Geek Restaurant: la guarida salvadoreña del ‘Player 2’

El siguiente repaso personal marca la trayectoria de los videojuegos multiplayer y cómo en El Salvador un restaurante contradice la tendencia tecnológica, mientras propone viajar al pasado, a la vivencia –cada vez más escasa– de jugar en compañía de un grupo de amigos en persona, sin recurrir al dominio del juego en línea.

Video FACTUM/Gerson Nájera


Siempre fui Luigi, siempre fui el segundo y siempre fui malo para los videojuegos. Ser el hermano de en medio significó que fui, por mucho tiempo, un Player Two. El NES y el Nintendo 64 me regalaron horas frente a un televisor en compañía de mi hermano. Recuerdo sentarme con él a jugar Mario Kart o Rampage (sí, era un videojuego antes de que se convirtiese en otra excusa para que ‘La Roca’ hiciera una blockbuster). Recuerdo los sábados viendo a mi hermano mayor jugar Zelda, y yo quedarme asombrado de ver cómo lograba pasar los templos.

En esa época viajábamos bastante a Nicaragua a ver a la familia de mi mamá en Chinandega. Al viajar a Nicaragua, el miedo siempre era el mismo: ¿cómo iba a lograr sobrevivir una semana sin mis videojuegos? En Chinandega había primos esperándonos para jugar béisbol, pero cuando el calor era demasiado, los videojuegos nos llamaban. No jugábamos en una casa jugábamos en una nintendería.

Una nintendería es un termino nicaragüense para referirse a la evolución de una arcade. “El Recreo” era el nombre del sitio donde las maquinitas podían coexistir con las consolas modernas; donde alquilabas una consola o una arcade para jugar una hora con tus amigos, familiares, primos, y consumir boquitas y alguna que otra gaseosa. 

Después del Nintendo 64 vino el Gamecube, en el que el modo multiplayer ya era popular. Las nuevas versiones de Mario Kart y Smash Bros eran imposibles de ignorar. Sin embargo, mi hermano mayor fue dejando la pasión por los videojuegos, suplantada por su afición por la escalada y las patinetas, dejándome (¡por fin!) coronarme como el Player One. Así aproveché el primer juego en el que Luigi se había convertido en protagonista: Luigi’s Mansion.

Ser el nuevo Player One tenía una gran responsabilidad: lograr que mi hermano menor se convirtiera en mi Player Two, pero la vida fue avanzando, las consolas fueron cambiando, salí de casa para estudiar y, al regresar, Nintendo había sido olvidado. Nuestra casa tenía un nuevo santuario: el PlayStation de Sony, una consola en la que el multiplayer ya no era la prioridad. Para entonces, los videojuegos que contaban con una buena historia eran los dominantes. Mi hermanito ya no necesitaba pedirle permiso a mis papás para que sus amigos se quedaran a dormir, pues ya no era necesario que ellos estuvieran presentes para compartir una o dos horas de juego con ellos. El online había llegado y no había forma de detenerlo. 

En la actualidad, juegos como Player Unknown’s Battlegrounds y Fornite presentan la tendencia a jugar online con gente de todas partes del mundo como la moda dominante. 

Son raros los juegos Co-op. Y más escasos resultan los juegos que poseen una modalidad de couch multiplayer. En buena medida, jugar en presencia física de una contraparte en el PlayStation se ha reducido a FIFA u otras opciones de corte deportivo. Los juegos donde dos personas comparten la misma consola se han ido olvidando. Vivimos una era de conectividad y ahora paso noches asumiendo un personaje virtual y no compartiendo con otros personajes/personas de la cotidianidad. 

Por esa razón, porque todavía quiero revivir batallas en Smash Bros o duelos a muerte entre espías con James Bond, el multiplayer es –a mi gusto– la mejor forma de disfrutar un videojuego. No tengo nada en contra de los juegos de single player. Un juego con una buena historia y desarrollo de personaje me enamora. Sin embargo, siento que no hay nada mejor que ganar un duelo a un amigo o un hermano. Y eso es lo que ofrece un lugar en Ciudad Merliot (El Salvador) llamado Geek Restaurant. 

‘Gamers’ y la comunidad de la nostalgia

Decidí hablar con Nelson Morales, la persona que decidió aventurarse con un “restaurante” un tanto diferente, un restaurante que se ha convertido en un nicho para gamers, el tipo de personas que invierten mucho tiempo jugando a los videojuegos. Geek Restaurant es un nicho para los gamers salvadoreños, un lugar donde el “hardcore y el casual se complementan”, como lo dice Nelson, el dueño del restaurante, quien se reconoce emocionado por ver esta fusión de comunidades que viven una pasión en común: los videojuegos. 

“Así como ha cambiado la tecnología, cambiaron los videojuegos. Ahora, la tendencia es de multijugador online y hemos perdido la práctica de convivir [entre] personas. O sea, estar frente a frente, jugar frente a frente, así como aquellas reuniones que teníamos con amigos, los sábados o domingos, en las que comprábamos las sodas y los churros y decíamos a jugar hasta siete horas seguidas”, explica Nelson.

La experiencia que viví ahí adentro fue como la de un niño que va a Disney. Tus ojos se estiran y las manos se ponen traviesas. De pronto, me vi como un niño pequeño, tocando y soplando los cartuchos de clásicos para revivir los juegos que una vez fueron parte integral de mi infancia.

“Si jugar quieres; comer debes”, rezaba un cartel colocado a los pies de una figura de acción del maestro Yoda, personaje célebre de la saga de Star Wars. Dentro de este restaurante yo no estaba solo. Poco a poco fui conociendo a la comunidad de gamers que llegan ahí y hacen su “profesión”, tal y como nos los planteó Carlos Cornejo, un gamer que acude siempre a las competencias y que tiene el honor de estar siempre en el top 10 de Smash Bros. Carlos nos destruye rápidamente la caricatura del gamer. Él es un estudiante de derecho y social que explica cómo los gamers siempre están abiertos a nuevos integrantes. “Es una familia”, dice al hablar de lo que pasa cuando la comunidad encuentra a un nuevo integrante y refuerza la idea de dejar todo para entrar a este mundo. Desde pequeño, a Carlos siempre le gustaron los videojuegos, especialmente Smash Bros, que lo jugaba junto a sus primos. Él afirma que se dedica a dos cosas: estudiar y los videojuegos, a los que incluso los ve como algo que en el futuro podría ser una profesión. “Te entretenés jugando lo que te gusta, pero aparte también lo tomás como si fuera una carrera, como que vos querés triunfar, ¿verdad? Así como estamos viendo que en Estados Unidos hay profesionales incluso ya ganando sueldos (por jugar). Entonces eso ya te motiva”, dice Cornejo.

Por otra parte, la práctica no es exclusiva de un solo género. El rol de las mujeres gamers va creciendo poco a poco. Joseline Zamora, licenciada en psicología, es un ejemplo de ello. Ella explica que las mujeres van ingresando paulatinamente a este mundo de videojuegos. Ellas quieren jugar y divertirse sin que hablen de sus looks o que las miren de menos por cuestiones de género.

“Como comunidad, crecimos tanto que hasta le dimos a una empresa las ganas de comenzar algo ‘gaming’, un proyecto que actualmente en el país prácticamente no existía. El rubro de los videojuegos en nuestro país es un hobby, es una pasión, es jugar y divertirse, pero ahora eso ya está llegando a un nivel alto”, dice Ernesto Polanco, jefe de eventos de GameShow (una organización especializada en operar torneos e-sports en Latinoamérica) y líder de la comunidad de Smash 4 en El Salvador, quien además hizo un llamado de reflexión a todo tipo de persona que crea que ser gamer es un hobby o una profesión solitaria.

Geek Restaurant intenta fortalecerse en algo que mucha gente busca por todos lados: la nostalgia, la afición por descubrir o repasar series y películas de los años noventa. También los coleccionistas están ganando más fama. Lo viejo es lo nuevo y esto es fácil probarlo: secuelas de Jurassic Park y Star Wars han tenido películas taquilleras este año. Nintendo se ha quedado con el éxito del pasado para seguir existiendo ahora en día con Mario y Link como parte de las sagas que cada año tienen algún juego nuevo para alguna consola. Son muchos los que buscan compartir y recordar mejores épocas. Y es la nostalgia lo que les motiva.

“Han venido personas que dicen: «¡Puya! ¡Cuando jugaba Supernintendo con mi hermano!». Y eso es lo que nos llena a nosotros”, puntualiza finalmente Nelson Morales.


*Geek Restaurant está ubicado en calle Chiltiupán, Polígono E. Local 5-A de la residencial Jardines de La Libertad, en Ciudad Merliot.

 

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