“Arrival” o un (buen) capítulo más de los encuentros cercanos

[Spoiler alert: la siguiente reseña comparte detalles de “Arrival”, filme nominado a ocho premios Oscar este año, incluido el de mejor película.]


Esta película vuelve a un tema que hace años se le convirtió en obsesión a la cultura pop occidental: el encuentro con inteligencias extraterrestres. En el caso de Hollywood la obsesión se ha traducido en un sinfín de películas —2 o 3 por año si nos descuidamos—, la mayoría de las cuales no da ni para detenerse durante el zapping.

“Arrival” no es una más en esa lista alargada de películas del tipo me-encontré-con-un-alien-y-no-te-imaginas-qué-pasó-después. Hay, aquí, algo de sustancia artística y buenas dosis de técnica cinematográfica correcta. Eso hay.

Nominaciones

  • Mejor película.
  • Mejor director, Denis Villenueve.
  • Cinematografía, Bradford Young.
  • Montaje, Joe Walker.
  • Diseño de producción, Patrice Vermette.
  • Edición sonora, Sylvain Bellemare.
  • Mezcla sonora, Bernard Gariepy Strobl.
  • Mejor guion adaptado, Eric Heisserer.

Debo escribir rápido, también, que “Arrival” sí es heredera directa de los paradigmas estilísticos y temáticos impuestos por “Encuentros cercanos del tercer tipo”, de Spielberg, y “Odisea 2001”, de Kubrick, las dos películas que crearon el lenguaje cinematográfico que décadas después sigue presente en el cine espacial de Hollywood.

La trama no es original, pero la película sí tiene toques relevantes. La historia va de la llegada de 12 naves de una raza extraterrestre que se posicionan —no llegan a aterrizar— sobre diferentes puntos del planeta. Uno de esos puntos está, por supuesto, en Estados Unidos. Lo siguiente, como manda el canon narrativo de películas como esta, es el contacto: Washington busca a Louise Banks, una lingüista interpretada por Amy Adams, para descifrar el lenguaje de los visitantes.

A partir de ahí, muchas concesiones estéticas, bien logradas las más de las veces, a las pautas que marcaron los dos clásicos mencionados. De Kubrick toma Denis Villenueve, el director, algunos trazos de su puesta en escena, como el uso constante de líneas rectas y planos largos que parecen remarcar la pequeñez de la raza humana. Y de Spielberg parece venir el diseño del personaje principal.

La lingüista de Amy Adams se parece mucho al científico atormentado al que Richard Dreyfuss da vida en “Encuentros cercanos”. En ambos personajes hay un hálito de ansiedad casi depresiva, dado por la incertidumbre que les provoca, pues, eso de ser a quienes toca mostrar a los visitantes la naturaleza contradictoria de la humanidad, sus pobrezas y crueldades.

Dreyfuss terminó de hacerse famoso en 1977 por aquel papel en “Encuentros”, que llegó dos años después del estreno de Tiburón, también de Spielberg. Ya para entonces ambos, director y actor, tejían su camino, a pasos rápidos, hacia los panteones más reverenciados del Hollywood de finales del siglo XX, donde el gran cine-espectáculo no terminaba de distanciarse del cine relevante en términos artísticos. El camino recorrido por Amy Adams es un tanto diferente.

Adams es una buena actriz, muy buena. Su maldición parece ser la insistencia de la industria en convertirla en heredera de la última princesa taquillera de Hollywood, lo que la ha llevado a un puñado de papeles irrelevantes. Aun así, es seguro decir que Adams es, entre las actrices llamadas a relevar a las grandes divas de la generación anterior —una lista encabezada por Meryl Streep, nominada de nuevo este año—, una de las más constantes. “American Hustle” y hoy “Arrival” son buena prueba de ello.

Sin la actuación de Amy Adams, facilitada en este caso por un personaje que a pesar de algunas frivolidades gratuitas está bastante bien escrito, “Arrival” no sería una película a destacar entre el montón de tema espacial o extraterrestre.

Amy Adams.

Es cierto que este filme tiene alguna trascendencia estética por la forma en que cuenta, visualmente, el encuentro entre razas, que es sobre todo a través de un exquisito montaje auditivo (cuando la vea, póngale oído al pase del canario en la jaula). Y es cierto, insisto, que el director Villenueve toma mucho del manual Kubrick para hacerlo; su gran mérito es que lo hace bien.

Pero lo más destacable es el personaje de Adams, bien calibrado y bien interpretado. “Arrival” está nominada a ocho estatuillas, mejor director y mejor película incluidas. Amy Adams, que es acaso lo mejor de este filme, no está nominada. Cosas de la Academia.

Al final, una película que solo por guion pudo haber sido bastante bofita, termina siendo entretenida, con toques —solo eso— estéticos que le dan alguna relevancia y permiten que el mensaje último, el de la trascendencia individual ante la inmensidad que nos rodea, llegue hasta nuestra retina.


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