El ébola y el sonido de la muerte

La epidemia de ébola, que pese a una ligera disminución aún se mantiene latente en varios países africanos, y particularmente en Liberia, es el principal foco de preocupación de la Organización Mundial de la Salud. Liberia ha sido uno de los países más afectados, con 2,812 fallecidos, según los datos más recientes de la OMS.  Desde ese país nos llega esta historia del periodista Nicholas Parkinson, que cuenta uno de los ángulos menos tratados desde que la epidemia saltó a todos los titulares de prensa en marzo de este año: el acercamiento con la muerte -junto con los rituales mortuorios tradicionales- de los pueblos africanos golpeados por el ébola. Este matiz permite comprender, en parte, lo complicado de tratar una enfermedad -que mucho tiene que ver con el contacto- en países donde es necesario un acercamiento prolongado con los muertos para decirles adiós. 

“Lo que la mente no entiende, se adora o se teme”

Alice Walker

Mi abuela Beth fue enterrada en la parcela Parkinson, justo sobre la frontera de Utah, en la seguridad de Idaho, donde los fuertes pinos de raíces profundas forran un extremo del cementerio. Enterrada junto a ella está su hija pequeña, que murió en 1961, y en otra fila está mi tatara-tatara-tatara abuelo, Samuel Rose Parkinson, sepultado junto a sus tres esposas. Me han dicho que yo vengo de la segunda esposa.

Asistí a su vela pocas horas antes de que la bajaran a su tumba, donde reposaba en “una caja de pino”, tal como ella lo había pedido. Su cabello estaba inusualmente liso y enmarcaba sus grandes ojos, cerrados y sin vida, por encima de pómulos de cera. Mi familia y yo tomamos turnos para contemplar el ataúd y registrar visualmente la imagen final de nuestra querida Beth. Algunos se inclinaban y le besaban el rostro o tocaban sus manos trabajadoras. Después de una oración familiar, la tapa se cerró y la perdimos de vista.

Tras sufrir un accidente que la debilitara y luego sobrevivir a la cirugía de seguimiento, murió de una embolia pulmonar durante la etapa de recuperación. Nadie cuestionó el porqué de su muerte. Una arteria bloqueada en el pulmón es peligrosa, especialmente para alguien de 89 años. Su fallecimiento fue considerado lamentable, pero sin complicaciones. Murió apenas dos días antes de que yo me fuera de Liberia para siempre.

Lo que podemos ver

Todo lo que sabemos acerca de la muerte es lo que observamos mientras estamos vivos. Tendemos a ver la vida como un ciclo, impulsado por el tiempo. Como resultado, las muertes de bebés parecen ser más trágicas que las muertes de las abuelas. El pensamiento común de que el viejo muere antes que el joven ha llevado a algunas sociedades a creer que una muerte prematura y accidental es obra de espíritus malignos existes en un mundo oculto. Como tal, la pérdida de una vida joven requiere una explicación, y dependiendo de dónde usted viva, lo que se puede explicar es tan verosímil como lo que no se puede.

ébola liberia

Aviso en la ciudad de Monrovia, capital de Liberia, que advierte sobre las formas de contagio del ébola.

Viví en Liberia un año y trabajé para un proyecto de desarrollo destinado a ayudar a que agricultores de subsistencia liberianos se convirtieran en pequeños empresarios. En el camino, viajé un poco por el país y conocí a muchas personas de varias tribus, jóvenes y viejos, hombres y mujeres. Hice muchas preguntas acerca de sus creencias y sobre todo escuché lo que la gente tenía que decir.

Todo el mundo en Liberia está de acuerdo: la muerte es siempre una posibilidad al acecho. La malaria es una especie de medalla de honor. Es una experiencia de formación del carácter, una que todos los liberianos han experimentado una y otra vez. A veces, los seres queridos mueren, pero la razón no siempre tiene que ver con el mosquito portador. La muerte misma no siempre es un motivo de preocupación. Más bien, las llamados advertencias de muerte son mucho más aterradoras. Estas advertencias pueden aparecer en el camino como cierto tipo de graznidos de pájaro en la noche, en sueños o por medio de voces escuchadas en las cabezas de los vivos. El por qué existen estas advertencias es lo que preocupa a la gente. Las enfermedades y los accidentes no son más que vehículos para el mundo de los espíritus, pero no son necesariamente la causa fundamental de la muerte.

En mayo, la cifra de muertos por ébola llegó a 200, la falta de servicios básicos de salud y un gobierno totalmente incompetente que no genera confianza eran problemas graves; en agosto, la cifra de muertos se había duplicado y el panorama era sombrío. En algún momento, me di cuenta de que tal vez todo lo invisible representa la incapacidad del país para controlar la infección.

Canción de funeral

Un jueves por la noche, a principios de mayo, desperté por el latido de unos tambores. Poco más allá de mi ventana, hombres y mujeres bramaban cantos profundos y gritaban durante toda la noche. Cerca del amanecer, el ruido menguó y yo esperaba que la embriaguez colectiva de la multitud mantuviera el alborotado funeral dormido durante el resto del viernes. Pero calculé mal la importancia de los ritos de paso, los actos que separan a los muertos de los vivos. Estas tradiciones son cruciales y ningún detalle es pasado por alto, porque si algo se hace mal el difunto podría volver, o lo que es peor, ¡nunca irse! Entonces, todas las próximas desgracias serán culpa de un funeral apresurado, de un entierro chapuza o de una falta de respeto.

Como aprendería de primera mano a través de las paredes de mi apartamento, la muerte y el duelo aniquilan toda forma de silencio. Cerca de las 10:30 de la mañana, el sonido del funeral estaba en pleno apogeo mezclando lamentos fuertes y discordantes de la música tradicional Bassa, música pop bíblica de África occidental y Rihanna. Mi esposa estaba perdiendo la cabeza. Solo el bebé podía darle algo de sentido al ruido, moviéndose hacia adelante y atrás con la música con una sonrisa.

En Liberia, los muertos nunca están realmente muertos. Incluso después de que el cuerpo deja de respirar, el espíritu todavía está lo suficientemente cerca como para escuchar lo que decimos y para saber lo que hacemos. Esa persona solamente está casi muerta, o casi ausente. Los dolientes están obligados a hacer todo el ruido posible. Ya que el dolor se mide en decibeles, aquellos que no lloran o no se lamentan con violencia lo suficiente se arriesgan a sentirse notoriamente culpables ante el ojo público o, incluso peor, a ser acusados de brujería.

Tradicionalmente, los pobladores disparan armas de fuego y golpean tambores. El barullo significa para todo aquel, a lo largo y a lo ancho, que alguien ha muerto y que la comunidad debe vestir sus mejores ropas para presentar su respeto. Los funerales son asuntos de la comunidad, y mientras más ruidoso y más prolongado sea, más duelo se demuestra. Cuando Liberia entró en la era moderna, radiograbadoras y equipos de sonido chinos complementaban la capacidad de la aldea de hacer ruido. Hoy en día, la música grabada y de DJ juega un papel cada vez más importante en las tradiciones de la tribu.

Por toda la selva, la gente muere y se realizan funerales. La muerte es simbólica hacia el exterior, por lo que entonces es la respuesta, estar seguro de ser visto por todos, tanto por lo visible como por lo invisible.

Mientras el espíritu está abandonando el cuerpo, el cadáver debe ser lavado por miembros de la familia. Después del lavado, se vierte jugo de la caña o vino de palma en la boca del difunto y se le frota también por el cuerpo. A menudo, se deja un objeto en la mano—un arma favorita, semillas de arroz y tal vez pimienta en polvo usada para lanzar a los ojos de los espíritus malignos que pueda enfrentar. Otros quitan los órganos del cadáver; algunos se comen, otros se utilizan como medicina. Los órganos de un jefe o de un anciano son especialmente potentes para brebajes medicinales.

Una vez que el cuerpo ha sido preparado, parientes, amigos y vecinos vienen a ver el cuerpo y dejan nueces de cola como ofrenda. La nuez de cola representa algo positivo, como la amistad y la prosperidad. Es una ofrenda de paz, una que no solo los protegerá de maldiciones aparentes, sino también por la defensa de la tradición, mejorará su posición dentro de la sociedad.

En algunas tribus, se quiebran ollas de barro y se lanzan los pedazos al frente de la casa. Algunas mujeres se afeitan la cabeza, otras llevan todas juntas el pelo hacia abajo durante semanas. Una nueva viuda puede quedarse en casa durante meses, fuera de vista, acompañada por otras viudas. Otros miembros de la familia se atan cordones de algodón alrededor de sus cuellos. Esto los protege de la muerte y de ser llevados al mundo de los espíritus con el fallecido.

En la casa de al lado, el funeral que había iniciado el jueves se extendió hasta el sábado por la mañana. Enervado y sin haber dormido, me decidí a hacer una visita a los vecinos. Me acerqué a la multitud de dolientes somnolientos sentados alrededor de taburetes de madera. Bajo una cabaña miniatura, se sentó el DJ, medio dormido delante de un único altavoz. Pregunté quién era el mayor del grupo.

“Soy un vecino y estoy muy apenado por su muerte. Pero han sido dos noches y los vecinos no podemos dormir. ¿No se han lamentado ya lo suficiente? “, le pregunté.

“Todos lloramos mucho en una muerte. Si no lloramos, no podemos dejar ir “, me dijo el anciano. “Esta noche todos iremos a casa”.

El DJ dijo que estaría empacando el altavoz alrededor de las 6:00 p.m. Antes de irme, dejó claro que él no era parte de la tribu Bassa, pero que por 45 dólares, la muerte era un buen negocio.

Brujos

La mayoría de los cuatro millones de habitantes liberianos vive en la selva, en comunidades aisladas, rodeadas por bosques interminables que tienen poco acceso a hospitales y medicina. La principal causa de muerte en Liberia es la malaria, seguida de la diarrea y de infección respiratoria aguda, que provoca neumonía. En un año yo experimenté las tres.

Líder tradicional de la tribu Bassa

Líder tradicional de la tribu Bassa.

A medida que la población urbana de Liberia crece, también crece el acceso al tratamiento para estas enfermedades y la comprensión pública de ellas. En el monte, sin embargo, la medicina simplemente está demasiado lejos y una muerte causada por diarrea o neumonía grave se atribuye rápidamente a la hechicería.

Dado que cada muerte necesita una explicación, los brujos son un recurso común. Un brujo puede tener un juicio, pero este viene por lo general demasiado tarde para el acusado. En el juicio, el bazo o algún otro órgano es tirado en una cubeta de agua y si flota, la víctima era entonces inocente, lo cual es un pequeño consuelo. La maldición de un brujo es temida ya que para romperse puede requerir un sacrificio ritual de un niño o un adulto joven. El temor de ser acusados solo fortalece las tradiciones supersticiosas de los habitantes de la selva.

Ahora imagine cómo, en estas condiciones, el actual brote de ébola se propaga en la selva de Liberia. Para muchos, el ébola era conocido como una enfermedad transmitida por los extranjeros, es decir, la gente blanca. La negación del ébola todavía continúa hoy en día. Era obvio que el ébola apareció alrededor del mismo tiempo en que comenzaron a hacerse visibles los médicos de campo que investigaban los casos. El ‘brujo’ lleva equipo de protección de materiales peligrosos, una maleta con muchos artilugios elaborados y conduce una Landcruiser. Luego recoge al miembro de la familia que ha fallecido, lanza el cuerpo en la parte de atrás de la camioneta y nunca regresa. No se siguen las tradiciones. Los muertos no están preparados o no son debidamente llorados. ¿Cómo puede esto terminar en otra cosa que no sean infortunios? En consecuencia, en lugar de aislar a los enfermos y fallecidos y reportar casos nuevos, los liberianos ocultan y protegen a sus seres queridos de los médicos y enfermeras.

La muerte es trágica en cualquier forma, ya sea si es causada por una embolia pulmonar, un virus o una bala. Para los liberianos, la marca indígena de la causalidad sobrenatural que rige la vida, la muerte, el universo visible y todos los misterios que hay en él, hace que la muerte sea evitable. Entre los más supersticiosos, esta creencia es irrefutable y alimentada por las necesidades y problemas básicos del hombre.

Nicholas Parkinson es un periodista estadounidense radicado en África. Traducción del inglés: Alejandra Nolasco.

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