Cuando una secuela presenta un lapso de 19 años entre la primera y la última película, puede hablarse de altas expectativas acerca de cómo se resolverá una trama que ha sido exitosa a la hora de cautivar fans. “Glass”, la película de M. Night Shyamalan, cierra su trilogía de forma decepcionante. Si bien entretiene, la ligereza con la que se desatan los nudos desilusionará a muchos de los que la han esperado con ansiedad.
Hay tres cosas que es necesario saber antes de proseguir con la lectura de la siguiente reseña de cine: la primera es que no encontrará aquí ni el más mínimo intento de eliminar spoilers. La segunda es que si algún lector despistado llega a este texto sin haber visto antes “Unbreakable (2000)” y “Split” (2016), entonces tiene mucha tarea por realizar. No hace sentido intentar asimilar “Glass (2019)” sin haber conocido antes la trama y personajes de las películas que alimentaron a la conclusión de la secuela. En las trilogías de cine, casi siempre surge una pregunta obligada: «¿Voy a entenderla si no he visto alguna de las anteriores?». Pues sepan que la respuesta es un rontundo no. A lo mejor sí podría disfrutarse el cierre de este ciclo sin tener toda la data de los personajes y de los hechos, pero las posibilidades de encontrar en “Glass” un gozo profundo nacen muertas si no has visto las cintas previas. Así que sugiero atenderlas antes. Ambas están disponibles en servicios de streaming: “Unbreakable” en Netflix y “Split” en HBO Go.
Finalmente, debido a que este es un texto escrito más para gente que sí conoce de qué va esta historia, no perderé mucho tiempo en la sinopsis. La cinta trata acerca de los caminos que recorren tres personajes con capacidades –y limitaciones– excepcionales. David Dunn (Bruce Willis) es un guardia de seguridad que usa sus habilidades sobrenaturales para rastrear a Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), un hombre perturbado que batalla con veinticuatro personalidades y que juntas se hacen llamar “La Horda”. El tercero en la lucha es Elijah Price (Samuel L. Jackson), quien usa una mente privilegiada para dejar un manifiesto que dé sentido a su existencia, torturada porque sufre de una “enfermedad de los huesos de cristal” en categoría uno. Es decir, sus huesos se rompen al mínimo contacto.
El trailer de “Glass” deja en claro quiénes son David, Kevin, Elijah y explica algunas de las cosas que son capaces de hacer:
Estrenada el pasado 18 de enero, “Glass” es la nueva película del célebre director M. Night Shyamalan, conocido por clásicos del suspenso y el misterio como “The Sixth Sense” (1999) y “The Village” (2004). Tal y como lo describió Fernando Romero en un texto previo para Factum, Shyamalan posee una carrera de altibajos en la repercusión que han tenido sus películas. De 1999 a 2004 vivió su etapa más exitosa, pero en la década siguiente debió recorrer un túnel oscuro del que comienza a salir gracias a esta bizarra historia de superhéroes.
El néctar de la lectura que hice de “Glass” es sencillo: esta es una película que, al igual que toda la trilogía, consigue una identidad propia y deja claro que su estética tiene poco que ver con el cine de superhéroes que domina las taquillas en los tiempos vigentes. Claro, posee elementos del estilo Shyamalan: como sus reconocidos cameos, una marca que pareciera registrada en su filmografía; o con el tratamiento que da al humor, sostenido en buena parte por las personalidades más curiosas de Kevin o por cómo Elijah acomoda el rompecabezas de la vida real con el formato narrativo y dramático de los cómics; o también por cómo conduce el misterio a través del sonido y un piano tétrico que no se despega de los momentos más álgidos. No falta, además, el clásico “twist” del desenlace, aunque en esta ocasión decepciona bastante debido a la simplicidad con la que se resuelve la tensión generada por una larga expectativa.
Decepciona, principalmente, porque desde el título se anticipaba que esta sería una película en la que abordaríamos con mayor profundidad las capacidades supernaturales de “Mister Glass”, el hombre que se quiebra como un cristal y que encuentra en su ingenio al arma letal desde la que asume su papel como villano superior, el de la mente maestra que cumple sus planes a perfección. Esta película lleva este nombre porque nos cuenta cómo la inteligencia se impone a la fuerza, por más abrumadora que esta última sea. Lo que decepciona entonces es el motivo que persigue Elijah: darle conocer al mundo que estos humanos con capacidades inverosímiles sí existen y que no son un error. Para alguien de su genialidad, me parece que ese es un objetivo muy precario.
La película también falla en la utilización de los personajes secundarios. Por ejemplo, entre los que ya conocíamos, está el caso de Casey Cooke (Anya Taylor-Joy), la adolescente que ya en “Split” nos había dado muestras de su Síndrome de Estocolmo, luego de sobrevivir al infierno al que “La Horda” le sometió. Pero en esta ocasión, el síndrome llega a niveles casi ridículos. Aparece y desaparece a conveniencia de la trama. Años después de su cautiverio en un zoológico y del tormento en el que murieron de forma brutal sus compañeras de escuela, Casey viste incluso una chamarra de ese mismo zoológico; visita a Kevin y hasta se enternece cuando Hedwig (la personalidad del infante de nueve años) le dice:
«Nos besamos… No te preocupes: no te he engañado».
Simplemente, su participación en la historia se antoja muy jalada de los pelos, muy forzada.
La cinta muestra con claridad que para cada superhéroe existe alguien a sus espaldas. En el caso de David Dunn es su hijo, Joseph (Spencer Treat Clark). En el caso de Elijah es su madre, la señora Price (Charlayne Woodard). Y para el caso de Kevin pareciera no haber un benefactor claro. Entonces, la inclusión de Casey para llenar ese lugar resulta ser demasiado acomodado.
Ese es el problema de “Glass”: las soluciones a los conflictos se solucionan de forma muy forzada o muy a conveniencia del guion. Es decir, peca de ‘facilismo’. Resulta inverosímil incluso para ese mundo inverosímil. La derrota de Elijah se consuma porque pierde el beneplácito de La Bestia cuando este se entera de que su nuevo guía, por daño colateral, fue el causante de la muerte de su padre. ¿Qué importancia había tenido antes, para toda la secuela, el padre de Kevin Wendell Crumb? La verdad es que muy poca. Sin embargo, resulta trascendental para el desenlace. Y da la sensación de que con muy poca cosa, con una extravagancia informativa de una simple búsqueda por Google, se podía vencer a Mister Glass… aunque, al final, de manera conveniente, todo formara parte de su plan.
Un ejemplo más de ello es la inclusión –como sacada de chistera de mago– de la doctora Ellie Staple (Sarah Paulson), quien comanda a una especie de logia secreta que vigila a los superhéroes y que cree que lo mejor es que ellos “se convenzan de que son normales”. (¿En serio, Shyamalan?). Ellos tienen tanto poder que se encargan de la seguridad –una seguridad muy precaria, por cierto– del lugar donde retienen a un vigilante fuera de la ley que ha sido perseguido por mucho tiempo y de dos asesinos seriales que han perpetrado horrendos crímenes en masa. Esta logia secreta desea aplacarlos, pero decide que lo mejor es juntarlos en un interrogatorio compartido, casi como si de un grupo de alcohólicos anónimos se tratara. El personaje de la doctora Ellie Staple termina siendo, con el desenlace, el de la verdadera gran derrotada, para glorificación de Mister Glass y dar así, sentido, al título de la película.
Lo siento, Shyamalan, pero eso es demasiado ‘facilismo’ para mi gusto. Sin embargo, no todo es negativo. Como en “Split”, destaca la actuación de James McAvoy para asumir múltiples personajes y hacernos detectar a cada uno de ellos a través de sus gestos, sus posturas y sus acentos. El «Etzerera» de Hedwig será una palabra que identificará al filme para la posteridad. Por otro lado, y a pesar de la sensación de desencanto con la que salí de la sala de cine, debo aceptar que el “twist” de hacer que todos imagináramos un grand finale en el flamante rascacielos, para terminar desarrollándolo todo en una locación chata y simple, puede que sea un guiño burlón al cine de superhéroes actual, que para los desenlaces propone espectaculares batallas en las locaciones más estrambóticas.
Desde la primera película de esta secuela, 19 años atrás, Shyamalan propuso una narrativa del desarrollo de las sociedades en las grandes urbes con superhéroes que yacen escondidos en los textos de cómics, pero que son parte del “mundo real”. Antes de que las mitologías y épicas de Marvel y DC Comics dominaran las taquillas de cine –como ha ocurrido de forma bestial en la última década–, el director y guionista indio-estadounidense quiso quitarles el talismán que vuelve tocados por mano sobrenatural a los héroes de las historietas; buscó bañarlos en la cotidianidad de un mundo sujeto a la oscuridad de los días cotidianos. Fue así como les puso debilidades que están al alcance de casi cualquier humano. Una linterna caída sobre las piernas de Elijah podría causarle múltiples fracturas; a La Bestia se le puede controlar con un simple flash o pronunciando tres palabras [Kevin-Wendell-Crumb]; mientras que David Dunn posee una fuerza sobrenatural y es capaz incluso de evitar la muerte en accidentes y cataclismos, pero basta con un pequeño charquito de agua podrida para acabar con él.
M. Night Shyamalan construyó tres películas entretenidas, con elementos claros de los cómics y le puso a cada una de ellas su estilo personal, tan reconocible. Es una lástima que con “Glass” haya fallado en el momento de resolver la historia, a la hora de dar la puntada final.
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4 Responses to ““Glass” decepciona en la puntada final”
Exacto, Krissia.
Gracias por leer y por compartir tus conclusiones.
Hay varias cosas en las que coincidimos.
Por ejemplo, lo que decís sobre la muerte del único héroe (o parecido a héroe) de la historia… a cambio de un video viral.
También me parece poco.
Y también me parece que las actuaciones son muy buenas. Sobre todo, claro, la de Mcavoy.
Saludos.
Yo espere con ansias esta pelicula desde que la vi anunciada, me gusto en manera general la escena de la pelea estuvo muy buena, pero para mi el personaje de la Dra. sobraba para mi gusto y nunca se explica del todo quien es esta Logia que busca eliminarlos. Dunn quien viene siendo el unico heroe de la pelicula muere a cambio de que? Un video que se hace “viral” pero demuestra que hay super heroes entre nosotros? Me parece muy poco, la unica satisfaccion que queda es el grito de la Dra, al final.
El personaje de Casey me parece metida con calzador, mataron compañeras suyas en frente de ella y ella desarrolla una “amistad” con el tipo que casi la mata? I call BS.
Concuerdo con vos que los objetivos de Mister Glass eran muy superficiales pero las actuaciones de Mcavoy, Willis y el Primer actor Samuel L Jackson, son buenisimas nada mas que agregar.
Para mi el suelo de la carrera de Shyamalan fue The Last Airbender (como fan de la serie animada me senti ofendida) pero por lo menos esta subiendo otra vez,
No la mejor pelicula de este año pero no la peor.
¿Qué ondas, Antonio?
Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer y, sobre todo, de escribir tus comentarios.
Cada uno de ellos me parece interesante y aportan mucho desde de campo de conocimiento.
Ciertamente, el personaje de Casey es uno de los más complicados de analizar y debe haber mucho trasfondo psicológico para hacerlo. Someto a tu juicio cada cosa que me hizo reflexionar la película al respecto.
Quise exponer en el texto que me paareció muy forzado el intento de hacer encajar a cada uno de los personajes secundarios que mencioné en el papel de benefactor emocional de los tres personajes principales.
En el caso de Mister Glass y de David Dunn esa responsabilidad se llena con facilidad a través de los lazos familiares directos. Sin embargo, con Kevin la cosa resultaba complicada, pues la única persona que habíamos visto (“en “Split”) que podía responder por él era su terapeuta. Y como ella muere en esa misma película… se entiende que Kevin queda huérfano de todo benefactor.
Es por eso que colocar a Casey en ese lugar me pareció demasiado forzado.
Entiendo lo que decís acerca del lazo de afinidad que entre ambos se puede crear al reconocerse como pertenecientes a “los quebrantados”… pero que Casey trascienda esa afinidad hasta llegar a desarrollar afecto (en full Síndrome de Estocolmo) por Kevin, a quien termina abrazando en el momento en que se desangra, me dejó con un aire de insatisfacción. Sentí que fue un exceso.
Estamos de acuerdo en que estas películas se distancian mucho de lo que usualmente nos muestran las películas de Marvel o DC. Y eso es algo bueno.
Me gustan tus lecturas que escribís al final. Coincido con ellas. Quizás es que sentí que esa mente maestra, la de Mister Glass, tenía unos objetivos muy cortos, muy precarios. Y eso también me terminó decepcionando.
Saludos Orus:
Si bien tu análisis de la película me parece bastante pertinente, me muestro en desacuerdo en algunos puntos.
Considero que el personaje de Casey sí cumple un rol importante, de respaldo como vos decís, pero es una búsqueda más allá, la búsqueda del ser humano quebrantado que está siendo protegido por La Horda: Kevin Wendell Crumb; el cual ella sabe sigue residiendo en ese cuerpo con múltiples personalidades, pero que no se permite salir a la luz por temor a sufrir posibles abusos.
Ya desde Split viene demostrando cómo el hecho de haber experimentado el trauma de un abuso la forzó a desarrollar recursos de supervivencia (sugerir orinarse encima para ahuyentar a un TOC maníaco con la limpieza, por ejemplo), lo que a su vez le posibilitó la superación del rapto vivido por La Horda, sino también la mutua identificación entre los personajes (Kevin-Casey), al pertenecer ambos al bando de “los quebrantados” (él también la acepta una vez quedan evidentes sus múltiples heridas físicas).
Quedando pendiente para este final dentro del hilo conductor, el hecho de que ella logró solventar su abuso sin necesariamente disociarse, sino todo lo contrario, respondiendo al entorno y afrontando las circunstancias “reales” (ahora sabemos que denunció al tío y ahora se encuentra preso. Posible guiño-apoyo a iniciativas como #MeToo). Aspecto que ella desea también sea logrado por Kevin, es decir, pasar de esa deshumanización que cumple un rol defensivo: La Bestia como elemento protector de la personalidad lastimada, a la búsqueda del contacto físico positivo como una manera de recuperar la humanidad de Kevin.
Por otro lado, si bien esta película como la vemos quizá no sea el planteamiento original planeado por Shyamalan, no me resulta facilista como calificás, me parece que dentro de todo buscó la manera de hacer encajar las piezas con las películas previas, de tal manera que, como vos concluís, no cae en el efectismo con el que nos atiborran las películas al estilo Marvel o DC, y sí responden más a la búsqueda del estilo de Shyamalan, adonde precisamente los personajes responden a un ambiente más cotidiano, en el cual ponen a prueba aquellos planteamientos a través de los cuales perciben la vida y la realidad (el irrompible que pone al servicio de su entorno sus capacidades, la mente maestra que se cree el creador de superhéroes y el humano con excesiva fuerza física con la cual encubre su dolor emocional).
Si una de las moralejas – porque Shyamalan establece un mensaje en sus películas-, sea en este caso que el hecho de “Creer en uno mismo es contagioso”, ¿acaso no nos hemos encontrado en algunas o múltiples ocasiones en la aplicación de esta especie de nuevos arquetipos en nuestra vida real? ¿no hemos sido héroes a pesar nuestro, intentado ser mentes maestras más allá de los demás (posiblemente como compensación a otras limitaciones)? ¿no hemos defendido o deseado defender nuestra personalidad a través de la fuerza bruta? Creo que dejo la puerta abierta para nuevos “despertares”.