Hace tres décadas, cuando Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur tenían apenas 11 y 12 años de edad, respectivamente, decidieron emular la vida artística que habían asimilado a través del camino de sus padres: Luis Alberto Spinetta y Eduardo Martí. Formaron un grupo que más bien parecía un laboratorio infantoexperimental. Lo llamaron “Pechugo”, en claro desafío sarcástico al fenómeno de Menudo, que por entonces conquistaba a Latinoamérica. Aquella fue la semilla de lo que más tarde sería también la continuidad del legado artístico, el germen de lo que luego se convertiría en una de las bandas más singulares de Buenos Aires, Argentina: Illya Kuryaki & The Valderramas, la misma que vivió su época dorada con el clímax de la “Generación MTV”; la misma que acaba de ofrecer un concierto memorable en la Carpa Astros de la Ciudad de México. 

Fotos y videos FACTUM/Orus Villacorta


Dos argentos que transpiraban un complejo de Peter Pan e Indiana Jones caminaron con parsimonia al corazón del escenario instalado bajo la carpa de lo que algún día fue un circo, armados de sendos micrófonos, encabezando una manada de músicos que opera como una máquina ensamblada para calentar mares. Dante y Emmanuel sabían que esa —la noche del viernes 16 de junio— sería especial, pues podrían ofrecer un concierto en el que desplegarían gran parte de su catálogo musical, a diferencia de lo que viven cuando participan en festivales y se ven obligados a recortar el repertorio. Ciudad de México fungía como gustoso anfitrión y el público supo recibir entre gritos histéricos a Illya Kuryaki & The Valderramas (IKV), a pesar de la modesta convocatoria que tuvo el show.

Guitarra, bajo, batería, percusión y teclados. Una banda de cinco músicos orquestaba el alboroto de la fiesta circense, además de los temas en los que Dante y Emmanuel empuñaban también la guitarra, como fue el caso de “Aleluya”, la canción con la que dio por iniciado el concierto. IKV utilizó una secuencia para la sección de vientos, parte fundamental de los arreglos de muchas de sus canciones. Por ello, el show perdió cierta vida, aunque debe comprenderse que, en giras internacionales, incluir tres músicos más implica altos costos de producción.

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La banda decidió abrir su concierto con el track que también da apertura a “L.H.O.N. (La humanidad o nosotros)”, su disco más reciente, publicado en abril de 2016 y reciente ganador del premio Gardel como “Mejor álbum de rock alternativo”.

“Aleluya” fue la liturgia introductoria del culto que se avecinaba, ceremonia de funk, hip hop, soul, pop y dance.

Desde la primera canción —gracias al solo de guitarra— fue evidente el talento del charrúa Matías Rada, hijo de Rubén “El Negro” Rada –una eminencia musical en Uruguay–, quien imprime un sonido especial en cada canción de IKV, especialmente en las de más reciente manufactura, aquellas en las que se le permite brillar con mayor margen de maniobra.

Notoria fue la ausencia del otro uruguayo de la banda: Francisco Fattoruso, encargado del bajo, instrumento esencial para la personalidad funky de IKV. La suya, con los Kuryaki, es una historia de distintas etapas. De idas y regresos. Fattoruso forma parte de un reconocido árbol genealógico musical, principalmente por el legado de su padre, quien fuera integrante de OPA, una de las primeras bandas de funk latinoamericano, en la década de los setenta. En cambio, a Francisco le tocó vivir la etapa más prestigiosa de Illya, pues ingresó al grupo cuando apenas tenía 19 años. Su ausencia en el show no fue tan sentida en lo musical, pero sí en lo simbólico.

La segunda en aparecer fue una de las canciones más conocidas y bailables del repertorio de Illya: “Jennifer del estero”, uno de los sencillos más destacados del álbum “Leche”, grabado en los estudios Circo Beat en 1999. Compuesto por Emmanuel Horvilleur, el tema retrata la etapa más funky, pero también la más comercial de IKV, cuando el grupo ya había alcanzado estatus de celebridad y se había sacudido la sombra del gen de los padres. Los más conocedores sabrán que “Jennifer del Estero” tiene una fuerte conexión con México, pues su video fue grabado en el Mercado de Sonora, un lugar colorido y emblemático de la capital azteca.

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A continuación vendría el tema “Ula Ula”, que fue el primer tema que escuchamos del regreso discográfico de los Kuryaki, en el 2012, con el disco “Chances”. Quizás esta fue la canción en la que más se extrañó una sección de vientos en vivo en lugar de una secuenciada. Es una canción que, para su versión de estudio, fue objeto del trabajo de Michael B. Nelson (quien trabajara con la leyenda, Prince) en los arreglos de vientos.

Para entonces Emmanuel aún lucía los lentes oscuros con los que inició el show, a diferencia de Dante, quien más que preocuparse por la iluminación, batallaba con la referencia de los monitores. “Ula Ula” continuó la fiesta, pues puso a bailar a los fans con su mezcla de funk y big band.

De punta a punta. Desde el track que da vida a “Chances”, apareció enseguida la rola que le da clausura: “Monta el trueno”, que tampoco defraudó en cuestiones de energía; como tampoco lo hizo el popurrí de temas de antaño, la tríada compuesta por “Jugo”, “Latin geisha” y “Guerrilla sexua”.

A la época de “Leche” le siguió el clásico “Coolo”, una de las canciones más populares de IKV:

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En la mente yacía el recuerdo del peculiar videoclip de “Coolo”, con aquel ejército de freaks danzantes, encabezados por el cameo realizado a Nelson de la Rosa, el famoso dominicano que es conocido como “el hombre más pequeño del mundo” y que realiza un dancing, mientras todos le idolatran.

El momento era el preciso para escuchar a continuación otro clásico de la banda, el tema “Jaguar house”, muy recordado no solo por su videoclip, sino también por la versión que IKV hizo de él para “Ninja mental”, el acústico que grabaron en 1996 para la cadena MTV. También fue notable la ejecución de “Hombre libre”, una rola en la que, además de cantar, tanto Dante como Emmanuel tomaron las guitarras para acompañar a toda la banda.

Aferrados a un riff de guitarra funky, el dúo argentino interpretó temprano en el concierto —y a un ritmo más veloz que el acostumbrado— el mayor éxito que conquistaron en sus carreras: “Abarajame”, del que podría decirse que quizás la banda está ya bastante harta, pues presentan una versión apresurada, como con cierta urgencia de salir de ella.

Quizás el disco que más fue explorado durante el concierto fue “Chances”, del que sonaron a continuación dos temas en el mismo orden que aparecen también en el álbum: “Adelante” y “Águila amarilla”. El primero de ellos, ejecutado con sobriedad y sirviendo como freno de mano a toda la energía que arrastraba el concierto, perfecto para enlazar con el sentimiento de la segunda de ellas, que rinde homenaje a Luis Alberto Spinetta, fallecido en 2012, quien entre otras cosas —como ser el papá de Dante—, es recordado como una leyenda y pilar incuestionable de la historia del rock argentino.

“Soñé contigo, entre árboles y estrellas
Junté un racimo de tus sonrisas más bellas
Padre mío, que estás en el cielo
Llegado el momento, te abrazare de nuevo”

El momento fue especial, pues la canción fue coreada en sincronía por las gargantas de la multitud. Durante el concierto, incluso, un fan le mostró y le entregó a Dante un pequeño muñeco de trapo, hecho con la imagen de su padre, la imagen del “flaco”, la imagen de Luis Alberto.

La emoción llegó a un punto más álgido todavía con la pulcra ejecución de uno de los temas que mayor madurez musical presenta en el catálogo de IKV, especialmente en el apartado de armonía y arreglos: “Expedición al Klama Hama”, del recordado disco “Versus” (1997), uno de los más complejos y conceptuales de la discografía kuryaki.

Durante todo el concierto, la banda decidió presentar solo a una invitada: la argentina Daniela Spalla, quien ha intentado construir una carrera asentándose en tierras mexicanas, con destacadas colaboraciones con artistas como Ximena Sariñana, Kinky, Leonel García (de Sin Bandera) y César “El Vampiro” López (Maná, Jaguares, Azul Violeta).

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Con IKV, Daniela interpretó el tema “Ey, Dios”, que aparece en el disco “L.H.O.N” y que originalmente presenta a Natalia Lafourcade para cantar el emotivo coro de la canción.

El show dio cabida a otros temas, como “Helicópteros”, en el que destacó la participación del baterista, Sergio Verdinelli, un respetado músico argentino. Además de haber participado en distintas etapas de IKV, Verdinelli cuenta con un resumé de colaboraciones con artistas como Andrés Calamaro, Fito Páez y el mismo Luis Alberto Spinetta.

La conexión de IKV con México es muy fuerte. Un ejemplo de ello es la colaboración que la banda hizo con el grupo Molotov, para el tema “Madafaka”, que también fue interpretado en el concierto.

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Fue curioso escuchar en vivo a Matías Rada, el guitarrista, rapear las partes que le corresponden a los músicos de Molotov en la rola original.

“¡Aguante los Kuryakos Aztecas!”, exclamó Emmanuel, mientras contemplaba a los fans más entregados, y que por horas habían esperado a la banda frente al escenario. Muchos de ellos forman parte del club de fans oficial de la banda en México.

El detalle fue una aproximación a la primera despedida, que llegó con el tema “Funky futurista”, una canción que muchos reconocen gracias a que fue incluida en en el videojuego “Fifa 2014”.

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El dance de “Funky futurista” convirtió por un momento a la carpa de circo en una discoteca. La estela de las luces cegaba la vista del público, mientras Emanuel y Dante bailaban al filo de la tarima. Justo aprovecharon para ligar el tema con otro de corte muy similar: “Yacaré”, en mezcla perfecta y que fue asimilada al instante por el público.

“Gracias por recibirnos en su casa, México”, dijo Dante, a manera de despedida. Se aproximaba ya la recta final del concierto. Después del encore, IKV regresó para interpretar las canciones de ley que aún faltaban, como por ejemplo “Gallo negro”, que es la apuesta principal de su etapa actual; o también un popurrí bastante improvisado en el que complacieron peticiones recurrentes durante todo el concierto. Dante retó al público a que les acompañaran en canciones de los primeros años de la banda, canciones que ni siquiera tenían ensayadas, como “Ruégame”, “Abismo”, “Es tuya, Juan”, “Trewa” y “Remisero”.

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Mientras la multitud gritaba exigiendo más canciones, la banda acceció a complacer las peticiones en un concierto que ya se aproximaba a las dos horas y media. “Bueno, vamos a tocar una canción que… creo que me gustaría brindar con ustedes, con esa bebida”, dijo Emmanuel. El show cerró con un duplex del tema “Ritmo mezcal” ligado con “África”.

Llegado el final, parecía que los IKV no querían despedirse del público. Posaron frente a la cámara en una foto que retrató además a toda su fanaticada, inmortalizando una gran fiesta (circense) en Ciudad de México..
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