El periodismo necesario

Hace unos días atrás coincidimos, en un centro comercial de Tegucigalpa, con un colega interesado en debatir algunas ideas para hacer más apetecible para las marcas a su periódico en línea. Me dijo como desde hace un año están tratando, junto con su esposa, de hacer de ese periódico en línea, no sólo un punto disonante en el tinglado mediático nacional, sino también una forma honesta de ganarse la vida.

Me refirió cómo, los pocos anunciantes que ha tenido, llegado el momento en que la agenda informativa les toque les intereses, han sucumbido a la vieja tentación de hacer esa incómoda llamada telefónica para pedir que “bajen” una nota o para escuchar lo que “debería” abordar con más insistencia en sus páginas.

Después de una hora de ir y venir por decenas de anécdotas, concluimos con cierta frustración que sí: en Honduras se necesita con urgencia un medio que diga lo que la mayoría de los periodistas no escriben, sea por la censura impuesta por sus dueños o por la presión que ejercen sobre ellos las propias fuentes, pero nadie quiere asumir el riesgo.

Y sí, en Honduras hacer periodismo independiente es un riesgo, no solo por la inversión económica que significa el empujar un nuevo negocio, sino también un riesgo para la seguridad física de quienes se atrevan a hacerlo. Las estadísticas del Comisionado Nacional para los Derechos Humanos dan cuenta de que en los últimos 15 años han muerto, en condiciones violentas, 63 personas relacionadas a los medios de comunicación en este país, entre periodistas, comunicadores y propietarios.

A esto habrá que sumar los espacios informativos, incluido un canal de TV, que han cerrado en los últimos años producto de la suspensión de sus frecuencias, como del temido boicot comercial que los ahoga financieramente.

Sí, Honduras necesita periodismo independiente, pero lamentablemente los mismos hondureños que reconocen esta necesidad, y demandan en redes que se escriban las historias de corrupción y violencia que son del dominio público, han sido incapaces, hasta ahora, de apoyar las pocas iniciativas independientes que salen al mercado.

¿Qué queda entonces? ¿A quién corresponde romper este círculo vicioso entre censura, periodismo tarifado, impunidad, corrupción y violencia? ¿Se puede y debe dejar esta responsabilidad solo a los periodistas? El debate está servido, queda a discreción de cada ciudadano honesto sopesar el rol que quiere cumplir para romper el cerco de silencio que, hoy por hoy, reina en Honduras.

 

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