“Always Ascending”: El indie murió; Franz Ferdinand no

Franz Ferdinand liberó este mes su quinto disco de estudio: “Always Ascending” (Domino). Es el primer trabajo de los escoceses sin Nick McCarthy, guitarrista y miembro fundador de la banda. Actualmente la etiqueta con la que fueron mercadeados en el pasado, «indie», está de capa caída para la industria musical. Sin embargo, este álbum suena con total vitalidad.


En la década pasada hubo un particular espacio: lo genuino, lo experimental y lo introspectivo reinaban el mainstream.  Una de las puntas de lanzas del movimiento que la prensa llamo indie fue la discográfica inglesa Domino Records. Para hacer corto el flashback, de esta salieron: Hot Chip, The Kills, Arctic Monkeys y Franz Ferdinand. Estos últimos dieron el tiro de gracia al decadente nu-metal y al malogrado pop-punk en 2005 con su segundo álbum, “You Could Have It So Much Better”, que llegó al número uno en Reino Unido, logrando con esto el primer hito comercial importante de Domino. Además inició la nueva guerra de bandas musicales para el mercado, haciendo honor a su nombre.

En 2018, el momento es otro. El indie no domina las listas. De hecho, en términos generales, este parece muerto. Colarse en los gustos de los consumidores más jóvenes es una tarea aparentemente simple, pero donde muchos –en el afán de sonar actuales– terminan en el ridículo. Afortunadamente, no es el caso de “Always Ascending”.

El trabajo inmediato de Franz Ferdinand antes de este es “FFS” (2014), un disco en colaboración con la legendaria banda estadounidense Sparks; un álbum cuya única aspiración parecía ser solo sostener a su fan base. La intención con la nueva producción va en otra dirección, más ambiciosa. De hecho, este disco conecta más con “Tonight: Franz Ferdinand” (2009) que con “Right Thoughts, Right Words, Right Action” (2013). No por el sonido, sino por la fuerza. Es decir, acá es donde retoman el camino que los hizo famosos.

“Always Ascending” inicia suavemente con el tema que da nombre al disco. Mismo que cerca del minuto y medio asciende musicalmente, hasta hacerse bailable. Esto no es gratuito, la canción es una referencia a la ilusión auditiva conocida como Escala de Shepard, que genera que el escucha crea que las ondas no dejan de elevarse (o de bajar).

El ambiente dance punk y new wave continúa en “Lazy Boy”, cuya línea de bajo remonta a los mejores trabajos de Blondie. Sin soltar la hoja de ruta, Franz Ferdinand muestra una de sus caras sonoras más clásicas para invitarnos a abandonar nuestras jaulas en “Paper Cages” y  para reírnos del narcisismo colectivo (¿de las redes sociales?) frente al espejo en “Finally”.

Sigue una de las baladas del disco: “The Academy Award”, un comentario social bastante ácido y de humor negro sobre la interacción humana y la tecnología. La pluma crítica no para ahí. Continúa en “Lois Lane”, nombrada así por la periodista que aparece en las historietas de Superman. Mordaz y apuntado directamente a los de su generación, es decir, a los de 30 que buscaron superficialmente de jóvenes cambiar el mundo:

“The motivation of altruism is selfishness/The desire for the pleasure of the reward/Ah, the fine young cynic/You cried.
(La motivación del altruismo es el egoísmo/El deseo del placer de la recompensa/¡Ah!, el fino joven cínico/Lloró)”.

El espíritu crítico permanece para la canción roquera del  álbum: “Huck and Jim”. Los nombres que dan título al tema son de dos personajes de la novela “Huckleberry Finn”, de Mark Twain, una referencia interesantísima porque este corte habla sobre Estados Unidos y su actual situación social.

La obsesión con la “belleza” y el “amor” en las redes sociales también es abordada en “Glimpse of Love”, una canción que enlazaría muy bien narrativamente con “The Academy Award”.  Mientras que el tema “Feel the Love Go” parece como si la banda estuvo en clases con David Bowie. Una pieza bailable, pero oscura, que cuenta con una deliciosa intervención de un saxofón para hablar de dejar ir el amor y el odio.

El cierre del disco es tarea de la balada “Slow Don’t Kill Me Slow”, que lírica y musicalmente traduce a The Smiths a la clave Franz Ferdinand. Este corte y el primero son los únicos que superan los cinco minutos de duración, ambos sin llegar a cansar.

El álbum “Always Ascending” confirma la solidez de Franz Ferdinand, con un pop y rock minimalista pero matemático. También refresca el sonido de la banda al revivir –en muchos sentidos– los años ochenta, que irónicamente es sonar actual. Aunque al pasar revista a sus trabajos anteriores, parece que esa década siempre ha sido su inspiración. Esta vez nos muestran otro ángulo, sin perder su singularidad, que descansa mayoritariamente en la voz de Alex Kapranos.

Franz Ferdinand sobrevivió la muerte de la moda que lideró y goza de buena salud.

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