Milton Rodríguez, publicista y modelo, tuvo el valor y aceptó el reto.  Además, estaba encantado con la idea de desfilar. Su sueño se cumplió el pasado 6 de abril durante el desfile Kaleidoscopio, en el museo Marte. Ese día le aplaudió mucha gente. La pieza que vestía era un diseño de Alejandro Benítez. Así, Milton se convirtió en el primer hombre en El Salvador en desfilar con un vestido de novia.  Ahora se ha puesto de nuevo el vestido, pero esta vez se trata de una reivindicación.

Foto FACTUM/Salvador Meléndez


Su reivindicación por la libertad no se limita al campo de la moda, sino que trata de transmitir el respeto a la diversidad también desde el ámbito educativo. Milton, de 35 años, ha dado clases de semiótica a estudiantes del programa Jóvenes Talentos del Ministerio de Educación. También ha impartido las materias de publicidad, redacción para multimedia y redacción publicitaria en la Universidad José Matías Delgado, en la Escuela Mónica Herrera y en la UCA. Es licenciado en Comunicaciones por la UCA, y máster en Dirección Comercial y Márketing. Actualmente trabaja en una agencia de publicidad.

¿Qué significa este vestido para ti? ¿Cómo fue la invitación a desfilar?

Al principio era una estructura que iba a representar con tejidos naturales El Salvador, hasta después entendí que era un vestido de novia. La estructura es empoderar, me da fuerza, me siento totalmente diferente, me siento otra persona. No es un disfraz, más bien lo considero como una armadura que une el lado femenino con esa parte masculina. Al final es como una armadura. Cuando lo hice no estaba pensando en hacer un statement (declaración), sino que vino mi amigo (Alejandro Benítez, el diseñador), y me dijo. Al final fue como ayudarle, pero también como realizar un sueño. Hubo gente que dijo: “pero mirá, vas a salir en tacones, eso lo ha hecho un montón de gente”. Sí, pero vestido de novia en un país donde no se permite… Al final fue como: qué chivo que realmente estoy saliendo, y que estoy saliendo yo de mi zona de confort y que puedo animar a otras personas a sentirse bien consigo mismas. Quizás esto es un poco extremo, pero quizás alguien tiene que hacerlo.

¿No fue complicado que dieran el permiso para tu presencia en el desfile?

Pues al principio sí, porque hace dos años precisamente salió una mujer trans con su vestido en la pasarela. Y luego un diseñador más salió él en tacones caminando por la pasarela a la hora de cerrar su desfile. Creo que ese era el pequeño impasse que pensaba Alejandro que iban a negar.

Desde tu punto de vista, ¿cómo es que, para un evento artístico, de moda, como esta pasarela, aún hay que pedir permiso para una participación como la tuya?

Claro, porque vivimos en un país que es doble moral y todo el mundo dice: “ay, sí, yo apoyo a la gente LGBTI”. Ah, sí, pero cuando tienes un hermano, un tío…ahí sí nos ponemos como freak (raros). Pero la organizadora, cuando presentó el proyecto, vino el director del Marte y le enseñó la placa. Y en la placa del Marte dice algo como que es un lugar, un espacio para exponer creatividad y arte, como que no estaba cerrado a nada. Y al final fue como “ok, démosle”.

¿Qué sentiste cuando estabas desfilando?

Primero, nadie se dio cuenta, pero me equivoqué. Y como perfeccionista que soy, era yo el que estaba enojado. Cuando salí a la pasarela estaba tan enojado conmigo mismo, porque había practicado pero me deslicé al principio. Y pensé: no importa, lo que necesito es actitud y era ser bitch. Y realmente salí con actitud y a decir: ok, estoy aquí, estamos haciendo algo, estoy cerrando el desfile y la pasarela de mi amigo y lo voy a hacer de la mejor manera posible. (…) Esto también me ayudó mucho -señala la diadema que andaba alrededor de los ojos-, aunque no parezca sí soy una persona un poco tímida. Cuando me dijeron tenés que ocupar esto, dije: “Ah, hoy sí me voy a caer”. Pero al final me ayudó mucho, como máscara y para poder representar mejor el papel y de sentirme como detrás de bambalinas, pero iba proyectando lo que quería.

Tenías miedo de las reacciones, de lo que pudiera salir en redes sociales, pero al final no pasó nada de eso…

No, no pasó nada. Hay algo que me asusta de los salvadoreños en general, es que somos bien violentos, y eso lo podemos ver en redes sociales. Cuando yo hice la pasarela pensé que iba a haber gente que iba a hablar mal, que me iban a poner en mal o a Alejandro, pero no pasó nada de eso. Como al mes vi había un concurso de Miss El Salvador, Miss Universo y Míster Universo y empecé a leer todas las críticas hacia los jóvenes que estaban participando. Me llenó de cólera, de sentimiento y lástima, porque son jóvenes que se están atreviendo, que lo están haciendo y la gente decía: ellos no me representan. Claro que sí, son salvadoreños igual que nosotros. Decían, “no, ese es microbusero de la 42, ese es el que le va a poner agua Cristal a mi abuelita”. Subirse al escenario, como yo lo hice, merece valor y respeto. Gracias a Dios a mí no me pasó, pero sí me molestó mucho ese tipo de rechazo, no era por un tema gay, era por un tema de belleza. Fueron comentarios bien hirientes en redes sociales, no solo con los caballeros, también con las señoritas participantes.

¿De verdad no has recibido ni una sola crítica?

No, no, la mayoría de gente me ha felicitado. Me han dicho que están orgullosos de mí. Obviamente mi madre no habla del tema, eso nunca existió, ¿vea? Pero mis hermanas por el contrario estuvieron ahí apoyándome. Mi jefa llegó y me felicitó. Me preguntó por qué no llegabas con tacones al día siguiente de la pasarela (se ríe). Al final fue bien cálido, y no fue un statement, fue como: hagámoslo. No pensé que implicara tantas cosas detrás. Incluso estaba dando clase en esos momentos para los Jóvenes Talentos, que son jóvenes entre 14 y 16 años, mis alumnos. Sentí ese temor de que ellos reaccionaran mal. Pero los que se dieron cuenta me dijeron: “Milton, qué chivo que lo hizo”. Y son jóvenes del interior del país, que están formando su criterio y qué bueno que su reacción fue bastante buena.

¿Y de las personas LGBTI cómo fue?

Pues al parecer varia gente apoyó mucho y empezó a escribir por redes sociales, fue buena hasta donde yo sé. Sí hubo otro diseñador que empezó a quejarse el día antes, porque hubo un ensayo, y yo ya estaba desfilando en tacones en la pasarela. Empezó a criticar un montón, pero al final no dijeron nada, incluso un bloguero dijo: “no espero para mañana para tijerearlo”, pero al final no dijo nada, no se pronunció, no hubo malas críticas de ese mundo de la moda.

 Y para algo que es tan polémico, entonces ¿por qué crees que no hubo críticas?

Quizás que el ambiente donde estábamos era arte, porque la próxima semana es el desfile de Pride –Día del Orgullo LGTBI , y por el contrario, mucha gente va a aparecer, no así vestidos de novia, pero muchos de los compañeros y compañeras van a sacar su identidad, van a decir: aquí estoy. Y es muy criticado. Entonces el hecho que sea en un ambiente de arte lo cubrió bastante con esa buena opinión o esa calidez que yo recibí.

Ahora que te has vuelto a poner por segunda vez la pieza, y que coincide con el mes del Orgullo, ¿Ya es una reivindicación?

Sí, ya sí, ya es como decir: sí, se puede hacer. Sí, lo logramos. Yo soy gay, no soy travesti, pero creo que normalmente la mayoría de gente transfóbica somos los gais porque no queremos que la gente nos relacione; es decir, soy gay, no quiero ser mujer. Por el contrario, hay personas que sí quieren ser mujer, pero es una reivindicación: soy gay, soy hombre, tengo esta barba, pero también me puedo poner este vestido y no me quita que sea menos hombre o que vaya a ofender a una mujer o las trans. Simplemente es jugar, en el aspecto de que sí se puede y merezco respeto.

En tu caso, tú eres abiertamente gay, pero hay muchos hombres que aún no han dado ese paso…

Sí, hace poco comentaba con un hombre con el que tuvimos algo, y le decía: “vos crees que si vos y yo estuviéramos juntos… ¿Cómo te hubieras sentido vos si yo te digo que voy a desfilar en tacones, en una pasarela?” Y la respuesta fue: “Vos sabés como soy yo, que estoy bien en el clóset, no me hubiera enojado, pero hubiera tratado de persuadirte para que no lo hicieras”. Entonces sí, hay mucho prejuicio todavía. Hay muchos hombres que no quieren aceptarlo. Hace poco hablaba con un grupo de amigos del colegio, y uno de ellos le reprochaba a una amiga por qué no había tenido hijos. Y le dije: “hey, eso es algo que ella debe decidir”. Y me respondió: “no, pero es que lo normal es casarse y tener hijos”. Solo dijo “normal” y me puse a reír. Después me puse a pensar: Si yo me hubiera quedado con la normalidad a lo mejor estuviera casado, hubiera tenido hijos, estuviera frustrado con mi vida, estuviera frustrando a una mujer, estuviera frustrando a unos hijos. Además, me estaría engañando a mí mismo. Eso me ayuda a decir: puedo ser libre, puedo ser yo, puedo salir de mi zona de confort y puedo demostrar que saliendo del clóset tampoco el mundo se va a caer. Se puede ser “no normal” y no es malo, porque al final eso de normal es una ilusión.

¿Crees que esto puede inspirar a otros hombres a que salgan del clóset respetando su decisión y momento de hacerlo?

Sí, porque incluso hay gente que a veces te pregunta: ¿aquel es gay? Mira, mejor preguntale porque tampoco es mi deber sacar del clóset a alguien más hasta que se sienta preparado. Creo que son varias condiciones. En mi caso es que me gusta ser libre, me gusta ser yo. Incluso he tenido relaciones que se han terminado porque pienso que tampoco me voy a meter en el clóset por alguien. No, ya salí, ya di ese paso. Y tampoco puedo forzar a la persona a que salga, sus razones tendrá. Al final sí, podés ser una persona “nor-mal” saliendo del clóset.

¿Estás en alguna organización? ¿Te consideras activista?

No, no me queda tiempo para ser activista, pero trato de hacerlo desde mi trinchera, desde la educación. Creo que la educación es muy importante. A lo mejor yo no quiero que mis alumnos sean, pero que tengan el criterio de pensar y de evaluar: que está bien ser así, y que están bien no ser así. Tampoco me voy al extremo. Últimamente lo que estoy combatiendo es un poco de…Ok, tengo un pensamiento y si a alguien choca con eso, no está malo tampoco. Desde la educación podemos darle criterio y formación a los jóvenes. Es decir: están todas esas opciones, ninguna es mala, elegí la que te va a hacer sentir feliz. Entonces, si alguien quiere salir del clóset qué bueno, pero si tampoco lo quiere pues…qué bueno también, solo es que no vayás a joder a nadie más, no vayás a joder a una mujer porque querés tapar algo, porque entonces engañás e irrespetás a alguien más.

¿Qué tan importante consideras que en El Salvador se reconozca el matrimonio igualitario?

Me parece que es una libertad que todos deberíamos de tener, que el Estado no me pueda decir con quién no puedo vivir, o de quién no me puedo enamorar o estar juntos. Hay parejas que han pasado 20 años juntas, han construido juntas casas, propiedades, proyectos…y de pronto se muere uno de ellos, pero como no hay una sombrilla legal que me permita proteger todo eso, viene la familia y se aprovecha y deja a la otra persona de la pareja y la deja fuera. El matrimonio puede ayudarnos a reconocer esto. Sí, lo necesitamos.

 ¿Te gustaría casarte si se pudiera?

Sí, me gustaría. Una de mis fantasías más locas y románticas es poder ir con mi pareja a un parque, sentarme debajo de un árbol, hacer un picnic, yo quedarme leyendo y que él se duerma en mis piernas, y así pasar toda la tarde. Pero eso no lo puedo hacer aquí. Y eso es algo que se me niega, entonces qué chivo sería que sí lo pudiera hacer.

¿Si en El Salvador te pudieras casar te volverías a poner este vestido?

No sé (se ríe a carcajadas), creo que pediría otro a Alejandro, similar, porque quiero uno que tenga esta fuerza, con toda la estructura, el corsé que termina de verse como armadura, incluso había pensado en los memes para terminar de sacarlos al día siguiente (del desfile). No sé, a lo mejor sí…

 ¿Y los tacones?

Mmmm, a lo mejor sí, pero más pachitos y rojos (risas).

Ayudame a terminar esta frase: Si un hombre se puede vestir de novia….

Se pone los zapatos de las mujeres y puede entender más por todo lo que puede pasar una mujer. Muchas veces el machismo es: yo estoy aquí, y vos sos menos. Si un hombre se puede vestir de mujer puede entender mejor este universo femenino.

 

La opinión del diseñador de la pieza “Avant Garde”, Alejandro Benítez:

Me propuse diseñar esta pieza haciendo la contraparte: ¿por qué el hombre no puede usar el vestido blanco? Así fue como surgió la idea, que fuera un hombre y sobre todo que fuera en tacones. Ahora, en la estructura están representado los 14 departamentos del país, al principio vemos un tejido, en la malla vemos otro tejido, en la parte frontal que es un tejido plano. Conceptualizar cada departamento era un reto sin que se viera cargada, porque en El Salvador hay mucha variedad de tejido. Se pusieron cristales y piedritas para representar la laboriosidad salvadoreña.

La pieza en sí está pensada no con el objetivo de hacer arte, sino con el objetivo de romper el paradigma, que por qué solo la mujer puede usar el vestido blanco.

La carga política es bastante fuerte, queremos romper con eso en los debates. A este mundo no venimos a ser perdedores, sino a ser ganadores, y cada persona tiene un estilo de vida y como personas tenemos que respetarlas, aunque no las aceptemos y no sea nuestro punto de vista. Creo que ese fue el mensaje objetivo el día de la pasarela, que como sociedad empecemos a aceptar y que si un hombre se quiere poner tacones pues que lo haga, es su vida.

 

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