que prefirieron esa entrada pues “por la edad” buscaban estar más cómodos, pero declararon que no encontraron asiento entre las tres mesas disponibles para ello. La segunda queja, esta vez generalizada, fue la hora en que se acabó la cerveza y la comida en el lugar. Al parecer, el cálculo falló a la hora de prever el consumo.

Como sea, el Guanarock ha vuelto, y esperamos que esta vez sea para quedarse durante algunos años más.

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