“Coisa mais linda”: mujeres a su propio ritmo

“Coisa mais linda” –en español, “Cosa más linda”– es una de las propuestas más recientes que hace Netflix desde Latinoamérica en su catálogo de producciones originales. Con un grupo fuerte de mujeres protagonistas que se abre paso a su manera, esta serie brasileña detiene el tiempo y atrapa a quien la ve con una mezcla de buena música, temas de avanzada y honestidad. 

[Alerta spoiler: la siguiente reseña revela detalles de la serie “Coisa mais linda”, que forma parte del catálogo de Netflix]

Fotos de Prodigo Films y  Netflix


Latinoamérica sigue pujando fuerte entre el catálogo disponible en Netflix, gracias a historias nuevas contadas desde la perspectiva de las mujeres, nada menos. “Coisa mais linda”, una producción de Prodigo Films para Netflix, no es la excepción. Esta serie brilla entre un mar de propuestas norteamericanas más blandas. Sus creadores, Heather Roth y Giuliano Cedroni, han conjurado a un Brasil del pasado donde las mujeres se enfrentan a limitaciones no muy distintas a las actuales, pero cuya determinación para superarlas tampoco ha cambiado mucho.

La sinopsis es la siguiente:

«Finales de los años cincuenta. María Luiza (María Casadevall) acaba de abandonar Sao Paulo para mudarse con su esposo a Río de Janeiro. Quieren abrir juntos el restaurante que han planificado por mucho tiempo. Pero ocurre un pequeño detalle: a su llegada, María no encontró a su esposo, ni tampoco el negocio que esperaba. Con un futuro literalmente en ruinas, depende de ella regresar derrotada a Sao Paulo con su hijo o dejarse llevar por las olas cariocas y fluir al ritmo de la música que ama. Decidida a realizar el sueño de abrir un club de música, María se alía con Adélia (Pathy Dejesus), una empleada doméstica negra, y se atreve a soñar más allá de las convenciones sociales. Mientras tanto conoce a Chico, un músico cuyos demonios internos no le impiden crear un nuevo estilo musical: el bossa nova».

“Coisa mais linda” se anota de entrada un golazo: aprovecha un elemento cultural tan fácil de identificar como el bossa y en lugar de ponerlo al centro, permite que sea el caldo de cultivo para una historia más rica. Esto introduce a los personajes con una capa más de contexto más rica y le da los acentos necesarios para conectar emocionalmente con ellos en los momentos justos.

Las mujeres de la serie son tridimensionales, con motivaciones únicas y personalidades interesantes. Todas representan formas únicas de existir como mujer en un entorno restrictivo y conservador.

Ya sea la liberal Thereza; o la misma Ligia –como canario musical atrapada en una jaula de oro–; o Adélia –con su temple tambaleándose frente al pasado–; o la misma Malu –que cuestiona sus valores–, cada una de estas mujeres ofrece experiencias que provocan empatía y reflexión. Se muestra una construcción efectiva de personajes que paga con creces y es gracias a ellas que la serie se mantiene emocionante y conmovedora.

Los derechos de la mujer marcan la línea de los conflictos principales de la historia. Aquí nada es tabú: violencia, sexismo, violaciones, relaciones interraciales, aborto… Todos estos temas de coyuntura son abordados de manera orgánica y respetuosa. Uno de los mayores logros de esta serie es que encuentra un espacio donde puede explorar estas ideas de manera acertada en un tiempo pasado. Y son estos abordajes los que le agregan peso a la historia cada vez que se traen a la mesa. La audiencia intuye que las consecuencias de ese momento, así como el silencio alrededor de estas mismas ideas, era más grave. Esto ayuda a ver estas problemáticas bajo una luz más enfocada.

La dirección de arte es muy acertada. Los ambientes concuerdan con el período que intentan revivir y los personajes los habitan con una naturalidad que encanta. Río de Janeiro será un lugar difícil, pero innegablemente precioso. Cualquier purista de la historia musical debe ir bien advertido: aquí no encontrará una reproducción fiel de los hechos. El bossa no es más que la excusa para mostrar la vida de una mujer que aprende a bailar a su propio ritmo. Eso no impide encontrar en la banda sonora clásicos del género en cada capítulo, incluido el que le da su nombre a la serie.

Pero aún en el paraíso hay problemas. Uno de los más evidentes es el romántico protagonista. De todas las cosas que la serie podría glorificar o dejar intactas, el estereotipo del artista vicioso es la peor de todas. Se supone que hagamos de lado todas esas convenciones, ¿menos esa? Esta suerte de músico con cara de Tom Jobim y problemas de Joao Gilberto es la contraparte amorosa más blanda de la historia. Se disfruta más ver a Malu haciéndolo responsable de sus errores que caer en sus brazos.

Leandro Lima encarna el papel del personaje de Chico Carvalho en “Coisa Mais Linda” (2019), disponible en Netflix.

La historia está poblada de mujeres blancas con la sombra del racismo siempre presente, como muestran los roces entre Adélia y Malu. Aunque su amistad mantiene la horizontalidad y Malu debe admitir en algunos puntos tanto su prejuicio como su privilegio, la serie no escapa a los discursos embellecidos de una región que insiste en tratar al racismo y colorismo como temas resueltos. Todo esto es históricamente acertado a su tiempo.

Para una persona negra, vivir tranquilamente en el Río de los años cincuenta no era un sueño, gracias a las legislaciones antidiscriminatorias adoptadas en esa década. Sin embargo, escalar socialmente era –y es aún– un tema escabroso. Que esto se trate de endulzar apelando a la valentía o persistencia de una mujer negra es una salida comprensible para ilustrar el momento en que sucede la serie, pero una salida fácil para presentar un problema así frente a una audiencia.

“Coisa mais linda” se mueve en la vena de otras series como “Las chicas del cable”. Son reproducciones fieles de épocas pasadas donde las mujeres llevan la voz cantante. Sin embargo, “Coisa mais linda” prefiere el drama que las intrigas elaboradas y eso le ayuda a mantenerse honesta y fresca la mayor parte del tiempo. Cuando cae bajo la tentación de generar sorpresa innecesaria, tropieza un poco y pierde la calidez, como sucede en el final de temporada.

Con todo esto, la serie se sostiene. Lo principal no cambia: el retrato de mujeres que florecen pese a su época y a sus retos personales; que triunfan juntas, imperfectas, y pierden el miedo a crear la vida que siempre quisieron para ellas; que reconocen sus limitaciones, errores y prejuicios, sin aceptar al mismo tiempo nada menos de lo que merecen.

Es necesario que estas historias se cuenten más para ser narradas mejor, especialmente en una Latinoamérica donde el machismo late aún con fuerza. Una segunda temporada de “Coisa mais linda” no solo es lógica: sería una movida muy estúpida no llevarla a cabo.

Es momento de cruzar los dedos y pedirle a Yemayá que ilumine no solo a Netflix, sino a cualquier productora para hacerles entender que esta es la calidad de entretenimiento que buena parte del público desea y aprecia. Especialmente el femenino, harto ya de protagonistas alejadas de sus realidades y aspiraciones.

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