Caloncho en El Salvador: un concierto para el amor y el regalo de la vida

La noche del viernes pasado, Caloncho y su banda volvieron a presentar su espectáculo en El Salvador, país al que ya han visitado en dos ocasiones. Se trató de un concierto en el que distintas canciones dedicadas al amor y a la vida impregnaron de sentimiento al plató de Scenarium, Multiplaza.

Fotos FACTUM/Alexandra Guerra


La noche del viernes apenas comenzaba. Algunos asistentes ahogaban su impaciencia en anécdotas de la semana, abrazos y besos. Otros comentaban con orgullo que su espera en fila para ingresar al concierto había iniciado desde las 5:00 de la tarde. Scenarium se había convertido en el lugar de encuentro de amigos y parejas que buscaban disfrutar una noche dedicada a la música, la vida y el amor. 

Los ánimos se exaltaron aún más cuando Natalia Alejandro y los integrantes del grupo Cantalejo se acomodaban en el escenario para abrir el concierto. Su show arrancó con el tema “Hora de Dormir”, que forma parte de su EP, del mismo nombre.

Entusiasmado, el público aplaudió al recibir a los artistas de casa. El repertorio de “Hora de Dormir” describía los altos y bajos de las relaciones amorosas: el enamoramiento, las expectativas, las desilusiones.

Natalia Alejandro lideró con su voz la presentación del grupo nacional, Cantalejo.
Foto FACTUM/Alexandra Guerra.

Durante su presentación también hubo espacio para la reflexión. Natalia Alejandro aprovechó el momento para generar conciencia sobre dos temas: el primero, los embarazos de niñas y adolescentes, una realidad difícil de obviar, si se toma como evidencia que en 2016 se registró un 30% (22, 363 casos) de embarazos de niñas y adolescentes cuya edad oscila entre los 10 y 19 años; el segundo, el maltrato físico a niños, práctica aún vigente que muchos padres utilizan para educar.

Fue así como Cantalejo expresó —a través de “Una canción para querer”— su rechazo hacia la violencia y el abandono a los más jóvenes de parte de una sociedad que naturaliza la hostilidad para resolver el problema estructural del crimen y la delincuencia. “Una canción para querer” es un canto de determinación y valentía, un cuestionamiento sobre la responsabilidad de los adultos acerca de lo que somos como país, y un contraste sobre lo que deberíamos ser.

Terminada la presentación del grupo nacional, la audiencia agradeció la presencia de Cantalejo con animados aplausos y elogios que se escuchaban a voz de garganta.


El turno de Caloncho

Los músicos disfrutaron casi tanto como el público que asistió al concierto de Caloncho en El Salvador.
Foto FACTUM/Alexandra Guerra.

Eran las 9:30 de la noche cuando el mexicano Caloncho mostró el camino a los músicos que le acompañarían. El suspenso se respiraba mientras las luces del escenario giraban e iluminaban los jóvenes rostros expectantes. El espacio comenzaba a llenarse poco a poco. Ahora las risas y las conversaciones eran ininteligibles.

Todo parecía agitarse a cada minuto. Decenas de jóvenes aclamaban: “¡Caloncho! ¡Caloncho! ¡Caloncho!”. El escenario aguardaba con sus luces violetas, verdes y amarillas por la aparición del mexicano.

Las cortinas al fin se corrieron. Uno a uno los integrantes de la banda tomó su posición y sus instrumentos. La emoción subió. Los gritos se intensificaron cuando Caloncho se descubrió en el escenario y saludó al público.

Así, el concierto comenzó con una oda a la música: “Bálsamo”, tema principal de su más reciente y segundo álbum. Del mismo disco sonaron “Amigo mujer”, “Campamocha”, “Equipo”, “Diario”, “Fotosíntesis”, “Brillo” y “Hedonista”.

Las composiciones de este álbum mezclan estilos musicales de América Latina con pop y algunos toques electrónicos. Además se aprecia en ellos la calidez y la belleza de las cosas pequeñas de todos los días.

La propuesta para la noche también incluyó canciones del primer álbum (“Fruta”). Así fue como el repertorio ofreció un paseo por temas como “Pasa tiempo”, “Julia”, “Chupetazos”, “Palmar” y “Derroche”, entre otras. Se trataba de un estilo encauzado en los placeres del amor y la naturaleza, como un conjunto admirable, dulce y tórrido, como los paisajes costeros de Latinoamérica.

Imagen del concierto que el músico mexicano Caloncho ofreció en El Salvador, un país que ya ha visitado en dos oportunidades.
Foto FACTUM/Alexandra Guerra.

El escenario era así: una mezcla armoniosa (y bien pensada) de colores, melodía, luces y voces.

Todos los temas fueron cantados verso a verso por los asistentes. Caloncho había impregnado el ambiente de sensualidad, diversión y gozo colectivo. Las parejas se cantaban mutuamente mientras bailaban las melodías, los amigos se abrazaban, tomaban fotos y video del espectáculo para publicarlo en redes sociales o para el recuerdo. Los más afortunados de la primera fila extendían sus regalos hacia el escenario, que no tardaron mucho en ser recibidos con gratitud.

Audiencia y artista vivían en sincronía.

Caloncho expresó su gratitud a los fieles admiradores de El Salvador en su segunda visita al país. Luego, desapareció tras el telón. El sonido no se había silenciado. Parecía indicar que el concierto aún no había terminado. El ánimo del público tampoco se apagaba. Se podría asegurar que todos, a excepción de los miembros de seguridad y los técnicos de sonido, gritaban con una sonrisa: “¡Otra! ¡Otra! ¡Otra!”.

Y ganaron.

Caloncho regresó al escenario para cerrar el concierto con el toque final de “Optimista”, una manifestación del presente y su valor, la conciencia de nuestro lugar en el Universo y el regalo de la vida en sí misma. Fue un espectáculo cautivante y contagioso. Un concierto para el amor.


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