Los dos mundos de Alejandro Fernández vencieron a la lluvia salvadoreña

A través de la gira “Rompiendo Fronteras”, Alejandro Fernández continúa festejando un cuarto de siglo de carrera artística. El pasado sábado 28 de abril, Fernández ofreció en El Salvador un repertorio de 41 temas, entre los que incluyó canciones clásicas, así como también  los frutos de sus más recientes álbumes: “Rompiendo Fronteras” (2017), “Confidencias” (2013) y “Dos Mundos” (2009). El concierto terminó bajo la lluvia, pero el público se mantuvo fiel, disfrutando de la entrega del “Potrillo”.

Fotos FACTUM/Salvador Meléndez


Era el plan perfecto para quedar entre amigas o acudir en familia. Recién oscurecía cuando el estadio Jorge “Mágico” González comenzó abarrotarse. A pesar de las ansias por ver al cantante, también reinaba otro sentimiento: el temor a que la lluvia estropeara el concierto.

Cuatro años de espera en los que esta “Nube Viajera” no se posaba sobre el país habían llegado a su fin. Un juego de percusiones de la batería, el vibrato del bajo y el sonar de las trompetas daban la triunfante entrada a Alejandro al escenario. Saludó con: “¡Hola! ¡Qué bonitos ojos tienes!”, frase de la primera canción de la noche: “En lo correcto”.

Concierto del cantante mexicano, Alejandro Fernández, en el Estadio Jorge “Mágico” González, en San Salvador, el 28 de abril de 2018.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

Fernández lucía un traje formal que, a la vez, le otorgaba un aire bohemio. Su semblante, siempre distinguido y elegante. Su cabello, recogido con una cola de macho. Con felicidad visible en el rostro, sonrisa perpetua y seductora, la estampa del mexicano podía resumirse en una palabra: cautivante.

Igualmente atractiva era la escenografía. Deleitaba un espectáculo visual único. Una pantalla gigante al centro y dos en los laterales, rieles móviles de luces cuyo protagonismo salía de lo convencional. Había una intención evidente de que los vídeos proyectados fueran apenas apoyos básicos. No así era el caso de las luminarias que marcaban ese toque dramático que caracteriza al “Potrillo”. Hubo momentos en los que parecía que “había bajado las estrellas de un solo golpe”.

La gira “Rompiendo Fronteras”, del cantante mexicano, Alejandro Fernández, fue presentada en el Estadio Jorge “Mágico” González, en San Salvador, la noche del 28 de abril de 2018.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

Además de una tecnología trabajada desde hace meses en México –y diseñada exclusivamente para el artista–, también destacaba un staff de primera, en especial, la tres coristas que contorneaban sus figuras con suaves movimientos y sobrio vestuario; y claro, los músicos. Eran nueve en total, quienes gozaron también de los movimientos coordinados que también formaban parte del espectáculo.

El concierto estaba dividido en tres partes: un bloque de balada pop, otro de balada acústica y, la última, de rancheras. Al principio todo fue suave y sentimental. Los asistentes revivieron 19 temas que hablan de amor y desamor. Escucharon sus nuevas propuestas, así como sus canciones más clásicas e inolvidables. El hijo de Vicente Fernández no dejó de lado éxitos de otros grandes de su tierra, como: Armando Manzanero y el fallecido Joan Sebastian.

Parte del público que asistió al concierto que ofreció Alejandro Fernández en el estadio Jorge “Mágico” González, en San Salvador, la noche del 28 de abril de 2018.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

No obstante, hubo espacios de mucha alegría y ritmo, estratégicamente colocados en el desarrollo del espectáculo. Ese fue el caso de “Canta Corazón”, dueño de un arreglo tropical y enmarcado en un escenario rojo vibrante.

Durante todo esta sección del concierto, fueron muy pocas las palabras que el cantante dirigió a la concurrencia:

“[Es] tan lindo venir a este lugar tan especial. Muchísimas gracias por acompañarnos. Esperamos que se pasen una noche increíble, que para eso nos invitaron. Lo más importante: siempre que vengo a El Salvador me tratan como si estuviera en casa.  ¿Y saben por qué? Porque soy de casa. Así me hacen sentir”.

–Alejandro Fernández

Tal vez la forma de ser de Alejandro es más actuar y poco hablar, pero pareció que el público excusaba su falta de discurso, pues bastaba con su energía, que era desbordante. El rostro del mexicano desparramaba gotas sudor hasta quedar empapado por completo. Su canto –calificado por expertos como de tenor– se sostenía con ímpetu hasta lograr arrancar el aplauso y admiración de los asistentes.

Alejandro Fernández, durante el espectáculo que ofreció en El Salvador.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

Quizás el momento más esperado de la noche fue el de la música ranchera. Once mariachis vestidos en tonos tierra comenzaron a desplazarse sobre la tarima, mientras derrochaban su folclor a todo esplendor. La auténtica fiesta mexicana estaba puesta en escena. De pronto, apareció Alejandro, con su traje negro de bordados y botonadura dorada, su corbata de rebozo, su sombrero ancho de gran ala y sus botines negros con brillo militar.  Así, con su porte bravío, entonó “Guadalajara”, el himno de la capital jalisciense de donde es oriundo.

Aferrado, como siempre, a su público, el tapatío se quitó el sombrero y lo entregó a una fanática. A cambio, recibió una bandera de El Salvador, la cual besó y agitó vigorosamente.

El artista obsequió 22 temas rancheros sin pausa, ni tregua. Asimismo, no desaprovechó la oportunidad de regalar unos consejos a los hombres. “Esta va para los caballeros, por si se les olvidó cómo tratar a las mujeres”, anunció como preludio antes de interpretar: “Mátalas”.

El bloque musical fue muy completo, con rancheras de dolor como “Nube viajera”, “Te juro que no” y “Como quien pierde una estrella”, entre otras. Pero también aparecieron las rancheras más alegres, las de relajo, que se hicieron presentes con piezas como “¡Ay! Jalisco, no te rajes”, una composición original de Jorge Negrete.

Súbitamente, una lluvia moderada empezó a caer sobre el campo abierto. No obstante, la gente seguía en pie de lucha con sombrillas y capas de colores. Nada interrumpiría el punto más álgido del concierto. “El Potrillo” bromeó diciendo:

“No tengan miedo que no soy de papel”.

Aunque Fernández se había despedido, el público –empapado de emoción– clamaba por su regreso, mientras cientos de manos movían de un lado a otro las lámparas de sus celulares, como emulando mágicos destellos de luciérnagas.

Y porque así lo pidieron, él volvió para dedicar un breve homenaje a su progenitor, don Vicente Fernández. “Canto esto con respeto a aquel que es mi amigo, mi ejemplo, mi padre, mi confidente”, expresó. Entre los memorables temas con los que complació a los fans, estaban: “Mujeres divinas”, “Me voy a quitar de en medio” y “Por tu maldito amor”, entre otros.

Como suele ocurrir en los conciertos del cantante mexicano, Alejandro Fernández, el listado de canciones fue muy extenso. Estos eran algunos de los nueve músicos que acompañaron su presentación en El Salvador.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

La lluvia continuaba y Alejandro más cantaba, para probar si su público salvadoreño “era de aguante”. Lo cierto es que durante sus 25 años de carrera, este país sigue fiel a una trayectoria exitosa.

Este concierto fue una experiencia bien integrada entre dos mundos: la balada pop y la ranchera. Esta atrevida mezcla fue lo que un día llevó a Alejandro a imponérsele a su padre. En sus comienzos, don Vicente le exigía mantenerse fiel al género mexicano. Pero “El Potrillo” logró como ninguno: romper fronteras.

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