Venga de donde venga

A finales de 2019, Factum enfrentó el mayor desafío que ha tenido desde su creación: Una acusación pública sobre su financiamiento, hecha por un empresario millonario, que involucraba a uno de los fundadores de esta revista. La noticia, entonces, supuso un terremoto en la redacción. Hubo muchas preguntas, incertidumbre y desconcierto. Lo único seguro en Factum, en sus periodistas y el equipo de dirección, era la necesidad de investigar, de llegar a la verdad. La necesidad de ser coherentes con nosotros mismos.

En el pasado, desde las redes sociales o la propaganda oficial, se vinculó a Factum con el empresario salvadoreño Adolfo Salume. En varias ocasiones la revista, o alguna de sus principales caras, desmintió aquella versión basándose en la confianza y en lo dicho por uno de sus fundadores, Héctor Silva Ávalos, que siempre negó cualquier relación con Salume. Fue, sin duda, un error de nuestra parte no haberlo corroborado.

El 15 octubre de 2019, Salume publicó un campo pagado en dos periódicos de circulación nacional. En él dijo que había fundado Factum en 2014 a través de la contratación de Silva Ávalos. También dijo que su participación en la revista había terminado un año después.

Tras conocer ese comunicado y recopilar información preliminar sobre el caso, el Consejo Editorial de Revista Factum decidió, tal como dio a conocer el 18 de octubre de 2019, separar a Silva Ávalos de toda responsabilidad periodística y administrativa para comenzar una investigación periodística sobre el financiamiento inicial de la revista. Esa separación fue aceptada y acatada por Silva Ávalos,  quien no ha tenido injerencia alguna en Factum desde entonces.

La noticia del comunicado sembró dudas en nuestros lectores. Muchos nos preguntaron si Factum pertenecía a Salume o a Silva Ávalos. Muchos dudaron de nuestra credibilidad. Ayudó que desde la actual presidencia, una administración entregada a la manipulación discursiva, se intentara desinformar a la población. Factum se debe, en primer lugar, a sus lectores. Nuestro compromiso no es solo con el periodismo riguroso, ético y útil; también lo es con la transparencia, esa que siempre hemos exigido a los funcionarios, a los poderosos y a todo aquel acomodado en la oscuridad de la corrupción.

Por ello convenía precisar y dar pruebas inequívocas para disipar las dudas y cortar de tajo las mentiras. La extensa investigación que Factum presenta, que incluye entrevistas con los principales involucrados, tiene dos partes. La primera explora la relación entre Salume y Silva Ávalos, una conexión que el comunicador ocultó a sus compañeros, y que incluyó favores de parte del empresario. Una relación que, a juicio de la revista, transgredió la ética profesional y dinamitó la confianza que el Consejo Editorial tenía con Silva Ávalos.

La investigación sobre el financiamiento inicial de esta revista derivó en una exploración más detallada sobre la figura de Silva Ávalos. Por ello, una gran parte del reportaje está relacionada con una investigación penal abierta por la Fiscalía General de la República donde está mencionado Silva Ávalos. Factum logró demostrar, a través de testimonios, documentos oficiales y entrevistas, que Silva Ávalos participó en el esquema de sobresueldos durante la administración Funes, los pagos sin control que evidencian irregularidades de parte del comunicador.  Le corresponderá a la Fiscalía determinar si hay o no ilícitos.

¿Es relevante para Factum? ¿Es relevante para sus lectores? Aunque obvia, la respuesta debe ser explícita: siempre será útil, necesaria, cualquier información que dé cuentas de los recursos públicos. Dejarla de lado no era opción.

La Revista Factum publicó por primera vez en octubre de 2014. Silva Ávalos comenzó formalmente el proyecto junto al periodista Orus Villacorta, ambos como cofundadores y codirectores. En 2015 se sumó el periodista César Castro Fagoaga como jefe de redacción. Ni Villacorta ni Castro Fagoaga tuvieron tratos con Salume o con cualquier otro empresario salvadoreño. El único responsable entonces de la búsqueda de financiamiento y temas administrativos fue Silva Ávalos. La información que contó al Consejo Editorial, formado por los tres, fue que el primer financiamiento fue otorgado por un organismo internacional (NED) en 2014, algo que fue corroborado por el donante.

Su relación con Salume, sin embargo, fue diferente. De eso trata, en parte, la investigación que Factum ahora publica.

La revista se formalizó como empresa en 2018. Revista Factum desde entonces es propiedad de la empresa Factum Media, S.A. de C.V., cuyos únicos socios son Villacorta y Castro Fagoaga. Silva Ávalos, aunque miembro de la junta directiva de la empresa, nunca fue socio de la misma ni existe ningún vínculo contractual que lo ligue a Factum Media, S.A. de C.V., ni a su marca Revista Factum.

Desde entonces, del financiamiento de la revista puede dar cuenta Factum Media, S.A. de C.V., y sus socios, así como el grupo de financistas que han confiado en la revista y nunca han puesto en duda su credibilidad. Factum Media, S.A. de C.V., como hizo público la revista en varias oportunidades -y como se puede leer en el pie de la publicación-, ha recibido financiamiento en su mayoría de Open Society Foundations (OSF) y la National Endowment for Democracy (NED), organizaciones que creen en el periodismo independiente. Otros financistas han sido la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD) y el gobierno de Canadá, entre otros.

Los hallazgos de esta investigación son contundentes. Factum Media, S.A. de C.V., se encuentra, por ello, en el proceso de elección de una nueva junta directiva. Antes de conceder la entrevista a Revista Factum, Silva Ávalos solicitó una reunión a la junta directiva, la cual fue realizada a finales de 2020. En ella, Silva Ávalos alegó que el reportaje no debía publicarse porque se trataba, según él, de una investigación interna. También dijo que la empresa le debía salarios desde que fue separado de la revista. Ambas afirmaciones no tienen sustento: desde un inicio se informó que la investigación sería pública (lo cual puede comprobarse en el editorial de octubre de 2019) y no existe un vínculo contractual o compromiso entre Silva Ávalos y Factum Media, S.A. de C.V., o alguno de sus socios.

El expediente Silva Ávalos

En octubre de 2019 inició un largo proceso investigativo que finalmente culminó un año y cuatro meses después. El tiempo para la obtención de las pruebas contundentes que Factum ahora presenta, el año de pandemia por la Covid-19, la cobertura electoral e incluso la demora de Silva Ávalos para dar una entrevista a esta revista influyeron significativamente en la redacción, edición y producción de esta investigación.

Influyó, además, que durante ese proceso los responsables de la investigación encontraran información valiosa, de utilidad pública, sobre Silva Ávalos mientras este ejerció como funcionario público en la administración del expresidente Mauricio Funes.

El reportaje, firmado por el periodista Bryan Avelar, fue supervisado y editado por Ricardo Vaquerano, reconocido editor y formador de periodistas en El Salvador. Vaquerano, si bien ha colaborado en el pasado con Factum -como lo ha hecho a través de asesorías periodísticas con otros medios de comunicación en El Salvador y Centroamérica-, no es empleado de la revista.

Por transparencia, el Consejo Editorial decidió desligarse de cualquier decisión periodística relacionada a la investigación. Todo el peso editorial recayó en el periodista y su editor.

Esta investigación arroja dos importantes líneas de hallazgos. Ambas sirven para desmentir las versiones que Silva Ávalos dio a la redacción, Consejo Editorial y opinión pública entre 2014, año de fundación de la revista, y 2019. La primera está relacionada con el motivo original de esta investigación: el nexo entre el comunicador y Salume, y el financiamiento de la revista.  Si bien esta investigación no pudo comprobar la existencia de pagos o transferencias de dinero entre Salume y Silva Ávalos -el empresario se rehusó a presentar evidencia para sustentar lo dicho en el campo pagado y el comunicador lo negó en todo momento-, Factum sí pudo comprobar que entre Salume y Silva Ávalos existió una prolongada comunicación que excedió el periodo que originalmente Silva Ávalos reconoció al Consejo Editorial y a la redacción de Factum. El exdirector dijo en un principio que su acercamiento con Salume duró entre dos y tres meses durante 2014, cuando tuvo contacto con él para sondear la posibilidad de financiamiento. Sin embargo, durante la entrevista con Factum, Silva Ávalos reconoció que la comunicación con el empresario fue de casi dos años y que sí hubo aportes significativos de Salume hacia la revista, aportes que el también fundador ocultó a Villacorta, al Consejo Editorial y a la redacción.

El logo de Factum, por ejemplo, fue elaborado por un empleado de Diario 1, propiedad de Salume. Un aporte que ambos -empresario y comunicador- reconocieron que fue consensuado. Lo mismo ocurrió con el “préstamo” de un periodista entre Diario 1 y Factum, una negociación acordada entre Silva Ávalos y Salume que, de nuevo, no fue consultada ni informada al Consejo Editorial.

El segundo grupo de hallazgos se centra en la dimensión pública de Silva Ávalos, aspectos que también fueron escondidos y negados al Consejo Editorial y a la redacción de Factum. Tras ejercer el periodismo por muchos años, Silva Ávalos se incorporó al gobierno del expresidente Mauricio Funes (2009-2014) en 2009 como diplomático en un puesto clave de la embajada salvadoreña en Washington DC. Silva Ávalos dejó su cargo en 2012, alegando diferencias con la política de Funes.

En enero de 2019, el periódico El Faro publicó un amplio reportaje sobre los sobresueldos devengados por los exfuncionarios de las administraciones Funes y Saca (2004-2009). Ajenos a cualquier control estatal, y conocidos como sobresueldos, fueron los pagos extra que recibieron decenas de funcionarios públicos de las administraciones de Arena y FMLN, pagos que fueron extraídos -de nuevo sin ningún control- de la partida de gastos reservados, conocida también como partida secreta. Cuando la publicación de El Faro salió, el Consejo Editorial preguntó a Silva Ávalos si él recibió sobresueldos durante su paso en el gobierno de Funes. Silva Ávalos, que no aparece mencionado en el texto de El Faro, dijo que nunca los recibió. Mintió.

Uno de los principales hallazgos de la investigación de Factum no solo prueba que Silva Ávalos mintió en aquel momento, sino que su salario en algunos meses, gracias al dinero recibido de la partida secreta, duplicaba al salario nominal del presidente de la República. Silva Ávalos reconoció a Factum que firmó recibos cuando cobraba, en efectivo, el dinero entregado por Casa Presidencial. También reconoció su firma en al menos tres recibos que Factum le mostró como parte de esta investigación, algo que puede leerse -y escucharse- en la amplia entrevista que concedió a esta revista. Esos recibos son similares a los publicados por El Faro a inicios de 2019.

Un valor imprescindible en cualquier grupo de trabajo, en un periódico o un Consejo Editorial, es la confianza. Permite, por ejemplo, la defensa a ultranza de un miembro cuando se cree en él. Sin embargo, cuando una serie de inconsistencias sale a flote, es menester que ese grupo de periodistas, que entiende que uno de sus objetivos es fiscalizar al poder, haga lo que mejor sabe hacer: investigar para dar con la verdad, incluso si eso implica investigar al cofundador del medio.

Factum, como reza el apartado “quiénes somos”, es un grupo de periodistas curiosos, escépticos e incisivos. Se le podrá acusar de ingenuo, de confiado, pero nunca de cómplice.

Este ejercicio, inédito en el país, tendrá múltiples consecuencias. La más relevante para Factum es que aclara, de una vez por todas, la propiedad de la revista. No menos importante es que desbarata el uso mezquino que, desde la Casa Presidencial de Nayib Bukele, se pretendió hacer de este tema. Un gobierno oscuro alejado desde el primer momento de la transparencia, con múltiples casos de corrupción a la espalda y que ha patentado el engaño como forma de comunicación siempre tendrá terror del periodismo crítico. Ese periodismo será más necesario que nunca.

Cada vez que insistan en atacar nuestra credibilidad, los referiremos a esta publicación, que representa un hecho histórico de responsabilidad editorial en el periodismo salvadoreño.

La corrupción debe investigarse y darse a conocer siempre. Cualquier medio de comunicación que, teniéndola frente a sus narices, decida callarla está conminado a ser parte de ella. La corrupción debe investigarse. Venga de donde venga.

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