El grito de los policías de a pie: ¡Ya estamos hartos!

Este año han sido asesinados 40 policías en El Salvador. El caso más reciente fue el de un agente que fue acribillado junto a su familia entera. Un grupo de agentes del nivel básico se hartó de la situación y fue a protestar a pocos metros de la oficina del director policial.

Foto FACTUM/Bryan Avelar


Unos 80 policías están reunidos alrededor de un ataúd puesto en medio de una calle del centro de San Salvador. Están divididos en dos bandos. A un lado, donde está la mayoría, visten medio de civil, medio de policía. Usan gorros navarone, jeans y camisas con la insignia policial. Del otro lado, unos 20 agentes están completamente uniformados, usan botas y escudos antimotines. Están firmes. Serios.

Fantasma toma el micrófono conectado a un altoparlante y lo empuña fuerte antes de lanzar el primer grito. Está al frente de los medio-uniformados, los que ahora protestan. Es de cuerpo robusto y bajito. Su mirada se deja ver enfurecida a través del hueco del gorro navarone.

–¡Estamos aquí para gritarle al señor director que salga! ¡Salga y no sea cobarde! ¡Salga y dé la cara! ¡Han estado negociando con las pandillas y nos están dejando morir! ¡Salgan!

Fantasma no es el único que habla. Detrás de él, los casi ochenta hombres y mujeres policías lo secundan con frases pequeñas, pero más agudas:

–¡Hijosdeputa!

Fantasma continúa su discurso con un tono parecido al de un pastor evangélico. Grita como si se le fuera la vida en ello. Levanta una mano y con la otra sostiene le micrófono.

Es la mañana del viernes 27 de octubre, y el grupo de policías se manifiesta a una cuadra de la estación central de la Policía Nacional Civil (PNC), mejor conocida como El Castillo, por la forma de sus instalaciones. Los otros policías, los antimotines, han sido puestos frente a los insurrectos para retenerlos y evitar que se acerquen a donde está la oficina del director, el comisionado Howard Cotto, a quien le gritan con un megáfono.

El grupo que protesta está conformado por varios “movimientos” que han surgido al interior de la PNC como resultado de la incomodidad de los agentes. El grupo que los lidera se llama “Movimientos por los Trabajadores de la Policía (MTP)”. Hay otros tres grupos que han aparecido en diferentes departamentos y zonas del país: Patriotas, Azules de El Salvador y Sangre Azul.

Los agentes han llevado un ataúd de madera color verde hasta una cuadra de El Castillo de la policía, a una cuadra de la oficina del director, para demostrar su rabia, su dolor y su descontento con el resultado que está dejando la guerra entre el Estado y las pandillas. Decenas de policías y sus familiares han muerto este año: 40 agentes hasta este 2 de noviembre, según cifras oficiales. La mayoría de ellos asesinados mientras estaban de licencia.

Este 2 de noviembre, cuando se celebra el día de los Difuntos, volvió a correr la sangre dentro de la policía: el agente Walter Antonio Guardado, de 30 años; su esposa Maritza Ivon Varela de Guardado, de 28; la hija de ambos, Guisell Guardado, de 4 años; y David Esaú Joya, un amigo del agente, fueron asesinados durante la noche en la finca El Potosi, cantón El Cerro del municipio de Coatepeque, en Santa Ana. Una familia completa. Las autoridades aseguraron que se trató de un ataque contra la policía.

Fantasma grita con más fuerza y hace énfasis en sus oraciones golpeando con su voz palabra por palabra.

–Habemos (sic) grupos organizados que vamos a seguir organizándonos para exigirles garantías de seguridad. ¡Ya-estamos-hartos! ¡Y no nos vamos de la Policía para seguirle-dando-guerra a usted, señor director!

El coro hace lo suyo.

–¡Corruptos!

Al fondo suenan unos aplausos, y Fantasma parece enardecido. Grita con furia. Cada vez con más furia.

–Y se los vamos a gritar: ¡No-los-res-pe-ta-mos! ¡Porque no nos respetan ni nos valoran! (el coro: ¡Culeros, ratas!)

El agente lleva unos minutos sosteniendo el micrófono y ha logrado que la muchedumbre grite y aplauda emocionada. Después de cada frase una voz del coro salta con un insulto para complementar la idea con más sentimiento.

Un vehículo con una pancarta donde se lee “Básicos y administrativos, todos somos policías”, durante protesta por el incremento de homicidios de agentes policiales y sus familiares a manos de las pandillas. La protesta tuvo lugar el pasado 27 de octubre de 2017, en las cercanías del Cuartel Central de la PNC. Foto FACTUM/Bryan Avelar

Al frente, los veinte agentes de la Unidad del Mantenimiento del Orden, la UMO, escuchan las palabras de sus compañeros con seriedad. Quietos, inmóviles. Ninguno está en posición defensiva, mucho menos ofensiva. Se les mira más bien relajados. Algunos de ellos revisan su celular, otros toman fotografías. Solo uno de ellos porta un arma para lanzar granadas de humo y se pasea en la retaguardia. Los demás portan un arma corta. Policías protestando frente a sus compañeros policías.

Fantasma continúa gritando.

–¡¿Cómo puede ser que ni a un funeral de un policía quiere ir?! ¡¿Por qué no va a los funerales de los policías, pues?! Y va a decirle mentiras a las familias. El viejo lenguaje: “La familia no va a quedar desamparada”, “Este es un atropello”, así dicen, “este es un atropello a la seguridad del país, a la institucionalidad. Esto no va a quedar impune” (¡pajas!). Eso dicen. Nosotros no queremos que quede impune o que no quede impune. Nosotros queremos que no fallezca ni un-salvadoreño-honesto-y trabajador-más. ¡No-queremos-más-muertes! En este lindo El Salvador.

La voz de Fantasma parece quebrarse por algunos momentos. Grita. Grita con rabia. Se le nota en los ojos. Y los policías que lo acompañan también están enfurecidos. Está casi en la parte final de su discurso y los policías están a punto de terminar su manifestación.

–Queremos decirles que nosotros no necesitamos patrocinio ni de la empresa privada, ni mucho menos de partidos políticos. Aquí todo esto que ven (un microbús con una bocina, cuatro carteles plásticos impresos y un ataúd de madera) lo han pagado policías. ¡Y vamos a seguir en la lucha organizada hasta que nos escuchen! ¡¿Entonces venimos mañana, compañeros?! (¡Venimooos!)

Ahora Fantasma vuelca su discurso a insistir en que el movimiento es real, que no se trata de una protesta financiada por algún partido político de oposición, ni es un movimiento cuyo principal objetivo es hacer ver mal al director. No. Insiste en que lo que los mueve es la muerte de sus compañeros, las miserables condiciones en que desarrollan su trabajo, y el riesgo que viven al ser carne de cañón en esta guerra.

–El policía fiando en la tienda (¡sin luz!) (¡se roba el bono!). Las sedes policiales, no es mentira, ANDA no les quita el agua porque dice que son sedes policiales: ¡Les damos-lástima! Esa es la palabra: Damos lástima los policías. (¡No pagan los alquileres!). Le debemos a CAESS, a Del Sur y a tanta compañía que les debemos la luz. Qué vergüenza. Ah, pero salen unos videos en la tele, unos spots cosa seria. (¡Buen vivir!). ¿El “Buen vivir” para quién es? (¡Para care´nuegado!)

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Cansados de que no los escuchen, y pasadas varias horas desde que inició la protesta, los agentes se empiezan a marchar. Algunos por su cuenta, otros se van en pequeños grupos.

Fantasma lo entiende y se queda callado un rato. Él es el último relevo en la protesta que ha durado poco más de tres horas. Al fondo suena una canción. Es una canción militar. Una voz en coro empieza a salir del altoparlante mientras los agentes se dispersan. Algunos se van en motocicletas, con las espaldas descubiertas, no parecen llevar su arma de equipo, al menos no la llevan a la vista.

La voz en coro suena y los agentes recogen sus pancartas. Esta tarde nadie los quiso escuchar. La canción sí se escucha fuerte.

Saliendo de su base los comando ya se van 

Dejando atrás mujer, hijos y hogar se van 

Sin saber si quiera si van a volver

o en algún lugar irán a caer

por la patria defender se van.

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