Escuché el nuevo disco de Justin Bieber y… ¡no creerás lo que pasó!

Cosas mágicas pasan cuando la realeza del pop se junta. Quedó claro en el álbum homónimo de Beyoncé, que contó con productores como Timbaland y Ryan Tedder; y confirmado en el nuevo disco de Justin Bieber –sí, leyeron bien– detrás del que estuvieron: Skrillex (Dustep lord), Diplo (Major Lazer/M.I.A/Santigold) y Mason Levy a.k.a. MdL (con quién Bieber ya había trabajado un par de sus éxitos).


Hagamos un poco de memoria. Justin enamoró a los ahora conocidos como millenials con temas como “Baby”, “Never say never” y “Confident”. También pasó un par de años siendo noticia en TMZ por sus hábitos de rockstar, creándose la imagen de douche (de cerote, pues) y por su relación con Selena Gómez.

Fin del repaso.

Pero los días de “baby, baby, baby, oh” se terminaron.

Justin cerró el pasado 2015 con el disco “Purpose”, dispuesto a reconquistar a sus fans y convencer a sus haters de que es un artista que ha crecido en estos años.

Sí, yo era de sus haters, pero ya ganó mi corazón. Su estrategia fue simple: lanzar sencillos hook up que a muchos nos pusieron a enfrentar que REALMENTE NOS GUSTA UNA CANCIÓN DE JUSTIN BIEBER y no tenemos que sentirnos culpables por eso. En fin, lo aceptamos y seguimos con nuestras vidas al ritmo de “Purpose”.

Los primeros temas del álbum, “Mark my words” y “I’ll show you”, son una invitación sincera a quedarte. Al entrar “I’ll show you”, con un mood muy sexy de beats lentos y densos, Justin nos dice:

«Creés que me conocés?”

¡Nel!

I’ll show you.»


Les siguen “What do you mean” y “Sorry”, pop single material por excelencia, canciones muy upbeated que cambian el color del álbum de manera inesperada, pero no abrupta o poco armoniosa, con ritmos y melodías más latinas, como es el caso de “Sorry”, que tiene toda la estructura y forma de un hit de reggaetón o tropical house, de esos que nos entran en la cabeza mientras vamos en el bus y no podemos dejar de escuchar.

Entra “Love yourself”, una especie de parteaguas. Nuevamente el disco da un giro. La canción va sobre decepción y desamor, con Ed Sheeran en guitarra y coros. En este tema, Justin deja de lado sus beats y se abre por primera vez de la mano de una letra con la que muchos se pueden identificar. Acompañado únicamente con una guitarra, Sheeran y Bieber nos regalan un tema para mandar a donde el diablo perdió el tenedor al que te rompió el corazón.
(*Más adelante el álbum tiene otros temas con esta misma función).

Después, el álbum regresa al mood inicial con los temas “Company” y “No pressure”. El segundo abre lo que yo llamó “la parte de las colaboraciones”. Ahí nos encontramos la aparición un poco deslucida de Big Sean (I don’t fuck with you); le sigue “No sense”, un tema que con mis amigas sentimos que te lleva a una atmósfera de stripclub, con mucho humo y algún que otro gangsta por ahí, muy a lo “Pour it up” de Rihanna… La canción cuenta con la colaboración de Travi$ Scott (Antidote).


Continúa “The feeling” y queda de lado la agresividad y fuerza de los temas pasados, dando paso a un mood más dulce, gracias al acompañamiento de Halsey (Ghost), que cuaja bien con la voz de Justin.

“Life is worth living” tiene la misma función que “Love yourself”. El disco baja sus revoluciones y la cosa se pone (de manera muy aburrida) mucho más reflexiva sobre la vida. A pesar de que se siente la sinceridad de Bieber, el tema no deja de ser una canción tipo frase motivacional de agenda sobre cómo hay que seguir adelante con la vida, a pesar de los errores. Pero Justin es un artista pop de 21 años, no un doctor en filosofía, así que seguimos adelante sin prestar mucha atención.

Aparece “Where are U now” y junto a Jack ü nos recuerdan aquel sentimiento de decepción ante las personas que te dejan un poco tirado cuando estás mal, pero sin dejar de hacerte mover los pies.

En “Children” retoma esa pose de frase motivacional de agenda, que incluso podría funcionar como tema de anuncio de alguna marca hip de zapatos, y nos habla sobre cómo tenemos que cuidar a las generaciones venideras. O sea, ¡ay, calamate, Justin! Otro tema que paso sin mucha atención.

Boring.

Llega “Purpose” —tema del cual sale el nombre del álbum— con la intención de ser una canción para hacernos entender qué pasa por la cabeza de Bieber. Acompañado únicamente por un piano, Justin nos da un discurso y “abre” su corazón a sus escuchas para decirnos que le estamos dando un propósito y que, pues, en el fondo es un humano.

“Been you”, “Get used to it”, “We are”, “Trust” y “All In it” cierran el álbum. Temas muy bien producidos pero sin el peso y catch de los cortes pasados; lo cual hace sentir que el disco se divide, nuevamente, y solo hace la cosa más larga de lo que debería ser.

Gabriela Rivera forma parte del grupo salvadoreño Cartas a Felice, de quien Revista Factum ha publicado en distintas ocasiones.

Gabriela Rivera forma parte del grupo salvadoreño Cartas a Felice, de quien Revista Factum ha publicado en distintas ocasiones.

Claramente, Justin ha dejado atrás sus días de teen idol/teen pop. A pesar de que todavía no es un artista completamente maduro, este es su segundo y mejor intento de entrar al mercado del adult pop (pues lo intentó antes con “Journals”).

El álbum te lleva por ciertas “etapas” que reflejan el crecimiento personal y madurez del cantante (quien actualmente tiene 21 años). Bieber y sus productores (quienes claramente han tenido mucho que ver con el resultado final) nos regalaron para el fin del 2015 un disco para corazones de rotos, por el amor o la vida en general, en proceso de sanar y dispuestos a hacerlo al ritmo de buenos beats y una dosis de sensualidad.

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